kradiario.cl

lunes, 1 de noviembre de 2010

Los desafíos de Dilma y el futuro papel de Lula en la política brasileña

Entre los desafíos políticos que deberá enfrentar Dilma Rousseff, la primera mujer en ocupar la Presidencia de Brasil, quizás el más importante sea el sólo hecho de suceder a Lula, el presidente más popular del vecino país desde que se conocen las encuestas, dice el analista Rodrigo Mallea en el diario La Nación de Argentina.

Para Dilma, gobernar sin Lula tiene dos implicancias. La primera, es un dato político inevitable independientemente de quien hubiera ganado la elección: sucederá a un mandatario que en su octavo y último año de mandato, deja el poder con un 80% de aprobación. El fenómeno Lula difícilmente se repita en la historia brasileña, y Rousseff, lejos del carisma del actual mandatario, deberá acostumbrarse a la idea de no contar con una inusual aprobación sostenida de 4 de cada 5 brasileños a lo largo de los próximos cuatro años, agrega Mallea.

La otra consecuencia, se aplica exclusivamente al caso de Dilma, por ser la ungida de Lula: ¿Cómo será la dinámica entre Lula y Dilma? ¿Será Lula su principal asesor? ¿Habrá una percepción de que él continúa ejerciendo una considerable cuota del poder, o habrá una ruptura política entre ambos? Sólo en el transcurso del gobierno de Dilma se podrán disipar estos interrogantes, cuyas consecuencias no son menores.

Otro desafío de Dilma está en el seno de su propio partido, el Partido de los Trabajadores (PT), al que ella se incorporó hace 10 años. De alguna forma, Dilma puede considerarse una outsider del PT, dado que el grueso de su trayectoria política se desarrolló en el Partido Democrático Laborista, del histórico dirigente de izquierda Leonel Brizola, en el que militó durante 20 años. Fue Lula quien legitimó su participación dentro del PT, ofreciéndole el ministerio de Minas y Energía y luego el cargo de jefe de gabinete (Casa Civil), así como también fue él quien la escogió a dedo para sucederla en la presidencia, sin internas.

¿Cuál será el papel de Lula en el gobierno de Dilma?

Ahora comienza la tarea dura para Dilma Rousseff, la ex ministra de la Casa de Gobierno y "delfín" del Mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, ungida ayer como la primera mujer Presidenta de Brasil, escribe desde Brasilia Javier Méndez Araya del diario chileno La Tercera.

Rousseff, una economista de 62 años, fue la mano derecha de Lula durante su segundo mandato, iniciado en 2007, y pese a los logros en la gestión, ha sido blanco de varias críticas. Durante el fragor de la campaña se le acusó de "arroparse" con la imagen de Lula, de ser una persona más técnica que política, se criticó su falta de carisma y hasta que carecía de simpatía.

Dilma, durante la reciente campaña, se asesoró con los mejores especialistas del "marketing" político del gobierno, y "suavizó" su imagen de mujer dura, al punto que se sometió a una cirugía plástica, cambió los anteojos por lentes de contacto y adoptó un peinado más femenino. "Sin embargo, ella sigue sin un perfil propio y continúa siendo no muy simpática", señala el politólogo Edson Nunes.

La pregunta que a diario se hacen los expertos y los medios de prensa aquí en Brasil es si Dilma logrará finalmente plasmar una identidad propia y despegarse de la figura de Lula. Y hay opiniones contrapuestas. "Dilma no tendrá una identidad propia, porque no tiene el carisma ni la personalidad de Lula. Por otro lado, necesitará mucho más del aporte de los partidos políticos especialmente del Partido de los Trabajadores (PT) para montar su equipo de gobierno. Con certeza, ella tendrá una libertad de acción mucho menor que la que tuvo Lula", explica a este diario el analista político carioca Geraldo Monteiro.

"No sabemos aún si Lula seguirá gobernando desde las sombras. No sabemos si va a opinar abiertamente de los temas contingentes y tampoco qué postura va a adoptar. Mucho se especula que Lula tendrá un alto puesto en un organismo internacional cuando deje el poder, lo cual sería bueno para Dilma porque le daría más capacidad de gestión", manifiesta Leonardo Barreto, cientista político de la Universidad de Brasilia.

Clara ratificación del rumbo de Lula

Por Alberto Armendariz, Corresponsal en Brasil de La Nación de Buenos Aires
Los desafíos políticos de Dilma


Entre los desafíos políticos que deberá enfrentar Dilma Rousseff, la primera mujer en ocupar la Presidencia de Brasil, quizás el más importante sea el sólo hecho de suceder a Lula, el presidente más popular del vecino país desde que se conocen las encuestas, dice el analista Rodrigo Mallea en el diario La Nación de Argentina.

Para Dilma, gobernar sin Lula tiene dos implicancias. La primera, es un dato político inevitable independientemente de quien hubiera ganado la elección: sucederá a un mandatario que en su octavo y último año de mandato, deja el poder con un 80% de aprobación. El fenómeno Lula difícilmente se repita en la historia brasileña, y Rousseff, lejos del carisma del actual mandatario, deberá acostumbrarse a la idea de no contar con una inusual aprobación sostenida de 4 de cada 5 brasileños a lo largo de los próximos cuatro años, agrega Mallea.

La otra consecuencia, se aplica exclusivamente al caso de Dilma, por ser la ungida de Lula: ¿Cómo será la dinámica entre Lula y Dilma? ¿Será Lula su principal asesor? ¿Habrá una percepción de que él continúa ejerciendo una considerable cuota del poder, o habrá una ruptura política entre ambos? Sólo en el transcurso del gobierno de Dilma se podrán disipar estos interrogantes, cuyas consecuencias no son menores.

Otro desafío de Dilma está en el seno de su propio partido, el Partido de los Trabajadores (PT), al que ella se incorporó hace 10 años. De alguna forma, Dilma puede considerarse una outsider del PT, dado que el grueso de su trayectoria política se desarrolló en el Partido Democrático Laborista, del histórico dirigente de izquierda Leonel Brizola, en el que militó durante 20 años. Fue Lula quien legitimó su participación dentro del PT, ofreciéndole el ministerio de Minas y Energía y luego el cargo de jefe de gabinete (Casa Civil), así como también fue él quien la escogió a dedo para sucederla en la presidencia, sin internas.

¿Cuál será el papel de Lula en el gobierno de Dilma?

Ahora comienza la tarea dura para Dilma Rousseff, la ex ministra de la Casa de Gobierno y "delfín" del Mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, ungida ayer como la primera mujer Presidenta de Brasil, escribe desde Brasilia Javier Méndez Araya del diario chileno La Tercera.

Rousseff, una economista de 62 años, fue la mano derecha de Lula durante su segundo mandato, iniciado en 2007, y pese a los logros en la gestión, ha sido blanco de varias críticas. Durante el fragor de la campaña se le acusó de "arroparse" con la imagen de Lula, de ser una persona más técnica que política, se criticó su falta de carisma y hasta que carecía de simpatía.

Dilma, durante la reciente campaña, se asesoró con los mejores especialistas del "marketing" político del gobierno, y "suavizó" su imagen de mujer dura, al punto que se sometió a una cirugía plástica, cambió los anteojos por lentes de contacto y adoptó un peinado más femenino. "Sin embargo, ella sigue sin un perfil propio y continúa siendo no muy simpática", señala el politólogo Edson Nunes.

La pregunta que a diario se hacen los expertos y los medios de prensa aquí en Brasil es si Dilma logrará finalmente plasmar una identidad propia y despegarse de la figura de Lula. Y hay opiniones contrapuestas. "Dilma no tendrá una identidad propia, porque no tiene el carisma ni la personalidad de Lula. Por otro lado, necesitará mucho más del aporte de los partidos políticos especialmente del Partido de los Trabajadores (PT) para montar su equipo de gobierno. Con certeza, ella tendrá una libertad de acción mucho menor que la que tuvo Lula", explica a este diario el analista político carioca Geraldo Monteiro.

"No sabemos aún si Lula seguirá gobernando desde las sombras. No sabemos si va a opinar abiertamente de los temas contingentes y tampoco qué postura va a adoptar. Mucho se especula que Lula tendrá un alto puesto en un organismo internacional cuando deje el poder, lo cual sería bueno para Dilma porque le daría más capacidad de gestión", manifiesta Leonardo Barreto, cientista político de la Universidad de Brasilia.

Clara ratificación del rumbo de Lula

Por Alberto Armendariz
Corresponsal en Brasil de La Nación de Buenos Aires

Con la victoria clara y contundente de Dilma Rousseff, los brasileños confirmaron ayer el rumbo político y ratificaron el modelo de crecimiento económico y desarrollo social diseñado por Luiz Inacio Lula da Silva, que en los últimos ocho años ha llevado al país a posicionarse como una potencia internacional emergente.

Si en la primera vuelta de las elecciones los votantes hicieron un llamado de atención al presidente, haciéndole notar su descontento por los escándalos de corrupción en el gobierno que salpicaron a su designada heredera, ahora otorgaron a Rousseff un firme mandato para seguir avanzando por el camino correcto. Quieren mantener su economía pujante e insertada en el mundo; quieren un Estado fuerte que siga reduciendo las tremendas desigualdades sociales que todavía existen, y quieren también que sus extraordinarios recursos sean mejor y más honestamente administrados.

En estos ocho años de gobierno de Lula, Brasil cambió, y mucho. Gracias a la bonanza económica y a los planes sociales, unos 23 millones de personas salieron de la pobreza, mientras que 32 millones ascendieron a la clase media, que hoy es mayoritaria. Y con el carisma y protagonismo internacional del presidente, Brasil se instaló como un jugador clave en la escena de la política mundial.

En parte por todo eso, los brasileños aceptaron que Lula eligiera a dedo a quién le traspasaría la faja presidencial el 1º de enero próximo, aun cuando Rousseff era una funcionaria virtualmente desconocida para la mayoría del país antes de la campaña. Confiaron en el criterio de Lula, que creyó que ella sería la más indicada para garantizar la continuidad del modelo.

Ahora, a la nueva mandataria electa se le presenta su primer gran desafío: construir una identidad política propia. Lula ya no estará detrás de ella para promoverla, ayudarla y defenderla. Rousseff deberá demostrar que puede caminar con sus propias piernas.

A diferencia de lo que sucedió con Lula, el panorama político que tiene por delante le es muy favorable: la coalición electoral que la llevó al poder tiene una amplia mayoría en ambas cámaras del Congreso. En la Cámara de Diputados, el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) es la primera fuerza y en el Senado, la segunda.

Sin embargo, Rousseff deberá ejercer con cuidado la articulación política dentro de su heterogénea coalición, en la que cada uno de los partidos querrá sus cuotas de poder. La presidenta electa tendrá que perfeccionar sus habilidades de negociación algo a lo que no está muy acostumbrada, y asegurarse de que en la distribución de áreas de influencia y recursos se limite al máximo el espacio para la corrupción.

Un riesgo especial le supondrá su relación con el PT. A diferencia de Lula, ella no viene de las filas del partido, y el PT no depende de ella tanto como lo hizo Lula durante los últimos años.

Lula supo controlar los deseos hegemónicos del PT y frenó sus propuestas más osadas. ¿Podrá Rousseff mostrarse igualmente firme? Esa es la pregunta que se hacen todos los analistas en Brasil.

Más allá de lo político, la próxima presidenta deberá mantener la estabilidad económica y avanzar en las áreas en las que el país presenta las mayores demandas: saneamiento, salud, educación, seguridad pública e infraestructura.

Aunque parezca increíble, más de la mitad de los hogares brasileños no poseen sistemas de cloaca, lo que tiene repercusiones directas en la salud, en los altos niveles de mortalidad infantil, por ejemplo. Los hospitales, por otro lado, ofrecen una atención deficiente.

El sistema educativo ha mejorado, pero todavía el 10% de los 192 millones de brasileños son analfabetos. A los maestros se les paga poco y los alumnos no están recibiendo una educación para desarrollarse en el siglo XXI.

En las grandes ciudades, como San Pablo, Río de Janeiro y Salvador, la inseguridad, la criminalidad y la violencia siguen siendo moneda corriente. Y por las extensas fronteras del país entran cada vez más armas y drogas.

Infraestructura


Como sede de los dos mayores eventos deportivos mundiales, el Mundial de fútbol de 2014 en 12 ciudades y los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro en 2016, Brasil deberá hacer grandes esfuerzos para mejorar la infraestructura de sus aeropuertos, puertos y rutas. Si pretende seguir creciendo al ritmo en que lo ha venido haciendo hasta ahora, deberá también modernizar su red de energía eléctrica.

Lo positivo es que, como ex miembro de este gobierno que termina, Rousseff ya tiene un conocimiento bastante amplio de estos problemas. Y si tiene la voluntad y la habilidad para resolver estos desafíos estructurales, Brasil podrá dar, finalmente, un salto cualitativo en su desarrollo como potencia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario