SEGUNDA VUELTA
ELECTORAL EN PERÚ, UN EMPATE PELIGROSO
Por Luis Rafael
Gumucio
En el momento en que escribo esta
columna, con el 91% de las mesas escrutadas, Pedro Pablo Kuczynski (PPK)
lograba un 50,3% de los votos, frente al 49,7% de KeikoFijimori, es decir, una
diferencia de 0,6%, lo cual significa 100.000 de un total 16 millones de
electores – en Perú, a diferencia de Chile, es obligatorio, así las penas se
hayan ido reduciendo paulatinamente -.
El quiebre en esta elección se daba entre
el dilema fujimorismo, es decir, populismo, Estado narco ultraderechista y
mafioso, representado por la hija del otrora dictador, Alberto Fujimori, más
sectores al servicio de Vladimiro Montecinos, frente a la alternativa de un
candidato neoliberal, representada por PPK quien concitó un apoyo, sin
precedentes, de la candidata de izquierda, Verónica Mendoza y de los demás candidatos que
participaron en la primera vuelta; sin el de los seguidores de Mendoza, PPK no
habría logrado una mayoría, aunque fuera estrecha, sobre K. Fujimori.
El Perú es el país latinoamericano que ha
aportado varias experiencias de modelos de izquierda, caracterizados por la
originalidad y su diferenciación del totalitarismo estalinista, entre ellas, la
de Luis Carlos Mariátegui y, posteriormente, la de la Alianza Popular Revolucionaria
Americana, (el APRA), bajo el liderazgo de Víctor Raúl Haya de la Torre, y la
dictadura militar popular de izquierda, dirigida por Juan Velasco Alvarado. El
APRA ha sido prácticamente destruido después del segundo desastroso gobierno de
Alán García.
Verónica Mendoza, a la cabeza del FRENTE
AMPLIO, ha sido capaz de proponer un programa de campaña original y atractivo,
sin embargo, tuvo que contentarse con el tercer lugar en las pasadas elecciones
de la primera vuelta, con una importante votación, el 15,3%, a dos puntos del
segundo candidato, PPK. Esta postulante a la presidencia no tuvo ninguna duda
al decidir su apoyo a un frente antifujimori capitaneado, esta vez, por Pedro
Pablo Kuczynski.
La estrecha diferencia entre ambos
candidato en esta segunda vuelta plantea serios problemas de gobernabilidad
para cualquiera de los dos aspirantes al Palacio Pizarro: en Perú, el
Parlamento es unicameral, integrado por 130 miembros, de los cuales el partido
Fuerza Popular fujimorista eligió 68 diputados, mientras el partido Ciudadanos
por el Cambio, PPK, tiene 20; el Frente Amplio de Mendoza, también llegó a
veinte diputados; la Alianza para el Progreso, dirigida por César Acuña, 12
parlamentarios; la Alianza Popular, de Alfredo Barnechea, 5 y el APRA, de Alán
García, 5 diputados.
Perú tiene un régimen presidencialista
que, a diferencia del chileno, ha pretendido atenuar esta asimetría de poderes
con la existencia de un Primer Ministro que, en cierto grado, cumple el rol de
Jefe de Gabinete. Un gobierno con minoría en el Parlamento tiene pocas
posibilidades de subsistir, salvo que logre una alianza amplia y, de esta
manera, deje de lado su programa de gobierno para privilegiar el acuerdo
celebrado entre los partidos que integran el gobierno, así sea disímiles – en
Chile tenemos múltiples experiencias de gobiernos de dobles minorías -, por
consiguiente, este tipo de democracia de los acuerdos está siempre en la
“espada de Damocles”, pues basta que un partido del bloque abandone el gobierno
para que se ponga en peligro el mismo sistema político.
Los últimos Presidentes en Perú han
terminado con un bajo apoyo popular, en general, menor al 20%. Así ocurrió con
Alejandro Toledo, Alán García y con el actual, Ollanta Humala, que cayó en
picada al entregarse en cuerpo y alma
Mario Vargas Llosa, traicionando todos los ideales del cacerismo,
(Andrés Avelino Cáceres, líder de la
guerrilla peruana que resistió la ocupación chilena, sobre todo en la sierra,
en el Perú), cuyo nacionalismo a ultranza se expresaba en un marcado rechazo a
rechazo a Chile. A la larga, nada ha quedado de Humala, que se le comparaba en
su época con el chavismo - en las elecciones de hace 5 años PPK votó por la
candidata hija del dictador, acusando a Humala
de chavista -.
En la actualidad, el prestigio de los
Presidentes es pasajero: a los pocos
meses de iniciado el gobierno ya su apoyo se reduce a la mitad y, muy
rápidamente, terminan en caída libre, con rechazo ciudadano de más del 80% y
sin posibilidad de remontar. En el caso peruano, esta caída contrasta con los
índices de crecimiento en el país que, en verdad, disimular una
sociedadtremendamente desigual.
La división del país en dos grandes
conglomerados, expresados en el clivaje dictadura-democracia, se da también en
el quiebre entre el norte y el sur: el primero para Keiko y, el segundo, para
PPK.
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