Política-Bachelet: La opinión de un sociólogo
CHILE: ¿PARA QUÉ NUEVAMENTE
BACHELET?
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Marx
apuntaba en “El 18 brumario de Luis Bonaparte”, que la historia se repite
siempre en primera instancia en el modo de tragedia, para hacerlo luego como
simple comedia.
En
Chile no hemos tenido experiencias de repeticiones en el cargo presidencial por
parte de las personalidades individuales, lo que habla, en parte, bien del
proceso de relevo democrático que nos
ha caracterizado.
Esta
cualidad no ha impedido que se instale, en el último tiempo, una especie de
perversión del postulado de Pareto (el
filósofo), relativo a la “circulación de las elites”, porque en la experiencia
extensa de la Concertación en el poder, lo que se dio no fue una “circulación”
sino una “circularidad” de las elites,
lo que confirma la sentencia de Karl Marx relativo a la “comedia” como corolario
de la iteración de los mismos en el poder.
El pensador del materialismo histórico tiene
razón, pues la historia nunca puede repetirse como realización, pues de ser
necesariamente ésta una“tragedia”, está siempre cargada de efectos
trascendentes. Entonces cuando asoma la puesta en escena de los rotativos
históricos, el intento de reponer los actores y las condiciones termina,
necesariamente, en una tramoya disparatada y dislocada en todas sus aristas, es
decir en una burda y nefanda “comedia”.
Lo que se dio en la posdictadura, en Chile, fue
una simple “circularidad” de las mismas directrices y de los mismos personajes.
¿Que variaban los Presidentes? Bueno, se retiraba una máscara y era sustituida
por otra; las políticas eran las mismas y los personajes de fondo, en el poder
nunca variaron.
Tan notoria fue esta “circularidad”, que los
votantes terminaron literalmente “cabreándose” de la inmovilidad, de la molicie
y de la impotencia de los dirigentes entronizados para hacer los cambios, desde
1989, y que luego de 20 años agotaron sus disculpas para justificar su
incapacidad emasculada de ensayar nada que valiera la pena.
Los avances y grandes progresos que dicen haber
realizado, conforman simplemente el proceso de una “revolución silenciosa”, de
esas que gustó predicar el alicaído Joaquín Lavín, como mérito de los políticos
y que en realidad son efecto mayormente de los cambios aleatorios de las
circunstancias mundiales antes que las locales.
No tenemos espacio para efectuar un análisis
detallado de lo que afirmo en esta frase, pero baste un par de ejemplos.
1.- La reducción de la pobreza, que se
cacarea tanto, como éxito de la gestión concertacionista, no es en realidad un
logro, sino más bien un camuflaje, pues la gran masa de los que se dice salieron
de la pobreza permanecen en ella. La forma de medir la pobreza en Chile es
inmoralmente falsa y técnicamente insostenible para los patrones de referencia
mundial. Por otra parte, gran número de los que salieron supustamente de la
pobreza, se ubican ahora a milímetros del otro lado de la frontera, es decir no
dejaron de ser pobres, sino que son menos pobres, pero milimétricamente. De
hecho, ante cada crisis que hemos vivido, esa gente regresa al otro lado de la
frontera, es decir a la pobreza más desnuda.
2.- El crecimiento económico vivido en la
primera mitad de los 90, se debió fundamentalmente a dos factores: a) las
privatizaciones de recursos del Estado, que es pérdida de recursos sociales para
financiar gastos que los capitalistas se niegan a financiar vía impuestos; b) La
crisis asiática vino a desnudar las debilidades de nuestro “portentoso
crecimiento” (que no es desarrollo). Luego de una recesión de seis años,
provocada por la incapacidad de los economistas de entonces, que no supieron
aplicar políticas contracíclicas, Chile es salvado de la debacle social y
política que se cernía sobre los gobiernos de Frei y Lagos. Esto no fue por la
genialidad de nuestros políticos y economistas, sino por la genialidad de China,
que supo salir de la crisis acelerando su inversión interna y demandó para ello
gran cantidad de cobre. Fue nuevamente el “sueldo de Chile”, la “viga maestra”
de nuestro desarrolló la que nos ha sacado adelante hasta el día de hoy. Claro
que se debe denunciar el hecho de que justo cuando Chile tiene la posibilidad
única en su historia de salir del atraso en un par de generaciones, gracias a la
riqueza enorme del cobre, este bendito país junto a esta poco bendita dirigencia
política, se les antojó dilapidar y regalar esos recursos preciosos,
entregándolos a gratuidad a las potencias extranjeras.
Es por eso que no hay recursos para saldar la
deuda social que ha empujado este enriquecimiento enorme del decil más rico. Es
lógico que si en una familia los padres no gastan en educar ni dan salud a sus
hijos, tampoco en alimentarlos bien ni permitirles divertirse, estos padres
desnaturalizados podrán lucir capitalización notable con sus ingresos. Y eso es
justamente lo que han hecho en estos años con el pueblo de Chile.
La Alianza por Chile llegó al poder por falta
de alternativas ante una coalición agotada y fracasada, como de hecho lo es la
Concertación. Y vino a profundizar los horrores y errores de la decaída
coalición, no a corregirlos, pues sus políticas son gemelas, aunque ahora sin
edulcorantes discursivos.
Entonces ¿qué aportaría una candidatura como la
de Bachelet?
Debemos estar claros en que si la sonriente
Bachelet llega al poder, no podrá hacer nada distinto ni mejor de la que ya
hizo, que es más de lo mismo, en el mismo esquema concentrador, pro empresarial
y transnacionalizador que ya hemos señalado. Con la diferencia que ahora el
pueblo ha despertado y ha sido capaz de instalar sus demandas de manera frontal
y sin complejos.
¿Debemos creer que esta vez los mismos
políticos de siempre estarán disponibles para hacer algo diferente a lo que ya
hicieron?
Más bien, da el clima para pensar que de la
“tragedia” de la primera experiencia histórica de la Concertación, pasaremos a
experimentar la “comedia” más bochornosa, pero una comedia triste, pues la
“alegría” nunca llegó en 20 años, y es sabido que el buen talante, como el
humor, no se crea de la noche a la mañana, más bien prevalecen, como en los
viejos asnos, los vicios y las mañas adquiridos en el transcurrir del tiempo
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