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lunes, 16 de marzo de 2015

POLÍTICA-UCRANIA-KRADIARIO

JUEGOS DE GUERRA
Por Martín Poblete

Hace algo así como setenta y un años, tuvo lugar una de las mas masivas y prolongadas  batallas en la historia militar de la humanidad.  En el límite oriental de Ucrania, el Ejército Rojo con 2.633.000 hombres, 51.000 piezas de artillería,  2.400 tanques de combate y howitzers, y 2.800 aviones de combate; al otro lado, sosteniendo una cambiante línea, el Ejército Nazi con 1.240.000 hombres, 12.600 piezas de artillería,  2100 tanques de combate y howitzers, y 2100 aviones de combate; todas las fuerzas alineadas en un frente de 1.400 kilómetros desde los pantanos de Pripet a Crimea.
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Al mando en terreno de los generales Rokossovsky, Vatutin, Koniev, y Malinovsky, y el mando superior del Mariscal Georghi Zhukov,  el Ejército Rojo tenía al frente un Ejército Nazi con mando en terreno de los generales  Kluge y von Kleist, y el mando superior del Mariscal Eric von Manstein.  La Batalla de Ucrania se da entre  agosto de 1943 y abril de 1944. En septiembre de 1943 el Mariscal von Manstein logró evitar el cierre del movimiento de pinzas planeado por el Mariscal Zhukov, en un frente de setecientos kilómetros von Manstein. Utilizó los cinco puntos de cruce del Dniéper disponibles a sus fuerzas, para luego volver a distribuirlas a lo largo de la margen occidental del río, una de las más brillantes maniobras de retirada táctica en la historia militar postergó lo inevitable por seis meses.
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Un par de vueltas a la manivela de la historia.

Estamos en el primer cuarto del Siglo XXI.   El gobierno  de Vladimir Putin ha definido a la OTAN, y por ende a los Estados Unidos, como la mayor amenaza a la seguridad nacional de Rusia, tal amenaza según la ven desde Moscú se manifiesta de manera inequívoca en Ucrania.   Las conferencias y negociaciones recientes, de inspiración básicamente europea, los Estados Unidos a la distancia, no han conducido a resultados firmes en el terreno.
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El escenario es un tanto mas reducido comparado al de la Segunda Guerra Mundial,  Ucrania Oriental comprende  227.000 kilómetros cuadrados, un frente de unos seiscientos kilómetros desde Jarkov pasando por Krasnogard, Dnepropetrovsk y Mariupol hasta Crimea, con profundidad desde la frontera con Rusia hasta la margen oriental del Dniéper de hasta 400 kilómetros, y una población  a ocupar, debe presumírsela parcialmente hostil a Rusia, de trece millones de habitantes lo cual implica considerar fuerzas especializadas en contrainsurgencia.
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Si bien no parece razonable proyectar números como los de la Segunda Guerra Mundial, una operación rusa de las dimensiones indicadas, en Ucrania Oriental, necesitaría  de un mínimo de diez divisiones, dos de ellas equipadas con blindados pesados de combate y una con blindados auxiliares, a lo anterior debe agregarse la parafernalia logística para hacer funcionar un ejército moderno, en total a lo menos ciento cincuenta mil soldados rusos  en el espacio de operaciones descrito.   El dilema no es distinto al enfrentado por los mariscales Zhukov y von Manstein,  ocupar el espacio entre la frontera con Rusia y la margen oriental del Dniéper, Kharkov por el norte y Crimea por el sur, el Dniéper como línea agresiva y ofensiva a la vez, con ello mandar un claro mensaje a los Estados Unidos y la OTAN respecto a los limites de lo permisible y lo inaceptable, según se ven las cosas desde Moscú.   Este es el único escenario viable para Rusia, tiene las obvias ventajas tácticas y estratégicas de una geopolítica favorable, y les plantea a las potencias europeas en la OTAN un cuadro inmanejable.
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Los medios occidentales, bajo influencia de centros especializados en Nueva York, Washington, y Londres,  han especulado sobre un posible ataque ruso a las repúblicas bálticas; la locura, como nos lo dijera Erasmo de Rotterdam, puede hasta ser digna de elogio, pero no parece haber lugar para locos en el Kremlin.   Un ataque ruso a Estonia, Latvia y Lituania, países integrantes de la OTAN, pondría en acción las garantías militares concedidas por la OTAN, y por los Estados Unidos, a sus miembros,  dejando a Rusia enfrentada a un adversario formidable, superior cuantitativamente y cualitativamente en casi todos los rubros, los rusos solo  tienen paridad en misiles balísticos intercontinentales de primer impacto,  y las obvias ventajas otorgadas por la geografía. 
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Queda la cuestión del chantaje nuclear, ese es un territorio al cual nadie, se supone, quisiera llegar.   Por si alguien lo dejó perdido en un desván, los americanos juegan póker, los rusos ajedrez.                         

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