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viernes, 29 de agosto de 2014

TRILOGÍA
LA PÓCIMA DE MURTI-BING: O EL IMPERIO DE LA IDEOLOGÍA
Por Hugo Latorre Fuenzalida

 El escritor polaco lituano Czeslaw Milosz, en su libro “El pensamiento cautivo” (1953), hace un relato que es casi una parábola. En este relato plantea la existencia de una especie de mago llamado “Murti Bing”, quien procede desde oriente y tiene la virtud de poseer una pócima capaz de borrar las sospechas y hacer mirar el mundo de una manera ingenuamente positiva, casi celestial. Este mago manda hacia occidente unos adelantados o propagandistas que convencen a los militares y dirigentes de estar región para que beban la pócima encantada.
Pasa el tiempo y después este taumaturgo, hechicero y nigromante, aparece con sus ejércitos, los que no deben presentar batalla, pues la pócima hace que sea recibido por los militares del occidente como un sabio benefactor. Obviamente las huestes de Murti Bing someterán a occidente de manera blanda y sumisa, pero con el convencimiento de que eran abrazados por un poder amistoso y complaciente.
Con este relato, Milosz quiso decir que occidente estaba siendo conquistada ideológicamente por un movimiento tremendamente peligroso, que insinuaba una acogida gratificante, pero que no era más que un engaño para luego lanzar el zarpazo represivo.
La conquista ideológica, que se exhibe llena de promesas de bienestar y progreso, puede encerrar una trampa de opresión y dependencia tremendamente peligrosa.
Los partidos comunistas y los movimientos populares, representaban para Milosz esa pócima portada por los adelantados del hechicero para reblandecer a los regímenes de occidente y luego dejarse caer con las fuerzas militarizadas sobre un enemigo sin capacidad de respuesta.
Bien sabemos la historia de Polonia, que desde el levantamiento fue abandonada al régimen soviético, que la engulló en sus fauces hasta la caída del régimen comunista en manos del movimiento Solidaridad.
Milosz consideró al régimen soviético una distorsión del predicado marxista, sin negar el potencial de justicia y liberación que esa ideología traía en sus postulados reivindicacionistas. No olvidemos que este pensador fue progresista, pero fue, por sobre todo, un libertario.
Nos interesa esta narración, pues el peligro desechado de Oriente, pasó a encarnarse, ahora, en el mismo Occidente. La ideología liberal en su versión descastada, o neoliberalismo, vino a echar por tierra todas las promesas engendradas por el pensamiento liberal: progreso, crecimiento, libertad, justicia y trabajo.
En la medida que sus promesas van siendo defraudadas en la realidad, la pócima ideológica de Murti-Bing, se expande de manera más abundante, portada por los adelantados de una prensa bien pagada, unos intelectuales venales, una tecnocracia sesgada y militante y unos militares unidimensionales.
Los políticos  que bebieron la pócima encantada,  creen vivir el “mejor de los mundos posibles”, como decía y soñaba el filósofo Leibniz. Entonces aportan con su flexibilidad moral y su elástica ética para cantar odas legislativas que permitan el imperio totalista imponer los postulados del sabio Murti-Bing, pero ahora transferido como servidor de los intereses ideológicos de las grandes naciones y empresas del Occidente imperial y globalizado.

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