BENEVOLENCIA JUDICIAL
Por Camilo Escalona
Lamentablemente, son varios los casos judiciales en el país, cuyos desenlaces al menos transitorios, dejan perplejas o anonadadas a las familias que son víctimas de tales hechos o a la opinión pública. Lo que se percibe socialmente es que la sanción penal está bajo el grado de violencia desatada por la acción criminal o delincuencial que se ha ejecutado.
El más fuerte y comentado en
las últimas semanas fue, sin duda, la decisión de otorgar beneficios
carcelarios, en forma masiva, a una cantidad de reclusos dentro de los que se
contaban delitos y condenas por conductas criminales que a toda persona desaconsejarían
una resolución de tal naturaleza.
En el mismo sentido, resultan
sorprendentes decisiones que favorecen a delincuentes muy violentos, que
ejercen presiones y violencia extrema sobre personas indefensas golpeándolas
duramente y que refugiados en una detención sin antecedentes anteriores,
reciben el beneficio de la libertad provisional y salen con desparpajo desde
los Tribunales directamente a la calle.
Así
también es desconcertante un fallo originado en Ovalle, como consecuencia de un
femicidio frustrado, cuyo autor es favorecido por el atenuante de un
"estímulo poderoso", el que vendría a ser la infidelidad de la
víctima. La Corte de Apelaciones de La Serena confirma lo obrado y el autor
recibe cinco años de libertad vigilada, es decir, que a pesar de las lesiones
graves que tipifican el caso como homicidio frustrado no verá un día de
encierro.
Esto ocurre en el contexto de
un país estremecido por el homicidio frustrado que, en Coyhaique, dejara
gravemente herida y con pérdida de la visión a una mujer víctima, como tantos
otros casos, de la violencia despiadada de su pareja, contra la que el
Ministerio Público lleva adelante un procedimiento judicial, sobre la base de
las pruebas que testigos le entregaron para imputar a dicho procesado. Se trata
de una violencia homicida contra la mujer que se anida en algún rincón del alma
humana para desbocarse en crímenes estremecedores.
Lo dramático que estas
agresiones criminales en contra de la mujer se suman a muchas más, tantas que
se vuelven innumerables, en que adultos jóvenes acicateados por un impulso
irracional se dejan arrastrar por una vorágine de odios y furia que termina con
el asesinato de sus parejas o en un caso de homicidio frustrado.
Ante esta irracionalidad que
arrasa con familias y parejas con una fuerza aniquiladora, la iniciativa
promulgada esta semana del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Genero,
cumple con uno de los compromisos del Programa presidencial. No cabe duda
que tendrá una ardua labor para lograr sus objetivos, ya que son tantos los
sucesos de este tipo que pareciera que, a pesar de llegar a la era digital, hay
muchos individuos a los que cuesta cargar, día a día, con su condición humana y
prefieren abandonarse a la barbarie del estado animal en su conducta de pareja.
Ahora
bien, no bastan las leyes se necesita una nueva conducta, una profunda y
auténtica humanización de las relaciones sociales y de pareja. Pero también del
Poder Judicial una acción más enérgica y un sentido de justicia que debe
desarrollarse mucho más todavía, lo digo por que el atenuante de la infidelidad
para aligerar la condena a un duro agresor, parece un despropósito más que una
decisión justa hacia tantas víctimas de la violencia contra la mujer.
No queda más que concluir que
no por andar rectos y de pie se adquiere la condición humana de manera
inmediata. El humanismo hay que practicarlo siempre, es una tarea social a
desarrollar cada día, y hay que constatar que es mucho lo que se debe
evolucionar todavía para consolidarla. El
carácter de humanos comienza por el respeto a la mujer, no hay que olvidarse de
ello.

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