CARABINEROS: DOS DESCRITERIOS
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Con las facilidades de filmar o grabar que se dan con las
nuevas tecnologías, es difícil que un hecho pase desapercibido para los medios de
comunicación, dejando expuesta a la población a la censura pública de cada uno
de los actores de la cotidianidad, que somos todos.
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Hace unos días se
difundió por la televisión el caso de un capitán de carabineros que conducía en
evidente estado de ebriedad y fue
fiscalizado por un sargento de la misma institución.
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El diálogo que se escucha en la grabación es de dos personas
puestos en aprietos: el sargento por detener a un oficial al cual debe
obediencia; el oficial por ser detenido en falta por un subalterno al que no
desea someterse.
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La lógica común parece favorecer al sargento que cumple con
su deber y desea detener al oficial en falta. La ley es pareja para todos, dirá
usted, y en eso tiene razón. ¿Pero no le parece que la ley fue hecha por
hombres y para los hombres y no constituye, un “ser en sí”, como diría Kant?
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Lo que quiero exponer es que si bien el suboficial cumplía
con su deber, es cierto también que lo
cumplió con un criterio estrecho, inflexible y cuestionable.
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Pongo ejemplos de las alternativas que pudo usar el
suboficial ante su superior hallado culpable de beber y manejar, estando
prohibido por ley.
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En primer lugar, pudo, al saber que se trataba de un
oficial, ponderar que si era detenido y procesado por esta “falta”, le costaría
una mala calificación o la degradación o la expulsión, tres elementos
suficientemente graves para la vida de un uniformado, como para detenerse a
pensar en las consecuencias de una acción puntual.
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Bien sabemos que no es igual detener a un civil en estado de
ebriedad y conduciendo, que hacerlo con un uniformado, que es quien debe
justamente resguardar lo que la ley manda. A un civil le costará una sanción
poco relevante, como firma y suspensión de licencia por un tiempo largo; al
segundo, en cambio le cuesta la carrera.
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Yo pienso que usando un buen criterio, y no faltando al
deber, se pudo advertir al oficial de su estado y de la imposibilidad de que
siguiera conduciendo, por lo que se le pudo convencer de llevarlo hasta la
comisaría y dejarlo en recuperación hasta que pudiese conducir. También se pudo
realizar otra operación, cual es la de llevarlo hasta su residencia,
conduciendo el auto uno de los carabineros que fiscalizaron. Una tercera opción
es permitir que llamase a algún familiar
o amigo que fuese en auxilio del oficial y le llevara a casa, seguido de la patrulla
para cerciorarse de que llegue a casa y no a otra juerga.
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Esto es usar un buen criterio, sin faltar al deber que es no
arriesgar la vida de las personas, y categórico de la ley, el empleo del humano
criterio se hace muy poco habitual.
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También es cierto que se han dado casos de solidaridad
perversa entre miembros del gremio uniformado, por lo que todos aplauden el
valor y apego a la ley de este suboficial, pues mostró agallas y rectitud ante
el deber, incluso ante el hecho de tratarse de un superior dentro de la
institución.
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Pero, por otra parte, sabemos que hasta los uniformados
tienen una “vidita”, más si son jóvenes, y que de pronto se pueden tomar sus
copetines demás y no atender a las razones de no conducir, ya que no hay
borracho que no se crea Fittipaldi.
Tuvo, este oficial, la mala pata de que lo controlaran, pues Santiago y
otras ciudades grandes del país se coluden para exhibir borrachines al volante,
los fines de semana, que pasan piola y constituyen multitud.
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Yo no sé si existe al interior de Carabineros un espíritu
tan rígido respecto a estas faltas de sus colegas o pueda darse un ánimo de
retaliación ante un mando superior que goza de privilegios que los subalternos
no poseen ni en la más mínima proporción. Porque yo pienso que en este caso fue
mucha la “mala leche” del suboficial respecto al capitán sorprendido en falta.
Mandarlo directo al fiscal es abrirle proceso de manera definitiva e
ineludible…y eso no sé si se debe hacer en una falta tan común y corriente como
la que cometió este capitán, que ya fue dado de baja.
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Creo que hubo otras opciones que son menos legalistas, pero
sí más provechosas para todas las partes involucradas. Pienso que se usó una
munición demasiado pesada para algo que ameritaba no más que una reprimenda y
una lección. Terminó todo en un Show mediático y en un drama familiar y
personal para este oficial que puede que en toda su trayectoria haya sido
eficiente e impoluto.
Estimado amigo:
ResponderBorrarEl problema es que conducir en estado de ebriedad es un delito. Te expones a 2 años de suspensión de licencia de conducir, multa de 2 a 10 UTM y presidio menor en su grado mínimo (61 a 540 días), por lo tanto quedas con antecedentes penales. Bajo estas condiciones un oficial de Carabineros ni tampoco un empleado público puede seguir ejerciendo sus funciones. No se trata de lealtad u otra cosa, el sargento solo cumplió con su deber.
Tu amigo Walter