Por Roberto Fantuzzi
La nueva era de la Presidenta Michelle Bachelet trajo consigo el regreso de debates que han sido históricos en el ámbito nacional.Y es que la discusión actual sobre la gratuidad y calidad de la educación superior en Chile ha generado una pugna que al parecer no logra reunir puntos de consenso.
Teniendo esto en consideración, creo que hay una serie de aspectos en cuanto a políticas educacionales que no se han tenido en consideración, puesto que tal como nos preocupamos de modificar el actual sistema y muchos apuntan a generar un cambio ligado netamente a lo económico, yo apuesto por centrar nuestra atención en el escenario de la formación superior técnico profesional en Chile.
El mundo laboral en nuestro país se encuentra configurado bajo la estructura de lo que conocemos como la “pirámide invertida”, pues proporcionalmente en Chile existen nueve profesionales por cada un técnico aproximadamente, cifras bastante diferente a las que poseen los países desarrollados como Alemania, donde la situación es al revés, 9 técnicos por cada profesional . No cabe duda que estos datos son producto del legado cultural hispano que poseemos, ya que hay muchos que prefieren andar con corbata que con el overol.
Si hacemos una radiografía de nuestra sociedad, nos encontramos con la similitud de que el deseo de todo padre es que su hijo llegue a la Universidad. Este “anhelo” hace ya varios años se ha configurado como el factor común de muchas familias.Lo mismo ocurre con los jóvenes, ya que la mayoría de ellos dedican sus mayores esfuerzos con la finalidad de obtener un título profesional y no para ser técnicos.
No tengo duda de que en estas materias nuestra labor radica principalmente en dignificar el uso del tradicional overol, prenda característica de faena que en los países desarrollados miles de trabajadores sienten orgullo de portar, esto, producto del concepto diferente que tienen de vida.
Una de los aspectos fundamentales en este ámbito, se relaciona directamente con la necesidad de volver a industrializar a nuestro país y para ello se hace indispensable dar un vuelco a la pirámide que constituye el panorama laboral chileno: deben haber más técnicos y menos profesionales. No podría precisar en qué momento la corbata se convirtió en un signo de “status” que ha dejado casi invisible a los trajes típicos de trabajo.
Los desafíos que deben enfrentar los expertos en materias educacionales claramente deben apuntar a incrementar los esfuerzos en la formación de escuelas técnicas superiores, así como las rentas de quienes proceden de ahí.
Ante ello, propongo llevar a cabo un matrimonio entre el sector privado con la educación con el objetivo de detectar inicialmente las necesidades requeridas en esta área, ya que es importante que estas dos partes se conozcan y trabajen en conjunto, pues al parecer están en burbujas completamente separadas.Asimismo, considero urgente la implementación del sistema dual en los Colegios Técnico Profesionales.
Si el propósito de los últimos gobiernos es que Chile logre constituirse como país desarrollado, es imprescindible dar un vuelco a la visión que se tiene con respecto a los técnicos, muchos podrán decir que son realidades diferentes, pero no por eso, dejarán de ser menos importantes. El hecho de que los conceptos “universitario y no universitario” se hayan instalado en el mundo laboral, no es otra cosa más que el reflejo de una diferenciación que debe detenerse.
El panorama económico y laboral actual claramente sugiere más técnicos que respondan a las necesidades específicas del mercado. Promover estas carreras y valorar la tarea de quienes las ejecutan, contribuirá significativamente a la economía nacional, aumentando la competitividad de los trabajadores y por sobre todo, abriendo las puertas para iniciar el camino hacia la reindustrialización del país.
Dado la relevancia que ha tomado la educación en el debate público y la atención que se ha dado a las demandas generadas por el movimiento estudiantil de 2011, no debemos olvidar que existe un segmento que también merece ser escuchado. No corresponde dar la espalda a los centros de formación técnica profesional.
El debate educativo debe incluir dentro de sus demandas la necesidad de fortalecer la educación técnica y la sociedad debe revalorizar a quienes por años fueron el pilar de la economía nacional.Si no está de acuerdo, entonces que venga un ingeniero a arreglarme el auto.
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