Queda mucho tiempo de hoy a fines de agosto, cuando deberán ser inscritas las candidaturas definitivas a diputados y senadores al Congreso, sin perjuicio de la sequía, correrá el agua bajo los puentes. Esta elección será con voto obligatorio. El Servel informará oportunamente el padrón de ciudadanos habilitados, pero es posible proyectar un voto de alrededor de trece millones de electores en noviembre de 2025.
En este nuevo cuadro electoral, las tendencias detectadas por encuestas y sondeos de opinión adquieren importancia; esas tendencias dan un probable voto de izquierda de alrededor del 30%, y si se le agrega lo que va quedando de la DC podría subir; el voto conjunto de Chile Vamos, Libertarios, Republicanos, Social Cristianos, debiera estar en un 45%; por ahora Amarillos y Demócratas apenas marcan; al medio quedan unos dos millones seiscientos mil votos. Primero, un par de vueltas a la manivela de la moviola.
A comienzos de la década de los 1930, un estadístico belga de apellido D'Hont ideó un sistema que, lo llamó proporcional de cifra repartidora, diseñado para posibilitar mayoría parlamentaria y gobierno al partido conservador católico de centro derecha con entre 38% y 40% de los votos; por un tiempo fue considerado una curiosidad.
Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en el proceso de reconstrucción en Europa Occidental la estabilidad pasó a ser un bien muy apreciado, los ojos giraron al sistema proporcional de cifra repartidora; su primera aplicación tuvo lugar en Italia.
Y justamente en Italia por cuarenta y tres años gobernó la Democracia Cristiana con alrededor del 40% del electorado. En una ocasión De Gasperi obtuvo ligeramente más del cincuenta por ciento, en otra Amintore Fanfani estuvo rasguñando esa cifra.
El régimen proporcional, que permite el control del parlamento por un partido dominante o la alternancia entre dos partidos grandes, sigue vigente hasta el día de hoy en las democracias representativas europeas occidentales, a las que se unió España después de la muerte del General Francisco Franco.
La elección chilena de diputados y senadores al Congreso será con sistema proporcional de cifra repartidora, el sistema D'Hont, que privilegia, o si se quiere se favorece al partido más votado, también puede ser a la coalición de partidos en una sola lista.
Si consideramos la preferencia del 30% por la coalición de gobierno un voto duro, esa marca se ha repetido de manera consistente, y le agregan cuanto vaya quedando en la DC, podrían llegar a un 34%, muy cerca de ser la lista más votada.
De ser así, la coalición oficialista podría ganar una mayoría relativa en el Congreso aún cuando después pierda la segunda vuelta presidencial.
En la plazuela del frente, la derecha va dividida en dos listas: la de Libertarios Republicanos y Social Cristianos difícilmente serán competitivas por la mayoría congresional, sin perjuicio de llegar a sacar un considerable número de votos.
La lista de Chile Vamos, más si les resulta las negociaciones para agregar a los Amarillos y Demócratas -dos guindas en la torta- podría emerger como competidora por la mayoría congresional, siempre y cuando su candidata presidencial Evelyn Matthei consiga ejecutar bien su indispensable apertura al centro.
En este ejercicio se juega un giro copernicano, gobierno y congreso en manos de la derecha.
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