Diario El Cronista de Buenos Aires, Argentina
Sin ajuste fiscal, Brasil tiene pocas chances de doblegar al real
Por Laura García. Editora de Finanzas de El Cronista
La movida de Lula podrá tener el dramatismo que requieren estos días de puja electoral pero pocos anticipan que vaya a significar un alivio en el mediano plazo. Impotente contra el avance de un real a puro esteroide, Brasil debería atacar la política fiscal en lugar de enfriar flujos de capital que después de todo necesita para financiar un creciente déficit de cuenta corriente. Como dice Alejandro Schwartsman, economista jefe del Santander en Brasil, la suba del impuesto equivale a arrojar piedras en el peor momento de la batalla. Si de veras se quiere dar pelea, entonces hay que usar los cañones.
Hasta ahora, la evidencia estadística muestra que el comportamiento del real está mucho más atado a la evolución del precio de los commodities y la debilidad del dólar que a las variaciones en la carga impositiva, un costo que en todo caso hoy muchos inversores aún estarán dispuestos a asumir. “Nuestras estimaciones sugieren que un incremento del 10% en el precio de las materias primas implica una apreciación del 6% del real. Del mismo modo, una depreciación del 10% del dólar contra una canasta de monedas que excluye al real supone una suba del 6% de la moneda brasileña”, comenta Schwartsman.
El único determinante doméstico son las tasas de interés. Claro que usarlas para domesticar a la moneda implicaría renunciar al objetivo de mantener la inflación a raya. Ahí es donde entra la política fiscal como alternativa para bajar las tasas sin poner en peligro un régimen que viene funcionando en forma aceitada desde 1999. Un ajuste fiscal implicaría una menor tasa de expansión de la demanda doméstica, lo que permitiría al Central bajar las tasas sin provocar desbarajustes inflacionarios. El mismo efecto tendría una reducción en el crecimiento de los créditos oficiales (BNDES).
Alberto Ramos, economista jefe para América latina de Goldman Sachs, dispara exactamente en ese sentido. “En lugar de escalar el nivel de impuestos al flujo de capitales (flujo que se necesita para financiar un déficit de cuenta corriente cada vez más grande) las autoridades deberían encarar un esfuerzo genuino por ajustar la política fiscal (lo que reduciría la absorción doméstica y aumentaría el nivel de ahorro local) permitiendo al banco central fijar las tasas en niveles menos restrictivos y así atraer menos capitales”, explica. Pero nada de esto parece demasiado factible por ahora, aclara.
Claramente, a pocos días del ballottage, Lula ha intentado dejar sin argumento a una oposición que le achaca desde siempre como en una letanía su “populismo de tipo de cambio”. Y puede que consiga el efecto buscado. Pero la pulseada con el real hoy pide otras armas. Y será Dilma –si todo resulta según lo esperado– la que libre la verdadera batalla.
Dólar devaluado, real revaluado, peso estable: para los empresarios, la guerra de monedas ya está en el país
Por Horacio Riggi. Editor de Negocios de El Cronista
Cuando el presidente del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick, aseguró a principios de mes que la campaña de numerosos países para devaluar sus monedas y aumentar su competitividad generará tensiones pero no una guerra global de divisas, no todos los empresarios le creyeron, pero todos se preocuparon.
“No preveo que estemos avanzando hacia una era de guerras de divisas aunque claramente habrá tensiones sobre todo en el caso de países con superávit comercial o por cuenta corriente que están interviniendo sus divisas para mantenerlas bajas”, señaló. Zoellick.
En la Argentina los empresarios, en su mayoría, creen que la guerra de monedas, los afectará si la inflación sigue en alza y el Gobierno deja revaluar el peso. “Lo que vimos este año es un peso más fuerte, que aún es competitivo porque Brasil, nuestro principal socio comercial, tiene un real cada vez más fuerte, y porque el dólar se sigue devaluando en el mundo”, aseguró a El Cronista un ejecutivo de una de las principales automotrices del país. “Sin embargo, si lo medimos en dólares, la Argentina de octubre es menos competitiva que la de enero pasado, porque el tipo de cambio casi no se movió pero los costos para producir aumentaron en promedio 20%”, dijo.
Al mismo tiempo, el empresario reconoció que la fuerte demanda de Brasil, al menos para la industria automotriz, es lo mejor que le pasó al sector en los últimos años. El razonamiento parte de una lógica. Como fabricar en Brasil hoy sigue siendo más caro que en la Argentina, y la demanda brasileña no frena, si bien la Argentina es menos competitiva que hace un tiempo porque aumentaron los costos, también dentro de los costos está la suba de salarios. Es decir, con mayor poder adquisitivo en el mercado interno, hay más dinero para volcar a la industria. Como ejemplo se puede tomar que este año el sector planea fabricar 700 mil vehículos, y establecer un récord histórico. Otros tantos, entre fabricados e importados se venderán en el mercado interno.
Hay otros sectores que están más preocupados. En este caso, las multinacionales (no automotrices) que tienen que decidir inversiones en el país ya no sólo preguntan por la seguridad jurídica o por el Indec. Ahora, la preocupación llega directamente desde el exterior, porque dicen que el mundo está ante un cambio de paradigma. “La historia ahora pasa por saber de dónde viene la inversión, y la inversión va a llegar de China e India, no de Estados Unidos”, pregunta y se contesta un alto directivo de la Unión Industrial Argentina (UIA).
Ante este escenario, los empresarios sostienen que el verdadero problema llegará si el Gobierno se queda sin herramientas para mantener el tipo de cambio a valores competitivos. “Pueden llegar grandes flujos de inversión del exterior porque el dinero no rinde en el mundo, y entonces se vuelcan a los emergentes. Si el dinero llega para inversión real es una cosa, pero si llega como capital especulativo, podemos estar complicados”, afirmó el gerente de finanzas de una multinacional brasileña con presencia en la Argentina.
Volviendo al principio, las advertencias de Zoellick surgieron luego de que un grupo bancario global, el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), revisó al alza su pronóstico de flujos de capital privado a los mercados emergentes en u$s 116.000 millones a un total de u$s 825.000 millones en 2010, por encima de los u$s 581.000 millones del año pasado. El organismo afirmó que el alza continuará en 2011, cuando los flujos de capital privado neto a emergentes llegarían a u$s 833.000 millones. Todo esto viene a cuento de reclamos por parte de varios países.
El ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, había afirmado a finales de septiembre, a raíz de la intervención de Tokio en el mercado de divisas, que cree que el mundo está inmerso en una guerra comercial y de tipo de cambio, al tiempo que añadió que los países buscan obtener ventajas vía la manipulación de sus monedas. China es el país que atrae mayores críticas, ya que pese a anunciar en junio que permitiría que su moneda fluctuara de acuerdo con las fuerzas del mercado, el valor del yuan se mantuvo sin grandes cambios.
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