“Abusan con
nosotros. Los sheriffs se ríen mientras nos tratan como perros”, afirmó Ricardo,
uno de los deportados a Bío Bío.
Según su
testimonio, fue detenido en noviembre en Miami y que estuvo siete días en una
“mazmorra” (cárcel). “Dormía en el piso sin comer. Me perdieron todas mis
cosas”, expuso. Tras ser trasladado a Luisiana y luego devuelto a Miami,
criticó la desorganización de las autoridades norteamericanas. “No sabían qué
hacer con nosotros. Fue un maltrato psicológico”, aseveró.
Su testimonio coincidió con el de otros que llegaron con bolsas de plástico con sus únicas pertenencias.
José
Fernández, otro
deportado, explicó que fue arrestado pese a tener un matrimonio con ciudadana
estadounidense y trámites de residencia en curso. “Pasé dos años y cinco
meses en una cárcel disfrazada de centro migratorio. Nos hacían dormir en
el suelo sin frazadas”, detalló. Fernández aseguró que el acceso a abogados era
un privilegio. “Solo llamabas a tu familia si tenías dinero. Los demás éramos
animales para ellos”, aseveró.
Un tercer
deportado, que prefirió no dar su nombre, fue detenido mientras se dirigía a su
trabajo en Luisiana. “Tenía permiso laboral y residencia en trámite, pero me
encerraron tres semanas sin explicaciones”, contó. Durante su encierro, solo
pudo comunicarse con su esposa cubana, radicada en EE.UU.: “Nunca hablé con mi
familia en Chile. ¿Cómo iba a avisarles?”.
Las condiciones del viaje profundizaron el drama. “Si te arrestaban en bóxer, te deportaban así. No importaba si llevabas años allá”, señaló Fernández, mostrando documentos que reemplazaron sus pertenencias perdidas.
Mientras
algunos familiares celebraban con abrazos tras la llegada, otros cuestionaron
la falta de apoyo consular . “¿Dónde estaba Chile cuando los trataban
como criminales?”, preguntó una de las familiares presentes en la zona de
llegada de los chilenos deportados.
(*) Texto de Antonio González, Periodista-Editor nocturno en BioBioChile.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario