Por Walter Krohne
A veces la política chilena del día a día se entiende poco. Resulta sorprendente que un senador de la República y miembro de la misma coalición por el cambio del presidente Sebastián Piñera, sin consulta ni debate previo, proponga un cronograma de solución marítima para Bolivia como si el tema no fuera delicado al máximo.
¿Quién otro podía ser que no fuera Pablo Longueira?
"A mí me gustaría, con la misma fuerza como hemos sacado a los mineros, que el Presidente de la República aproveche todo este capital internacional que tiene hoy día, para que tengamos una solución al tema marítimo boliviano", afirmó en la Fundación Jaime Guzmán de Santiago.
Nadie dice que esta solución no podría llevarse a cabo ni tampoco si es hoy la fórmula más adecuada para poder lograr acuerdos. Lo que sorprende en este caso a algunos, e irrita a otros, es la forma de cómo se están haciendo las cosas en Chile. Muchos podrían pensar, y con razón, que Longueira estaría actuando no por cuenta propia, sino más bien como si tuviera la misión de medir anticipadamente las reacciones públicas frente a temas cruciales o ante fórmulas destinadas a resolver de un plumazo problemas molestos y engorrosos, que han acompañado a los chilenos durante gran parte de su historia y que le han impedido a Chile un desarrollo más rápido y eficaz.
No es la primera vez que Longueira sorprende con este tipo de ideas o pensamientos, los que han incluido además críticas al Gobierno (su Gobierno), a la Alianza y al mismo tiempo a Sebastián Piñera. No es posible pensar que todo esto sean frecuentes “outsides” del senador. En política todo tiene una explicación, buena o mala, pero la tiene. No se entendería una política aliancista sin la suficiente disciplina y donde hubiese líderes actuando por cuenta propia o para sus propios fines, porque sería como pilotar un avión sin destino, con consecuencias peores aún que las ya sufridas por la Concertación.
Longueira planteó la posibilidad de impulsar una solución marítima a Bolivia "ojalá plebiscitándola a los chilenos el próximo año, porque eso es lo que hacen los países inteligentes, que están insertos en un mundo global”, agregó luego.
Señaló en su charla que “no podemos aproximarnos a la solución marítima de Bolivia descartando opciones; en un mundo moderno tenemos que abordarlas todas, y ojalá el gobierno de la Alianza sea capaz de ofrecerle al país una solución".
El senador de la UDI vislumbró la buena imagen que proyectaría Chile al encontrar una solución al tema marítimo con Bolivia, y afirmó que "el mundo entero no solamente nos va a felicitar, como lo hemos visto estos días por la situación de los mineros, si no que creo que va a aplaudir que dos naciones sean capaces de encontrar una solución a un problema".
Y todo esto lo dijo Longueira en el marco de una defensa poco común en él de la actuación del Presidente Piñera en la gira europea que termina mañana, a quien había criticado hace escasas dos semanas por su “excesivo personalismo”.
“Creo que le debemos al Presidente no solamente el que los 33 mineros estén con vida, sino de que haya tenido la capacidad, el liderazgo y la visión de entender que en un mundo global esto lo tenía que ver la humanidad y por lo tanto que siga repartiendo muchas piedras y que siga sacándole al rescate el mayor provecho en beneficio de Chile”, destacó.
Pero el tema debe combinarse con hechos relacionados que ocurrieron en Perú esta semana, donde el principal protagonista fue el presidente peruano Alan García. Personalmente invitó a su colega boliviano Evo Morales al puerto peruano de Ilo, situado a 1.233 kilómetros al sur de Lima, para afianzar la presencia de Bolivia en el Océano Pacífico.
En un nuevo tratado, García le cedió a Bolivia por 99 años, pero sin soberanía, una zona marítima en Ilo, donde Bolivia tendrá derechos portuarios, marítimos, de comercio exterior y hasta militares al incluirse la presencia en dicha zona de unidades de la Marina boliviana.
El embajador peruano en La Paz, Manuel Rodríguez, declaró que lo que se firmó con Bolivia no debe preocupar a Chile ni a nadie, porque “sólo se renovó una relación histórica”.
Así, con el relanzamiento de un proyecto que le permitirá a los bolivianos contar con un acceso al Pacífico a través de Ilo, que incluye facilidades portuarias y de libre tránsito en una zona concedida por 99 años, los presidentes de Bolivia y Perú dieron por superadas sus diferencias.
En Chile el diputado del opositor Partido por la Democracia (PPD), Jorge Tarud, consideró que la estrategia peruana es poner una “cuña” al diálogo entre Bolivia y Chile, a lo que el diputado también del opositor Partido Socialista (PS), Marcelo Díaz, agregó que “muchas veces, Perú ha sido factor de irrupción” en el diálogo.
Muchos acuerdos, pero, al parecer, si hay algo muy cierto en las palabras de Longueira es que Chile debe acelerar el tranco en este tema, porque para Bolivia los 99 años no son nada sin soberanía. Evo Morales lo dijo en su discurso en Ilo: “Agradecemos la firma de este muy importante documento, pero el retorno boliviano al mar con soberanía es irrenunciable”.
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