kradiario.cl

lunes, 28 de diciembre de 2015

UNA TALLARINADA
Por Hugo Latorre Fuenzalida


Chile es un caso de psiquiatra. No sólo es un “país mierdoso”, como lo calificaba el poeta Rojas, sino que es un país confuso, indefinido, de salidas y frenadas, de partidas y reculadas, de memoria  leve, de propósitos alevosos, de caretas y disimulos, de circularidad eterna, de castas concéntricas, de vivos  que ya murieron, de ladrones honorables, de asesinos venerados, de estolidez pontificante, de fatuos publicitados, de cobardes condecorados, de santos asediados por demonios flagelantes. 
.
En fin, casi un “Macondo” pero sin fantasía, un San Gabriel o un Comala,  poblado de gente solitaria, silenciosa y miserable.
.
Pero también es un país enrollado, como plato de tallarines, como ovillo apretado. Chile es una sociedad conducida por infinidad de intereses particulares, que dejaron de conjugar el somos y se quedaron con el soy. Chile es discípulo de Stirner  con “El único y su propiedad”. No hay sentido de lo ideal ni de las ideas, por tanto el Estado se diluye en medio de los jalones fácticos, quedando con los desgarros a la vista. Es un Estado lacerado, crucificado, humillado, aplastado, ninguneado, dejado de lado y maniatado, atado, impedido, inhabilitado. Y todo ello, incluyendo toda las personas que dependen del Estado y comparten sus propiedades (incluidos los recursos naturales).
.
Los hombres que presumen manejar al Estado, ya todos la saben, son simples tributario de los poderes fácticos nacionales e internacionales. Es por ello que cada vez que los que están fuera del poder reclaman a quien debe ser su defensor  en los derechos  de gentes, entonces esos presuntos gobernantes se encuentran sin ideas y, peor, sin saber cómo actuar, sin método, sin know how y sin convicción de a quiénes se deben.
.
Intentan o simulan solicitar la contribución, la cooperación de los poderes económicos; pero esos poderes son, en el caso de Chile, demasiado anchos y ajenos; no están ni ahí con las caridades públicas. Como ésta es una sociedad de intereses y no de derechos, entonces los intereses contrapuestos deben permanecer en contradicción, más si quienes deben legislar para el orden de la sociedad y la solvencia del Estado, son tributarios de los poderes fácticos (que mantienen a todos atados y bien atados), y no de sus electores (que tienen sólo cabos sueltos).
.
La falta de práctica en la gestión del Estado oligárquico, que es Chile, el no aprender ni practicar la planificación por tantos años- pero sí los  negocios-, les lleva a estos incomprensibles enredos. La reforma de la educación se transforma en una tarallinada, ya nadie sabe por dónde  comenzar a desenrollar; el Transantiago se quedó como una tallarinada indigesta; la reforma tributaria es otra tallarinada servida en varios platos distintos, pero cada vez los tallarines se enredan más y se deja comer menos en cada pasada por la “cocina”. La reforma laboral es otro plato de enredos indescifrables. Los juicios  por defraudación y cohecho, van quedando sin condena de cárcel efectiva, porque todo se enreda en Impuestos Internos, pues ahí se juzga lo obrado como malos entendidos, errores involuntarios y rectificaciones de última hora. Pero también los fiscales se ablandan y aceptan juicios abreviados con perdones prolongados.
.
Además que la ley fue hecha para que los “caballeros”, por ruines que sean, no sufran cárcel,  pero el que vende discos pirateados, ese sí es peligroso. Tenemos una ley acomodaticia que llega a ser como “El proceso” de Kafka; es decir, podemos ya sufrir la certeza que en la ley no hay garantía, pues es tuerta y, con eso, inevitablemente se enreda en cada juicio. Se trata entonces de sacar de circulación al persecutor  que se ajusta a la norma y hace bien su pega, se retiran los ascensos de los jueces que son justos…En fin, nada  se da por la vía de la rectitud y la ley pareja, por tanto somos un proto- estado de derecho”, lo que es igual a un Estado de derecho oligárquico, en que la ley no es igual para todos, los derechos económicos privilegian al adinerado, los costos los pagan todos menos los que pertenecen a las castas privilegiadas; los cargos son para los hijos y parientes de….En fin, una sociedad de privilegios, de compadrazgos, de pitutos, de clientelismo, de complicidades, de nepotismos, de simonías y nicolaismos, de vanalidades, de cohechos, corrupciones, tráfico de influencias, de concesiones, inhibiciones y de incompatibilidades transgredidas.

Si con todo seguimos amando a Chile, es en el sentido del poeta griego Aerquíloco: no como dicha sino como enfermedad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario