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martes, 3 de marzo de 2015

OPINIÓN DEL EDITOR- KRADIARIO

EL HIJO DE LA PRESIDENTA  DEJÓ INSTALADA UNA BOMBA DE TIEMPO EN LA MONEDA

Por Walter Krohne


No sabemos hasta cuándo y cuánto puede resistir un país como Chile tras conocerse  los hechos de febrero que involucran directamente  a la “corona” misma del Palacio de La Moneda en una “ teleserie” familiar en la que el hijo de la Presidenta logró, en el marco de una posición privilegiada, convertirse en un nuevo millonario junto a su esposa Natalia Compagnon, en el hoy conocido caso Caval.
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Cuando se trata de dineros más o dineros menos no hay para algunos sectores ninguna ética ni  regla de juego posible ni válida. Desacreditar o hasta hundir a la Presidenta no tenía el precio de 2.500 millones de pesos que la parejita del año obtuvo como ganancia  en un complejo negocio en el que hicieron valer  sus influencias por el parentesco con la Mandataria y con la ayuda de un multimillonario propietario de un banco de la plaza que les otorgó, sin ningún respaldo,  un préstamo por 6.500 millones de pesos para adquirir unos terrenos agrícolas en Machalí que semanas después  vendieron en cerca de 9.500 millones quedando un margen de ganancia de unos 2.500 millones (descontados los impuestos).
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El hecho golpeó fuertemente al Gobierno y a la coalición de la Nueva Mayoría porque arrasó de un plumazo con todos “los principios” de la actual administración que asumió el 11 de marzo del año pasado, como lucha contra la desigualdad, terminar con los protegidos de siempre en Chile, impedir “los pitutos” políticos, terminar con la corrupción  como también con la influencia por parentesco. El escándalo alimentó las rutinas de los humoristas en el último Festival de la Canción de Viña del Mar y millones de televidentes, no solamente de Chile, sino del mundo entero pudieron enterarse a través del humor la calidad de la política y de los políticos chilenos.
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La Presidenta, al regreso de sus vacaciones en el exclusivo balneario de Carburgua, se paró frente a un micrófono en La Moneda y en una posición visiblemente  lamentable y triste  dijo que ella se había enterado por la prensa de este singular negocio. Pocos le creyeron, pero así fue. Su credibilidad se fue al suelo.
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Es decir el hecho dejó a la vista de todo el mundo un error tras otro, porque en ningún caso la compraventa y luego la reventa pueden considerarse como algo normal que sólo involucra a la empresa privada. No señores, este es un negocio trucho de un par de avispados que utilizaron todas las herramientas disponibles para enriquecerse ilícitamente. No es posible, por lo tanto, que la Presidenta se haya enterado por  la prensa. Si ha sido así estamos perdidos porque la Magistrada debería contar con instrumentos de inteligencia mucho más sofisticados para conocer cada detalle de lo que está ocurriendo a su alrededor. Las palabras de la Presidenta fueron un esfuerzo comunicacional mal logrado del cual alguien de su equipo asesor debería asumir las responsabilidades. 
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Los principales dirigentes de Nueva Mayoría también cometieron múltiples errores, especialmente el  Presidente del Partido Socialista que destacó como obra personal la renuncia que Sebastián Dávalos Bachelet y su esposa presentaron a la colectividad el último fin de semana, cuando estos personajes deberían haber sido expulsados, como también antes,  el hijo de la Presidenta debería haber sido destituido de su cargo en La Moneda ("Yo me hice cargo del problema, Dávalos y Compagnon dejaron de estar en el PS", dijo el ´dirigente socialista).

Es ridículo pensar que el principal implicado, un personaje mediocre conocido desde la primera administración de Bachelet (2006-2010),  le podía interesar la política como objetivo de vida, cuando se sabía ya entonces que su verdadero interés era ganar mucho dinero y ser millonario. Sus lujos y automóviles caros son el resultado de esta forma de pensar.
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¿Para qué le serviría a la parejita seguir militando en el socialismo si ya tenían en el bolsillo lo que querían? No les importó nada, no les importó dejar  abandonada a una madre y suegra que seguramente les inculcó buenas maneras y costumbres. Los pasos siguientes para ellos podrían ser abandonar Chile y establecerse por un tiempo largo en el extranjero para hacer nuevos “negocios” para lo cual deberán buscarse nuevos vínculos y "socios" que les proporciones el poder y la influencia necesaria.
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Sin embargo, el problema de fondo se queda en Chile. Este hecho significa uno de los grandes fracasos políticos y familiares de Michelle Bachelet  que no tiene  parangón  en la política chilena más reciente.  Ella deberá seguir frente al timón de un gobierno que arrastra un escándalo que le penará en los restantes tres años. Nadie se quedará tranquilo con “esta jugadita de su hijo querido”, porque no es posible que su primogénito haya logrado cerrar un negocio que es rechazado y detestado por la mayoría de los chilenos.

Pero en Chile se piensa diferente. Muchos confían en que la recientemente comisión nombrada por Bachelet para buscar regulaciones en el tema de lo público y los negocios será la salida intelectualmente más correcta para acabar con estos males devastadores. La solución la entregó ayer el presidente de la Corte Suprema , Sergio Muñoz, al inaugurar el nuevo Año Judicial: “El comportarse bien no es un problema de leyes: es un problema de valores. Creo que esto está más relacionado con la forma en que entendemos el ejercicio de la actividad empresarial, y el ejercicio de la actividad pública: en cómo servimos mejor al país y no cómo servimos mejor a nuestros intereses”.
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En otras palabras hay que hacer bien las cosas y corregir lo equivocado. Quzá en un esfuerzo de última hora, para limpiar de tanta basura el escenario político chileno, sea bueno aplicar la idea del periodista y analista  Jorge Andrés Richard divulgada en Facebook: "Para revertir, en parte, el daño que el caso Caval le ha inflingido al gobierno y a la Presidenta, los $2.500  millones de ganancia deberían ser donados a una o a varias obras benéficas. Sería una potente señal ante el país”.

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