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viernes, 22 de noviembre de 2024

LA SEMANA DE MANUEL MONSALVE Y EL DEBILITAMIENTO DEL GOBIERNO FEMINISTA


El miércoles 23 de octubre fue la primera vez que el fiscal Xavier Armendáriz usó públicamente la palabra “imputado” para referirse a Manuel Monsalve. Aunque es un término procesal que se usa cuando alguien es denunciado por un delito, dejó en evidencia la compleja situación en que se encuentra el exsubsecretario del Interior del Gobierno del presidente Gabriel Boric, que renunció cuando se reveló en la prensa que había una investigación en su contra por presunta violación y abuso sexual y esta semana quedó en prisión preventiva en la Cárcel de Rancagua.

El aparece como “victimario” en un caso que tiene como víctima a una de sus subalternas en el Ministerio del Interior y quien lo denunció el 14 de octubre.  Armendáriz estaba la audiencia de cautela de garantías, que la defensa de Monsalve pidió para poder conocer la indagatoria (una audiencia de esta naturaleza es una instancia en la que se revisa que el proceso judicial y las garantías constitucionales del acusado se cumplan).

Así, este caso es el más estruendoso ocurrido al interior de un Gobierno o al menos que se recuerde en los últimos años. Los daños al interior de este son gigantescos y las consecuencias se mantienen de día en día en una gran incógnita.

 Y, aunque esta audiencia pudo haber sido reservada, como querían sus representantes, el juez Ponciano Sallés determinó que sería transmitida por el canal del Poder Judicial. El Ministerio Público no se opuso a su publicidad. Tampoco María Elena Santibáñez, la abogada que asumió el martes la representación de la funcionaria, pero pidió que “cada vez que se haga alusión a la persona que está afectada por estos hechos”, no se indique su nombre, sino que se utilice la denominación legal de víctima.

El médico cirujano, de 59 años, un exdiputado por cuatro periodos (2006-2022) que renunció este jueves al Partido Socialista tras una militancia desde los años ochenta (la formación lo expulsó este viernes), enfrenta una acusación por hechos ocurridos entre la noche del domingo 22 de septiembre y la madrugada del lunes 23.

Según la querella, Monsalve cenó junto a su asesora, de 32 años, a quien habría citado para hablar de asuntos laborales, en un restaurante ubicado en el centro de Santiago, donde bebieron alcohol. Tras ello, su subalterna ha señalado que despertó al día siguiente sin recordar nada, en el hotel Panamericano —ubicado a pocas cuadras de La Moneda— donde residía el entonces subsecretario del Interior (financiado por La Moneda).

Pese a su alto cargo, Monsalve estaba sin sus escoltas, y no hay que olvidar que era llamado por algunos medios como “el zar de la seguridad en Chile”. Ahora que está en una cárcel pública, varios “poderosos jefes de bandas criminales” esperan pasarle la cuenta, a quien era la autoridad principal a cargo de la seguridad pública en Chile, lo que significa que su propia vida puede estar en peligro.

La Fiscalía también indaga otro hecho, del 1 de septiembre, cuando Monsalve, en un parque de la zona oriente de Santiago, según relató la denunciante, la habría besado sin su consentimiento, lo que podría configurar un abuso sexual “por sorpresa”, señaló Armendáriz.

Como dijimos ya, la acusación en contra de Monsalve ha golpeado fuertemente al Gobierno de Boric, declarado feminista desde que asumió el 11 de marzo de 2022.

Desde que el caso se hizo público, a través del diario La Segunda el mediodía del jueves 17 de octubre, la Administración progresista ha enfrentado una serie de cuestionamientos debido a que la ministra del Interior, Carolina Tohá, y luego el mandatario, se habían enterado el martes 15 de la situación de Monsalve, a través de Eduardo Cerna, el jefe nacional de la Policía de Investigaciones (PDI).

Pese a eso, al alto funcionario se le permitió viajar a la región de Biobío, ubicada a unos 450 kilómetros de Santiago, para hablar con su familia. Además, siguió en sus funciones por 48 horas más e, incluso, asistió a exponer a una comisión de presupuesto del Senado. Cuando salió del Congreso, Chile ya sabía que había sido denunciado por un delito sexual. No le quedó otro camino que renunciar a su cargo desde La Moneda.

Durante una semana, el Gobierno trató de explicar lo inexplicable, en diversas vocerías, por qué Monsalve siguió en su puesto y ha insistido en que su renuncia ya estaba decidida 48 horas antes de que La Segunda revelara que era investigado.

Se suma a todo esto una controvertida rueda de prensa de 53 minutos, del viernes 18 de octubre, en la que Boric abrió varios flancos cuando contó pormenores de la reunión que sostuvo el martes 15 de octubre con el entonces subsecretario para tratar el tema. En otras palabras, su conferencia de prensa hundió mucho más al gobierno y especialmente a su propia figura, quedando como un político mediocre y limitado.


Pero, este miércoles, tras la intervención de Armendáriz ante el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, aunque el Ministerio Público todavía no ha formalizado la investigación, el fiscal realizó una serie de las revelaciones sobre las actuaciones de Monsalve como subsecretario, entre ellas, que hizo gestiones a través de la PDI para llegar “al círculo íntimo de la víctima” previo a que fuera denunciado. Al día siguiente de la entrega de esos antecedentes, el Gobierno cambió radicalmente el tono frente al caso. Y así, en medio de la crisis política que golpea al oficialismo, el Ejecutivo inició su primera ofensiva en contra de su ex hombre de confianza.

Armendáriz, por ejemplo, cuando se refirió a Monsalve, señaló ante el juez que, como Fiscalía, “sabemos que ha habido gestiones previas sin que mediara ninguna denuncia ni ninguna comunicación oficial a autoridades superiores por parte del imputado” y que “ordenó llevar adelante diligencias con sigilo que no solo asistieron en estas intervenciones de cámaras, sino que, además, llegaron al círculo íntimo de la víctima”. Y agregó que “el primer detective que habló con la víctima fue una persona dentro del curso de estas diligencias ordenadas, pedidas, sugeridas, y no voy a usar más verbos porque todavía no sé exactamente cómo encuadrar esa actividad, hasta que tengamos completos los hechos por parte del imputado. Se acercaron a su departamento”.

El Ministerio Público detectó muy poco después de que se presentó la acusación que Monsalve, cuando todavía trabajaba en La Moneda y la asesora no había concretado la acusación, realizó las gestiones como pedir a funcionarios de inteligencia para que revisaran las cámaras de seguridad del restaurante donde cenó con su subalterna, y también las del hotel Panamericano.

Monsalve, para el fiscal, “aprovechándose de su condición y del tipo de funcionario público que era y su contacto con la Policía de Investigaciones, pidió llevar adelante diligencias para buscar antecedentes de cámaras respecto del 22 al 23 de septiembre (en el restaurant y en el hotel)”.

El exsubsecretario —agregó el fiscal— le señaló, cuando lo vio el 15 de octubre en el transcurso de una diligencia de orden y registro a su habitación del hotel, un allanamiento, que no se acuerda de nada de lo que ocurrió la madrugada del 23 de septiembre.

Previamente, para poner en contexto las gestiones que realizó Monsalve antes de ser denunciado, Armendáriz también se había referido a la asimetría que existía entre el ahora exsubsecretario y su asesora. “Entre el imputado y la víctima hay una relación asimétrica. Uno es el jefe de la otra. Pero, además, no es cualquier jefe. Es una figura pública. Es una figura que tiene peso en el ámbito social. Tiene poder, tiene influencia, tiene alcance. No es cualquier jefe”. Y añadió: “Por un lado, tenemos una persona de peso, en un delito, en un contexto de la esfera de la sexualidad, de una persona que es subordinada a suya, y que lleva adelante actuaciones que pueden, podrían significar pérdida de evidencia”.

Tras los dichos de Boric, por la tarde del jueves, a través de la ministra Tohá, el Gobierno hizo su primera ofensiva en contra de Monsalve y pidió al Consejo de Defensa del Estado (CDE) que evalúe si el exsubsecretario, como funcionario público, pudo incurrir en un “potencial ejercicio indebido de funciones” y cometido eventuales delitos. Y, pocas horas después, por la noche, Eduardo Cerna, el director de la PDI, anunció que ordenó “el retiro absoluto” de la jefa nacional de Inteligencia Policial, la perfecta inspectora Cristina Vilches “en razón al estándar de prudencia necesaria para llevar a cabo las actuaciones en el marco de la Ley de inteligencia” y en el marco de los hechos “relacionados con el exsubsecretario del Interior”.

El viernes, el nuevo subsecretario del Interior, Luis Cordero (bajo a subsecretario después de ser ministro de Justicia), contó que la noche del jueves, previo a la destitución de Cristina Vilches, Cerna se reunió con él y Tohá en La Moneda para comunicarles la decisión. Y explicó que, además de las razones que entregó el jefe de la PDI, que la salida de la jefa de inteligencia también pesaron “los antecedentes adicionales que se han conocido estos últimos días y, especialmente, aquellos que se exhibieron por parte del Ministerio Público en la audiencia de garantías”.

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