Por Krohne Archiv
DOCUMENTACION: "ASESINAN" LA HISTORIA DEL PERIODISMO
En el día de la prensa, cuando recordamos a Camilo Henríquez, quien un 13 de febrero de 1812 fundó La Aurora de Chile, el primer periódico nacional, reflexionamos también sobre La Nación, otro "monstruo" en la historia del diarismo chileno, que 105 años después (el 14 de enero de 1917) inició su propia historia inspirado en una avanzada social y cultural.
Son 93 años de historia viva y una trayectoria de periodismo combativo, involucrado directamente en la política chilena y en el desarrollo de un país que surge con el apoyo de una prensa abierta y participativa. Hoy, este diario está condenado a muerte por falta de visión, porque un démócrata de verdad nunca puede llegar a decidir el "asesinato frio" de un medio de comunicación en la forma como ahora el gobierno de Sebastián Piñera lo está haciendo, sin saber que está matando una parte importante de la historia chilena.
Nadie en la época en que surge La Nación (1905) intuía la historia que dejaría este este diario que nació gracias a la iniciativa de los senadores Eliodoro Yáñez, Augusto Bruna, Abraham Gatica y Alfredo Escobar, todos adherentes al Partido Liberal. Ellos reunieron lo suficiente para comprar una vieja casona en calle Agustinas, y traer desde Alemania varias linotipias y una moderna rotativa que podía lanzar cien mil ejemplares en apenas tres horas.
Su nombre es heredado del apoyo en inversión que tuvo desde un comienzo del diario argentino del mismo nombre. Su primer director fue Ernesto Bianchi Tupper, cuñado de Eliodoro Yánez. La planta periodística desde su primera época estuvo integrada por los mejores profesionales de entonces: Enrique Tagle Moreno, que escribía con el seudónimo de Víctor Noir; Raúl Simón, conocido como César Cascabel; el destacado cronista Joaquín Edwards Bello –quien escribió desde 1917 a 1962-; Conrado Ríos, Ricardo Dávila, Inés Echeverría –Iris-, Ernesto Barros y Hugo Silva.
A poco andar la empresa fue adquirida en su totalidad por Eliodoro Yánez. Por primera vez un diario chileno le concedió amplio espacio a las noticias internacionales. A través de La Nación se pudieron seguir todas las alternativas del último año de la Primera Guerra Mundial, la irrupción de la Revolución de Octubre en Rusia y su repercusión en el mundo, atónito ante los primeros decretos de Lenin, la crisis de la postguerra y la increíble inflación en Alemania.
Asimismo, la crónica nacional fue cubierta con un estilo dinámico y un exhaustivo reporteo. El triunfo de Arturo Alessandri Palma, fue informado paso a paso, y el diario mantuvo una cierta distancia crítica del gobierno, abatido después por un golpe militar, en 1924, golpe que La Nación fustigó sin reservas.
Hacia 1928, La Nación había alcanzado la primera circulación nacional. El general Carlos Ibáñez del Campo había derrocado al Presidente Arturo Alessandri Palma y, quienes escribían en La Nación, eran fuertes opositores a su dictadura.
Argumentando cuantiosas deudas de tributación, el fisco incautó la empresa. “Esta se hizo contra la firme voluntad del propietario, en condiciones desastrosas para la moral pública. Entonces, el diario quedó al servicio de la dictadura”, narraba Joaquín Edwards Bello, en una de sus columnas.
Cuestión de propiedad
La periodista Alejandra Matus, en su artículo “La Nación Gate”, publicado en el diario electrónico El Mostrador, señala que para salir de la crisis, el gobierno -que entonces era el único dueño de La Nación y su imprenta- propuso a los acreedores capitalizar su deuda y asociarse con el fisco en la administración de la empresa. Resignados, pues sabían que no tendrían otra forma de cobrar, los privados aceptaron el acuerdo, pero consiguieron que sus acciones fueran consideradas “preferentes”, por lo cual gozarían de ciertos privilegios frente al accionista mayoritario: el fisco.
De este modo, el 14 de mayo de 1934 se creó la Empresa Periodística La Nación Sociedad Anónima.
El capital social de la nueva empresa fue de doce millones trescientos mil pesos, dividido en 12.300 acciones, con un valor nominal de mil pesos cada una. De ese total, 4.300 acciones serían de “Clase A” o preferentes y quedaron casi totalmente en poder de los acreedores privados. El paquete más grande –dos mil acciones preferentes- fue entregado a Knut Herud, un comerciante noruego, dueño de la empresa que le vendía papel al diario. Su único hijo heredero, Eilet, se sentía orgulloso de su gestión e incluso fue gerente del diario.
Actualmente, la Empresa Periodística La Nación S. A. es propiedad en un 69% del Fisco de Chile (quienes nombran a cuatro miembros del directorio, entre ellos al presidente), en un 29, 52% de Inversiones Colliguay S.A (quienes designan a tres integrantes del directorio) y de otros 27 accionistas con el 1,27%, siendo todas estas últimas acciones de carácter preferente- en tanto el Estado tiene sólo un pequeño número de acciones tipo A dentro de su posesiones-, lo cual significa que de venderse el diario, esta sociedad de accionistas minoritarios tiene la primera opción de compra.
Epoca del silencio
Después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, el diario dejó de aparecer, en circunstancias que la circulación había caído a niveles que acercaban al diario a la bancarrota. A partir de octubre de ese mismo año, se intentó explorar un cambio de nombre con “La Patria”, cuyos directores fueron los periodistas Carlos Sepúlveda y Héctor Muñoz. La caída no se detuvo y nuevamente el diario dejó de circular.
Reapareció en 1975 como tabloide, con el nuevo nombre de “El Cronista”, bajo la dirección de la periodista Silvia Pinto. No obstante los esfuerzos de modernización y de una atractiva diagramación, no logró conquistar lectores. En 1980 retornó su nombre de origen, La Nación, bajo la dirección de Luciano Vásquez, a quien sucediera Jaime Valdés, Gastón Acuña, además de los abogados Orlando Poblete y Pablo Sáenz de Santa María.
A comienzos de los años 80 aterrizaron en el gobierno los Chicago Boys. Y también lo hicieron en el diario, donde se nombró a Miguel Bejides como nuevo gerente general.
Periodo de transición
Fachada del diario La Nación |
En julio del 2002 bajo la dirección del periodista Alberto Luengo Danon nace La Nación Domingo. Un nuevo concepto en diarios dominicales, el cual abandona la idea de constituir un resumen de las noticias de la semana y se convierte en una propuesta con nuevos temas y atributos diferenciadores: investigación periodística, denuncia y variadas columnas de opinión. Al mismo tiempo se realiza un rediseño integral de la diagramación, privilegiando la facilidad de la lectura.
Al mes siguiente este semanario se anotó su primer golpe periodístico, al desnudar la “cara oculta” del dueño de las cadenas de supermercados Lider, Almac y Ekono, Nicolás Ibáñez Scott, quien mantenía prácticas laborales irregulares. Eduardo Rossel, el actual jefe de informaciones del periódico, recuerda que en esa ocasión consultó a un quiosquero dónde estaba el diario, “y me dijo que había venido un tipo y los había comprado todos, entonces me mandaron a reportear y empezamos a ver que eso había pasado en varias partes. Así fue que (Alberto) Luengo decidió reeditar ese reportaje en la siguiente edición”, señala.
En la misma época el diario incursiona en el periodismo electrónico, con primeralinea.cl. A mediados del mes de febrero de 2003 se crea el sitio www.lanacion.cl, diario en internet que entrega una amplia e interactiva oferta noticiosa, columnas de opinión y temas de debate, además del contenido completo de la edición impresa de La Nación, el que se complementa con información actualizada, minuto a minuto, de las noticias nacionales e internacionales.
En agosto de 2008 asume como director del medio el periodista Marcelo Castillo (actual presidente del Colegio de Periodistas de Chile), y bajo su administración se relanza el área de ediciones especiales con la edición de los suplementos EMT dedicados al sector de las pymes, y Agenda Cul, enfocado a los panoramas gratuitos, turismo y a difundir la cultura popular. Asimismo, en octubre de 2009 se relanza el sitio del diario, ingresando a la web 2.0 con un nuevo diseño, que permite una mayor interactividad con los usuarios, integrando redes sociales.
Como vemos, La Nación no ha sido sólo un diario de circulación nacional sino un centro de innovaciones en materia informativa o, mejor dicho, una escuela que ha realizado múltiples aportes a las universidades y a los estudiantes de periodismo que han contado con un gran centro de aprendizaje y también de práctica periodística. ¿Por qué entonces no seguir por este camino? Parece ser que el neoliberalismo ve sólo los números y no los aportes para el desarrollo, en este caso de la información y de las técnicas de la transmisión y del análisis de las noticias, que son en países como Chile, muchos más importantes que los números rojos o azules de los balances. ¡QUÉ PENA VIVIR EN UN PAÍS ASÍ!
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