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lunes, 1 de abril de 2013

Política-Bachelet: La opinión de un sociólogo


CHILE: ¿PARA QUÉ NUEVAMENTE BACHELET?
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Marx apuntaba en “El 18 brumario de Luis Bonaparte”, que la historia se repite siempre en primera instancia en el modo de tragedia, para hacerlo luego como simple comedia.
En Chile no hemos tenido experiencias de repeticiones en el cargo presidencial por parte de las personalidades individuales, lo que habla, en parte, bien del proceso de relevo democrático que nos ha caracterizado.
Esta cualidad no ha impedido que se instale, en el último tiempo, una especie de perversión del postulado de Pareto (el filósofo), relativo a la “circulación de las elites”, porque en la experiencia extensa de la Concertación en el poder, lo que se dio no fue una “circulación” sino una “circularidad” de las elites, lo que confirma la sentencia de Karl Marx relativo a la “comedia” como corolario de la iteración de los mismos en el poder.
El pensador del materialismo histórico tiene razón, pues la historia nunca puede repetirse como realización, pues de ser necesariamente ésta una“tragedia”, está siempre cargada de efectos trascendentes. Entonces cuando asoma la puesta en escena de los rotativos históricos, el intento de reponer los actores y las condiciones termina, necesariamente, en una tramoya disparatada y dislocada en todas sus aristas, es decir en una burda y nefanda “comedia”.
Lo que se dio en la posdictadura, en Chile, fue una simple “circularidad” de las mismas directrices y de los mismos personajes. ¿Que variaban los Presidentes? Bueno, se retiraba una máscara y era sustituida por otra; las políticas eran las mismas y los personajes de fondo, en el poder nunca variaron.
Tan notoria fue esta “circularidad”, que los votantes terminaron literalmente “cabreándose” de la inmovilidad, de la molicie y de la impotencia de los dirigentes entronizados para hacer los cambios, desde 1989, y que luego de 20 años agotaron sus disculpas para justificar su incapacidad emasculada de ensayar nada que valiera la pena.
Los avances y grandes progresos que dicen haber realizado, conforman simplemente el proceso de una “revolución silenciosa”, de esas que gustó predicar el alicaído Joaquín Lavín, como mérito de los políticos y que en realidad son efecto mayormente de los cambios aleatorios de las circunstancias mundiales antes que las locales.
No tenemos espacio para efectuar un análisis detallado de lo que afirmo en esta frase, pero baste un par de ejemplos.
 
1.- La reducción de la pobreza, que se cacarea tanto, como éxito de la gestión concertacionista, no es en realidad un logro, sino más bien un camuflaje, pues la gran masa de los que se dice salieron de la pobreza permanecen en ella. La forma de medir la pobreza en Chile es inmoralmente falsa y técnicamente insostenible para los patrones de referencia mundial. Por otra parte, gran número de los que salieron supustamente de la pobreza, se ubican ahora a milímetros del otro lado de la frontera, es decir no dejaron de ser pobres, sino que son menos pobres, pero milimétricamente. De hecho, ante cada crisis que hemos vivido, esa gente regresa al otro lado de la frontera, es decir a la pobreza más desnuda.
 
2.- El crecimiento económico vivido en la primera mitad de los 90, se debió fundamentalmente a dos factores: a) las privatizaciones de recursos del Estado, que es pérdida de recursos sociales para financiar gastos que los capitalistas se niegan a financiar vía impuestos; b) La crisis asiática vino a desnudar las debilidades de nuestro “portentoso crecimiento” (que no es desarrollo). Luego de una recesión de seis años, provocada por la incapacidad de los economistas de entonces, que no supieron aplicar políticas contracíclicas, Chile es salvado de la debacle social y política que se cernía sobre los gobiernos de Frei y Lagos. Esto no fue por la genialidad de nuestros políticos y economistas, sino por la genialidad de China, que supo salir de la crisis acelerando su inversión interna y demandó para ello gran cantidad de cobre. Fue nuevamente el “sueldo de Chile”, la “viga maestra” de nuestro desarrolló la que nos ha sacado adelante hasta el día de hoy. Claro que se debe denunciar el hecho de que justo cuando Chile tiene la posibilidad única en su historia de salir del atraso en un par de generaciones, gracias a la riqueza enorme del cobre, este bendito país junto a esta poco bendita dirigencia política, se les antojó dilapidar y regalar esos recursos preciosos, entregándolos a gratuidad a las potencias extranjeras.
Es por eso que no hay recursos para saldar la deuda social que ha empujado este enriquecimiento enorme del decil más rico. Es lógico que si en una familia los padres no gastan en educar ni dan salud a sus hijos, tampoco en alimentarlos bien ni permitirles divertirse, estos padres desnaturalizados podrán lucir capitalización notable con sus ingresos. Y eso es justamente lo que han hecho en estos años con el pueblo de Chile.
La Alianza por Chile llegó al poder por falta de alternativas ante una coalición agotada y fracasada, como de hecho lo es la Concertación. Y vino a profundizar los horrores y errores de la decaída coalición, no a corregirlos, pues sus políticas son gemelas, aunque ahora sin edulcorantes discursivos.
Entonces ¿qué aportaría una candidatura como la de Bachelet?
Debemos estar claros en que si la sonriente Bachelet llega al poder, no podrá hacer nada distinto ni mejor de la que ya hizo, que es más de lo mismo, en el mismo esquema concentrador, pro empresarial y transnacionalizador que ya hemos señalado. Con la diferencia que ahora el pueblo ha despertado y ha sido capaz de instalar sus demandas de manera frontal y sin complejos.
¿Debemos creer que esta vez los mismos políticos de siempre estarán disponibles para hacer algo diferente a lo que ya hicieron?
Más bien, da el clima para pensar que de la “tragedia” de la primera experiencia histórica de la Concertación, pasaremos a experimentar la “comedia” más bochornosa, pero una comedia triste, pues la “alegría” nunca llegó en 20 años, y es sabido que el buen talante, como el humor, no se crea de la noche a la mañana, más bien prevalecen, como en los viejos asnos, los vicios y las mañas adquiridos en el transcurrir del tiempo

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