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lunes, 12 de mayo de 2025

EEUU CONVERSA CON MADURO PARA CANJEAR Y LIBERAR PRESOS A CUALQUIER PRECIO


Los contactos para un canje de presos en el marco diplomático no se alteran por el hecho de que exista una recompensa, especialmente en el caso del dictador venezolano Nicolás Maduro. En esta forma se trata de lograr un canje 
de presos políticos venzolanos  con otros delincuentes encarcelados en El Salvador, en el marco de la diplomacia.


Este plan sólo puede concretarse si Maduro muestra credibilidad, sin dilaciones ni concesiones de otro tipo, ante la administración de Donald Trump. Esas conversaciones “son viables, siempre y cuando entiendan que se enfrentan a otra contraparte, a otra administración”, afirma el diplomático y experto en conflictos y negociación, Juan Antonio Blanco. 

Mauricio Claver-Carone, enviado especial de Trump para América Latina, tras la salida de Richard Grenell, conduce las conversaciones con representantes de Maduro para que este libere entre 29 y 50 presos políticos extranjeros en Venezuela, entre ellos nueve estadounidenses, a cambio de 250 venezolanos acusados de narcotráfico que están recluidos en la cárcel de máxima seguridad habilitada en el Salvador por el presidente Nayib Bukele.


Claver-Carone “conoce perfectamente” cómo funcionan los regímenes de Cuba y Venezuela. Por tanto, no es persona a la que ellos puedan "marear la perdiz”, destaca Blanco. 


“EEUU no va a aceptar dilaciones ni el argumento de concesiones financieras para lograr la liberación de los presos. Lo único que Maduro puede conseguir es mejorar la pésima imagen internacional que tiene. En la relación de presos de 5 a 1 podría apostar a ganar un poco más de crédito sin perder su base social, pero no ganará nada fuera del trato específico del canje. Eso se lo puedo asegurar”, añadió Blanco al Diarios Las Américas de Miami.


No hay eventualmente otro obstáculo para que las conversaciones avancen, según el experto. Ni siquiera que Maduro permanezca como “buscado” en la página oficial del Departamento de Estado de EEUU con una recompensa por su captura de 25 millones de dólares, desde enero. 


“Eso no altera las conversaciones; se han desarrollado con Hamas que es una organización terrorista, incluso más que el régimen venezolano”, apunta.


El especialista en negociación advierte que EEUU, al igual que con el régimen venezolano, “debe tener una claridad casi académica de lo que puede hacer o no, y no dejarse arrastrar por un discurso emocional que puede innecesariamente excluir opciones que pueden dar ventajas”.


Juan Antonio Blanco, en primer lugar, remarca que EEUU y Venezuela adelantan una conversación, no un diálogo ni una negociación, una diferenciación clave en procesos diplomáticos.

“Aquí se está hablando sobre una cosa puntual que es lo que define una conversación, y esta consiste en explorar la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre el canje de narcotraficantes por presos, aunque el régimen de Maduro puede pretender otra cosa”, aclara. “El canje que se ofrece es el de los presos, no hay otro”.


Para Blanco, lo elemental en un proceso diplomático como este es saber en qué medida puede ser conducido a buen puerto, “porque todas las dictaduras no negocian de buena fe”. Esa es la forma típica de proceder de Cuba, Venezuela, Nicaragua, y de Rusia, evalúa.


“Todos esos regímenes tienden a abusar de los procesos de negociación con tácticas dilatorias para evitar la imposición de sanciones y crear expectativas de que podrían modificar su conducta en el futuro si la otra parte accede a concesiones que muchas veces son difíciles de aceptar”.


Menciona como ejemplo el Acuerdo de Barbados (octubre de 2023) sobre el cual las delegaciones de la oposición y del régimen de Venezuela, con la de EEUU, mantuvieron un diálogo en el que se fijaron condiciones de elecciones libres y respeto a los resultados, que luego Maduro no cumplió. 


A pesar de eso y de las dilaciones, obtuvieron todas las concesiones por adelantado. Lo vimos luego con las elecciones que ganó limpiamente la oposición en las peores condiciones, porque le pusieron trabas tremendas, y aunque pudieron demostrar que vencieron, el régimen no ha hecho nada por cambiar su conducta”.


Ante esto, Blanco asegura que en un proceso no hay problema más terrible que un negociador sin credibilidad, que no cumpla los acuerdos. 


“Cómo recuperar una imagen mínima de credibilidad para que luego se sienten a negociar es una cosa que les puede interesar tanto a La Habana como a ellos”, dice. Para el régimen de Maduro liberar a 50 personas de los más de 900 presos políticos, 17 extranjeras y nueve norteamericanas entre ellas, todas detenidas sin derechos, les sirve de poco, apunta Blanco. “Solo puede servirles para ganar imagen de compasivos, pero a ellos no les interesa eso, sino obtener concesiones económicas, y están tratando de llevar el proceso a eso”.


Tras analizar las condiciones mínimas que debe tener un proceso diplomático de conversación y luego de negociación, el experto resalta la importancia de “conocer muy bien” la naturaleza de la contraparte con la que se negocia, su lógica, sus tácticas, su conducta.


EE UU lo tiene claro, indica. Esto, a pesar de las críticas que han generado los anuncios de la Casa Blanca de que se ha estado “negociando” directamente con países como Irán o con organizaciones terroristas como Hamás. 


Y también con Maduro, a quien el Departamento de Estado mantiene como “buscado” como líder del Cártel de los Soles vinculado al narcotráfico y sobre quien pesa una recompensa de 25 millones de dólares.


El gobernante autoritario de Venezuela, además, está acusado desde 2020 por narcoterrorismo y conspiración para importar cocaína, posesión de ametralladoras y dispositivos destructivos, en un proceso federal del Distrito Sur de Nueva York, según la información oficial. Pero eso no altera las conversaciones ni otorga ningún tipo de legitimidad a la contraparte con la que se trata, como es el caso de Maduro. Se está conversando sobre algo muy puntual que obviamente depende de que él le dé una solución al problema”.


Blanco afirma que "única y exclusivamente se ha encontrado un punto donde se puede conversar para ver si se le puede dar a ese asunto específico una solución".


“Esos regímenes son gánsteres que tienen atrapados a sus pueblos y negocian para su beneficio privado, y según como son se aplica algo sin lo cual no se logran resultados: el uso o amenaza creíble, convincente, de la fuerza, sea económica, política o incluso militar, incluso, que les hace entender que en realidad se negocia su existencia”, indica Blanco.


Blanco opina que EEUU debe tener en estos casos “una claridad casi académica” para saber qué hacer y no dejarse arrastrar por el discurso emocional que “puede innecesariamente excluir opciones que dan ventajas”. 

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