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miércoles, 24 de octubre de 2012

MUNICIPALES: UNAS ELECCIONES ALECCIONADORAS

Por Hugo Latorre Fuenzalida

No es que le falte el respeto a la democracia ni a la seriedad que representa el poder local en un sistema de representación popular, pero es que mirando por las calles de Santiago la publicidad desplegada por los candidatos a Alcaldes o Concejales, emergen ciertos datos que en el transcurso rutinario de los días no electorales uno no percibe.

Entonces es digno de notar y destacar que al transitar por los barrios de Providencia, Vitacura o Las Condes, pareciera que Chile sigue viviendo en el siglo XIX. Los rostros y los apellidos son eternos. Es la misma clase, las mismas fisonomías y las mismas consignas de hace cien años.

Ahí están plagadas las esquinas de letreros con rostros sonrientes de gente feliz, dotados todos de una vitalidad y optimismo que aflora por los poros. Los ojos emiten una inteligencia afanosa, pretenciosa y pragmática. Se sienten bellos y afortunados. Ahí no hay “golpes en la vida”…,como reclama el poeta Vallejo….,sólo placer y gratificación: poder, riqueza y belleza ¿qué más puede pedir el hombre (y la mujer) a la vida? ¡Ah…me olvidaba!...¡FAMA!

Bueno, para eso se es candidato…a Alcalde o Concejal, da lo mismo, la cosa es posar en esos carteles donde todo transeúnte te verá, te admirará o te envidiará. Claro, uno que otro resentido, desconformado y filo-terrorista te agredirá con un huevo pintado, con un brochazo artero o intentando denigrar tu natural gracia con la eliminación de un diente en tu sonrisa esplendente, o sobreponiendo unos bigotes mexicanos en el rostro tan occidentalmente armonioso y lampiño. Claro…, puede que sea fama de un día y cuando pasen estos comicios ya nadie te recuerde, de rostro ni de nombre, pero fue tan “entrete” ese minuto de gloria que viviste….que el olvido secular poco importa; finalmente la vida de los políticos ya es bastante efímera; si no es porque nos hacemos inamovibles en los cargos, nadie nos recordaría buenamente a la semana después de dejar el puesto.

Pero lo otro digno de resaltar es que las poses de los candidatos de acá, en el barrio alto, son tan amorosas, paternales, afectivas y positivas…Ahí hay trabajo de psicólogos. Los viejos estandartes aparecen apadrinando a los nuevos candidatos y les tratan con diminutivos tan familiares: “La Maca”, “La Pepa”, “La Carola”. Pero es que además ponen unas frases para el bronce: “…es la sonrisa de Las Condes”; “….te representa”; “….”tú la conoces”.

En fin, hay un imaginario enorme, casi un manifiesto ciudadano en toda esta publicidad, pues dan la impresión de un diálogo de salón, o más bien una competencia festiva al interior del Club de Golf. Son por estos lados todos los postulantes tan lindos, elegantes y compuestitos, tan bien portados que la clase les sale por todos los pliegues de sus rostros, gestos y miradas….Y por sus dichos…pues son tan inocentes, tan de Kinder, tan sonrosados, tan modositos que da un gusto, una sensación de paradisiaca bonhomía, que indefectiblemente enternece el alma a cualquiera.

Pero no faltan por estos barrios, tan dignos, la intromisión de personajes “asomados” que siendo de otra clase intentan ser émulos de los auténticos, de los propiamente tales. Entonces hacen piruetas algo ridículas, como uno que en Providencia se luce en pose de meditación yoga y expone una lectura que reza algo así: “Por una Providencia equilibrada”.

Vaya a saber uno qué tiene que ver el fulano en ese tipo de posturas con el equilibrio de una comuna…¡Buen misterio! Otros se ponen en poses sofisticadas, imitando la vieja fórmula Lavín- Piñera, con la chaquetita al hombro, figura que ya está tan gastada, demodé y desprestigiada que el pobre tipo tiene, sin saber, asegurada su derrota.

Hay otros candidatos, con carteles más chicos, menos nítidos, de factura más amateur y pobretona, que además exhiben unos rostros tan morenos o regordetes o barbudos, que no puede uno menos que contrastar con esos agradables y bien trabajados retratos de la “gente bien” de Chile.

No se dan cuenta, esos otros, que para ser candidato de éxito no se debe mostrara el alma o la inteligencia, pues esas virtudes no caben en un retrato; basta con el rostro armonioso, bien nutrido y lucir un nombre de esas “buenas familias”….pero remachado con un apellido de esos que tienen timbre y sello en nuestra historia: Errázuriz, Cotapo, Fresno, Larraín. Es tanta la sensación que da de estar nuevamente viviendo el siglo XIX, en un Chile que se queda pegado en la historia y sobre todo en los nombres de esa historia, cual sepulcro egipcio.

Pero también puede ser hijo, primo, tía, sobrina de los apellidos políticos de hoy, ya sea un Lavín o un Allamand, o de tantos otros que profitan el presente y aspiran a seguir haciéndolo en las generaciones de reemplazo.

Ya en otro nivel de las jerarquías se ubican los de la farándula, esos hijos de la nada que por virtud de su escandalosa necedad adquieren fama y dinero, suficiente para querer acercarse a esos otros, que ya tienen historia y nombradía simplemente por las “virtudes cívicas” de sus burgueses y siempre aprovechados antepasados. Estos lucen sus rostros y sino sus cuerpos bien formados…Cada uno exhibe lo mejor que posee…y les aseguro que el cuerpo es un buen seductor electoral; por lo menos hay ya varios concejales y alcaldes electos desde ese gremio festivo.

¿Y qué pasa con los feos?...que por lo demás son los más. Bueno, esos feos postulan en comunas donde también los feos abundan. Entonces se crea otra estética electoral. Ahí, en esas calles, los candidatos se ven obligados a exhibir algo de gestión realizada, pues las necesidades de esas gentes son muchas. Algo del currículum va inserto en la propaganda. La gente de ahí exige obras, favores más que lindos rostros o cuerpos. Entonces aparecen los Pérez, Tapia, García, Rodríguez, Dominguez y hasta los apellidos autóctonos, nativos, lo que hace ver que somos una sociedad que también cruza, al menos en esos barrios y comunas, por los fragores del siglo XXI. Aquí hay empuje y lucha. Claro que no falta el hombre de la UDI que se postula como gran gestor edilicio de las comunas pobres. Es que no hay pueblo que no viva sus propias contradicciones existenciales y políticas; pero es que además de ser pecados de ignorancia, son jugadas estratégicas de una derecha que quiere ser “popular” en lo político, aunque sea la más oligárquica en lo económico y social (ideal de Longueira y lavín). Por eso creen en eso del “paternalismo”, que es algo parecido al “Patronismo” edilicio.

De hecho, los Alcaldes son hoy por hoy, los nuevos patrones de fundo y los concejales suelen ser sus capataces. En los gobiernos municipales de hoy no hay ciudadanía, hay más bien una especie de satrapía; no hay participación, sino simple clientelismo; tampoco hay cercanía, sino simple “órganon” burocrático.

Podemos concluir que estas elecciones reflejan en su publicidad la realidad de dos Chiles: uno que revive, como un “reality”, el mismo zoo humano y político del siglo XIX, y otro que puja por transitar desde los años 60 del pasado siglo XX, al mundo del siglo XXI y sus nuevas e ignoradas exigencias. Por ahora no queda más que gozar viendo los esfuerzos de cada cual por seguir siendo lo que no se puede dejar de ser y, del otro lado, los esfuerzo por ser lo que no le dejarán ser ni parecer.

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