El escritor peruano Mario Vargas Llosa obtuvo hoy al fin, a los 74 años, el premio para el que fue eterno candidato año tras año desde la década de 1980, pero que siempre se le había escapado, al punto que muchos creyeron que ya jamás lo lograría.
Paradójicamente, el Nobel le llegó cuando ya su presencia en la lista de candidatos parecía rutinaria y marginal, pese a que sigue en pleno vigor intelectual y a que mantiene esa producción entusiasta en la que parece abarcar todos los géneros. Su nueva novela, El sueño del celta, llegará a las librerías el 3 de noviembre (ver entrevista)
El escritor peruano Mario Vargas Llosa indicó que cuando un representante de la Academia Sueca lo llamó a su domicilio de Nueva York para anunciarle que había ganado el premio Nobel de Literatura, lo tomó “con sorpresa mayúscula, en un primer momento pensé que era una broma”.
“La verdad es que yo hace muchos años pensaba que no estaba entre los candidatos (al premio Nobel), ha sido una sorpresa mayúscula, yo ni siquiera tenía el recuerdo que en estas fechas se estaba dando el premio, en un primer momento pensé que era una broma”, indicó a RPP Noticias del Perú.
Vargas Llosa señaló que tras el anunció de su victoria en la orbe máxima de las literatura prefirió no celebrar ni llamar a sus hijos hasta que la Academia Sueca haga el anuncio oficial.
El autor de “Conversación en la Catedral” y “La fiesta del chivo” contó que sus amigos no han dejado de llamarlo para felicitarlo, y que fueron tantas veces las que sonó su teléfono que tuvo que salir a caminar unos minutos a relajarse porque estaba “medio aturdido”.
El Nobel de Literatura agradeció este logro a España porque ha sido muy generosa con él y sus escritos. Indicó que desde que publicó sus primeros cuentos tuvieron gran acogida y fueron muy promocionados en el país ibérico.
“Parte de este premio es gracias a España porque mis novelas y editoriales han recibido una gran promoción y han obtenido una respuesta por parte de los lectores españoles”, agregó.
Para finalizar, calificó de “bonito” que la Academia Sueca haya decidido darle el Nobel de Literatura por su “cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”.
“¡Mira qué bonito!, espero que sea cierto. Voy a mirarme al espejo y me voy a ruborizar”, dijo el escritor peruano cuando le leyeron las razones de su premio.
Nacido en la ciudad blanca de Arequipa
El rumor mundialmente extendido, aunque por lógicas razones nunca confirmado, es que al peruano no se le negaba el Nobel por falta de méritos literarios, sino por la controversia que genera su credo entusiasta, ortodoxa y militantemente liberal.
El escritor nacido el 28 de marzo de 1936 en la ciudad andina de Arequipa en una familia de clase media, es un liberal sin titubeos. La diplomacia intelectual no va con él y no suele ahorrar adjetivos cuando de atacar o elogiar se trata. En 1990 quiso llevar toda esa teoría a la práctica y fue candidato por la derecha a la presidencia de Perú, pero todo terminó con una aparatosa derrota en las urnas.
Pero no siempre fue así: Por la década de 1950, el entonces futuro autor de “La casa verde”, “Conversación en la catedral” o “La fiesta del chivo”, era izquierdista. Quienes lo conocen de entonces, dicen que más que marxista era un liberal radical, en el sentido revolucionario y progresista de esos años.
Lo cierto es que incluso fue miembro de una célula clandestina del Partido Comunista y que admiró y defendió la Revolución Cubana como prácticamente toda la intelectualidad latinoamericana de esas épocas.
La ruptura se produjo en la década de 1970. En medio del despegue del “boom”, dejó atrás “todo lo que significa dogma y exclusivismo ideológico”. Criticó a Cuba, consideró al socialismo enemigo de la libertad y abrió su mente a ideas liberales de derecha. Los amigos se alejaron y de la época data el derechazo a la mandíbula que lo enemistó por siempre con el colombiano Gabriel García Márquez, quien lo antecedió en 28 años en el Nobel.
Tras la derrota electoral de 1990, Vargas Llosa fue un furibundo opositor del régimen autoritario de Alberto Fujimori. Fue una etapa en que se le persiguió y en la que adoptó una segunda nacionalidad, la española, una marca en la traumática relación de casi amor-odio que ha tenido por momentos con su país natal.
“La política es muy ingrata, suele sacar lo peor de las gentes a luz y eso lo comprobé justamente en los años que estuve embarcado en una aventura política. Fui objeto de muchos ataques, de campañas que eran terriblemente injustas”, recordó años después Vargas Llosa, quien, alejado de las plazas, sigue sin embargo empuñando la pluma contra “caudillos bárbaros” como Hugo Chávez y Evo Morales.
El Nobel ayuda a consolidar el nombre de quien en 1963 recordó sus años en el colegio militar de Lima y escribió una ópera prima, “La ciudad y los perros”, primera piedra de una carrera que ya se había comenzado a perfilar en el periodismo ejercido desde la adolescencia.
Casado con su prima Patricia
Vargas Llosa está casado en segundas nupcias con su prima Patricia Llosa (la primera boda fue con su tía Julia Urquidi, amor plasmado en “La tía Julia y el escribidor”) y tiene tres hijos. Intelectual “puro”, amante del teatro, del cine y de los clásicos, la razón queda sin embargo de lado si se trata de querer a su equipo de fútbol, el Universitario de Lima.
Ganador de premios como el Cervantes, el Príncipe de Asturias, el Planeta o el Rómulo Gallegos, y doctor Honoris Causa de universidades americanas, asiáticas y europeas, en su vitrina faltaba sin embargo el Nobel que ahora tiene.
Libro electrónico y el placer de leer
El sueño del celta (su última obra) es la primera novela de Mario Vargas Llosa de la nueva era... del libro electrónico. ¿Se ha atrevido el autor de Conversación en la catedral con el formato digital? "No lo he hecho. Lo he visto, sí, lo he sopesado, pero todavía no me animo, no. La lectura todavía sigue siendo mi gran placer, claro, aunque en soporte tradicional. No hay que rechazarlo de entrada. Los defensores del libro electrónico aseguran que solo es un soporte. Así como el papel es un soporte. Sin embargo, cuando yo veo lo que ha pasado con la televisión, veo que no es así, que la pantalla ejerce una influencia sobre la creación. Tiende a introducir una facilidad, a destacar por encima de todo el entretenimiento rápido, que es lo que ha pasado con la tele. Hay cosas fabulosas en ese medio, pero predomina la cosa leve, ligera, pasajera. Mucho me temo que la literatura en pantalla se convierta en eso", declaró el autor al diario El País en agosto pasado.
¿Y qué lee Vargas Llosa? "Leo por trabajo o por placer, y cuando leo por placer releo autores clásicos. Me da un poco de vértigo el torbellino de las novedades. Es absolutamente imposible estar al día de todos los autores jóvenes. Con todo, nada me produce tanto placer como encontrar el libro adecuado. ¿Mis últimos descubrimientos? Me fascinó El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. Muy certero. Qué bonito libro. ¡Qué fina manera de rendir un homenaje a su padre y al mismo tiempo trazar un relato de toda una época! Y recientemente descubrí a Irene Némirovsky. Es una maravilla, te impresiona cómo viviendo unas circunstancias absolutamente terribles, una judía francesa en la II Guerra Mundial, pudo escribir Suite francesa, un libro tan controlado. Tan frío, mostrado con serenidad".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario