En la foto, sentado el jefe del Gobierno, Olaf Scholz (derecha), y a su lado (izquierda) el destituido ministro de finanzas Christian Lindner.
La coalición gobernante de
Alemania entró en una seria crisis política, justo en un momento en que el
estado de ánimo de la población (casi 85 millones) está por “los suelos” debido
especialmente a la situación de inseguridad económica y energética como
consecuencia de las guerras (especialmente Ucrania en forma directa y el Medio
Oriente en forma de coletazos graves por el petróleo y el gas)
Pero la chispa que encendió el fuego fue la destitución del ministro de Finanzas, el liberal FDP, Christian Lindner. Así, la coalición gubernamental formada por el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Los Verdes y el Partido Demócrata Liberal (FDP) se ha debilitado completamente. Según una encuesta del instituto de demoscopia Allensbach del pasado septiembre, sólo el tres por ciento de los consultados respondió estar convencido que el gobierno actual era positivo para Alemania (para el resto aparece como negativo o neutro).
En todo caso, desde el punto de vista financiero, la guerra ucraniana iniciada por el líder ruso Vladimir Putin, hace casi tres años, les ha significado un enorme costo a las arcas germanas, lo que ha significado hacer serios recortes en otros sectores no militares, como los económicos y sociales.
Sin embargo, en otros estudios, como el del Atlas de la Felicidad 2024, el Informe de Equivalencia del Gobierno Federal y una nueva encuesta del Instituto Alemán de Investigación Económica, el nivel de insatisfacción con sus vidas en Alemania aumenta, sobre todo, porque ya se superó la pandemia de coronavirus y está bajando la inflación.
John Kampfner, excorresponsal
extranjero en Alemania de la agencia de noticias Reuters, observa que el estado
de ánimo en el país es siempre mucho peor que la situación real: "Esta
tendencia a quejarse (de los alemanes) es siempre una excusa para eximirse de
la propia responsabilidad, una especie de parálisis", explica, porque
"los alemanes se han vuelto demasiado cómodos. Siempre estuvieron muy
bien. Pero no existe una cultura de la innovación, en la que hay que
arriesgarse y empezar algo nuevo. En lo que respecta a la digitalización, por
ejemplo, estamos estancados en la Edad Media”.
El politólogo búlgaro Ivan Krastev dijo que "los últimos 30 años han sido tan buenos para Alemania que le gustaría seguir viviendo así para siempre. Pero el mundo ha cambiado radicalmente. La palabra clave es la guerra de Ucrania. Los alemanes, acostumbrados al éxito, se ven obligados a cambiar su estilo de vida, aunque su mentalidad es que todo debe permanecer siempre como está”.
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