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viernes, 1 de octubre de 2010

Ecuador: ¿otra Honduras?

Por Hugo Latorre Fuenzalida


Fresca está la experiencia triste del caso Honduras cuando llega esta arremetida levantisca en Ecuador. Lo curioso de este problema es la coincidencia que se trata de países con dos presidentes claramente progresistas en esta región lationoamericana.

Ya Chávez tuvo lo suyo, cuando Carmona “el breve” se alzó junto a unos pocos empresarios y militares contra el presidente bolivariano, con resultados distintos a los del malogrado presidente Zelaya, quien fue definitivamente desbancado por los golpistas, envalentonados ante la postura timorata de los gobiernos democráticos y por la testarudez de EE.UU., que cree más en el unilateralismo derechista que en la pluralidad de opciones democráticas en su patio trasero.

Tanto Chávez como Correa han sido apoyados por sectores democráticos de las FF.AA., lo que habla de una perspectiva positiva para la Región, pues ello hace ver que el “gorilismo” reaccionario está siendo reemplazado por unas fuerzas armadas más sólidamente ancladas en los principios institucionalmente democráticos.

Honduras deberá aprender la lección y nunca más debe aceptarse livianamente a un presidente elegido en las circunstancias derivadas de un golpe de estado. No debe ser “blanqueado” en legitimidad por una elección citada por los golpistas a poco tiempo de efectuado ese golpe, pues se sabe que el temor de la población deslegitima cualquier resultado.

Indudablemente, en el caso de Ecuador, el levantamiento de la policía por temas reivindicativos, corresponde a una simple disculpa para destruir el sistema democrático y luego mañosamente transar nuevas elecciones con el aval de los que estén dispuestos a prestarse a un segundo capítulo de una infamia exitosa, como ya la tenemos instalada en Honduras.

Alegra esta reunión de urgencia de UNASUR; lo que queda por ver es qué efectividad tienen estas reuniones, porque también hubo UNASUR en el caso Honduras; también hubo OEA, en el caso Honduras y ninguno fue suficiente para enfrentar el cambio de postura del gobierno del Norte, quien presionó para legitimar una salida electoral, alentada desde el golpismo y desechar el forzamiento de una restitución del poder legítimo, que habría sido la única señal clara y contundente contra los golpistas agazapados de esta región tan acendradamente conspirativa.

Ahí están las consecuencias de una inconsecuencia; ahora en Ecuador los golpistas creen poder repetir con éxito lo que se permitió hacer y obrar en Honduras. Ya se abrió la compuerta, ahora es cosa de echar a correr nuevos caudales. Ese debe ser, necesariamente, el razonamiento de quienes repelen la democracia y más si esta democracia tiene perfume popular o social.

América Latina sigue en emergencia. Desde los golpismos de los 70 y la crisis enorme de los 80, esta Región no ha superado las crisis de desarrollo ni las de institucionalidad.

En el respiro democrático de los 90 y primera década del siglo XX, lo que se eliminó en tiranía política se ha reemplazado por una especie de despotismo económico. Somos una Región con grandes y crecientes sectores que se sumergen en la pobreza y la desesperanza; los gobiernos han sido desplazados a funciones subalternas y el Estado carece de recursos para cumplir una mínima función integradora.

La llamada “subsidariedad” del Estado, se ha convertido en una total inhabilitación del Estado, y en una sociedad moderna, un Estado paupérrimo, disminuido o precario constituye la mejor garantía de que se arriesga derivar a una sociedad autoritaria y antidemocrática. Los poderes que hoy manejan la economía no aceptan las interferencias odiosas de la política, menos si son populares o con sentido de responsabilidad nacional y social. Desean tener todas las manijas bajo su control, demás está decir que tienen poder y apoyos suficientes para intentar las aventuras golpistas. El usar las reivindicaciones económicas por parte de las policías o los militares es una excusa que ya la hemos conocido en Chile. Bien se sabe que el objetivo es otro, como lo ha denunciado el mismo presidente Rafael Correa de Ecuador.

A América Latina le queda mucho para ser una Región donde los países se soporten en Estados integradores, con institucionalidad insobornablemente democrática. Si no nos respetamos hacia nuestra interioridad, difícilmente nos respetarán quienes desde fuera nos prefieren débiles.

El comandante de la Policía de Ecuador, Freddy Martínez, dimitió a su cargo, dijo el viernes un portavoz de la entidad, tras una sublevación de efectivos de la fuerza pública que terminó en un violento enfrentamiento con militares.


El comandante de la Policía ecuatoriana, Freddy Martínez, dimitió a su cargo tras la rebelión de ayer.
Foto El Comercio de Quito

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