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domingo, 7 de noviembre de 2010
Las vibraciones de la Plaza Iitalia
Por Eugenio Alvial Díaz
Hace un par de noches pasamos a pie por la mal llamada Plaza Italia, porque desde 1927 se llama Plaza Baquedano en honor a uno de los héroes de la Guerra del Pacífico; la auténtica Plaza Italia queda a un costado, donde está el arcángel.
Pero, el tema es otro. Decíamos que pasamos a pie por dicha plaza, donde no había transeúntes, y el ambiente era de quietud a esa hora. Por indefinible razón o por un pensamiento vago, se nos vino a la memoria visual las muchedumbres delirantes de alegría o vociferantes, según fuera el caso, y necesariamente tuvimos que asociar estas imágenes a la odisea que se vivía en la ANFP, debido a la elección del nuevo directorio y la aparición de una lista opositora a la gestión del actual presidente.
No somos hinchas de ningún equipo, no asistimos a los estadios, no vemos partidos por TV, pero esto no significa que estemos totalmente ajenos a lo que ocurre con las justas internacionales del seleccionado nacional de fútbol. Como todo chileno, vibramos con las victorias o sufrimos con las derrotas; y es con ocasión de los triunfos que nos sentimos alegres, no solo por haber ganado un partido, si no por el delirio rebosante que demuestran desde niños hasta abuelos, gritando el “cehachei”.
Los chilenos tenemos que reconocer que somos algo tristes, medio pesimistas, tal vez parcos e individualistas, características que se acentuaron después de la dictadura militar, especialmente. Ya no hay festejos colectivos como la Fiesta de la Primavera o el Carnaval, por lo menos en Santiago, donde la gente salía a las calles a celebrar, reírse y bailar, a lo menos, por tres días.
Estas carencias las suplió, en parte, la buena gestión de Harold Mayne Nicholls haciendo renacer la calidad del fútbol, brillantemente secundado en la parte técnica, como entrenador por Marcelo Bielsa y que se concretó en llamativos triunfos de la Selección que nos hicieron vibrar por la emoción de ver como un afiatado equipo salía a buscar la victoria.
Parados en la plaza Baquedano, en medio de la quietud nocturna, nos pareció percibir aquella muchedumbre alegre, agitando banderas chilenas, gritando incansablemente el “cehachei” y cantando en el jolgorio. Esas emociones quedaron impregnadas en el monumento a Baquedano, en los jardines, edificios y calles aledaños.
Bueno, esta muchedumbre son los hinchas y más, son los que van al estadio a dejarlo todo por el equipo, pagan el Tvcable, compran los diarios y revistas, pero a la hora de las decisiones para administrar el deporte, no tienen ningún derecho.
¿Por qué no tienen derecho? Por que con millones de dólares no se juega y esto es solo materia de entendidos e interesados. ¿Acaso no se habían dado cuenta que el fútbol no es un deporte, si no un gran negocio?
“ Ser un romántico viajero...” o “Cantemos todos de Arica a Magallanes”, tal vez está en la línea de estos dos soñadores, Mayne Nicholls, Bielsa y sus acompañantes, que quisieron hacer algo grande y bien hecho aplicando en su actuar mística, esfuerzo y ética, mas esas posturas son patrañas sentimentaloides pasadas de moda. Ahora lo que se estila es el precio de oportunidad, el bajo costo y la buena ganancia.
Pero, como dice el refrán popular: “En la cancha se ven los gallos”
Esperemos entonces los vibrantes triunfos de la Selección Nacional, bajo la dirección de un entrenador de categoría mundial, con honorarios de acuerdo a su categoría y a celebrar en Plaza Italia, perdón, en plaza Baquedano.
Si así no ocurriere, nos alegramos por los vecinos de la plaza, porque tendrán la tranquilidad, el orden y la limpieza que anhelan, sin embargo, paradojalmente eso significará que los chilenos volveremos a nuestra estado de cierta tristeza y desencanto...por causa de unos dólares más
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