Por Eduardo-Garcia
El gobierno de Javier Milei en
Argentina llegó para ser impugnatorio; inicialmente, al menos, esa era una
voluntad declarada de las altas figuras de La Libertad Avanza. Su campaña
antipolítica contra la “casta” fue decisiva en su fulgurante ascenso a la Casa
Rosada en las elecciones de 2023. En aquella ocasión, amparado en una narrativa
anti Estado y en una retórica de desprecio contra el sistema político
argentino, consolidó 14 millones y medio de votos en el ballotage, 3 millones
más que Sergio Massa, el candidato del ⎻entonces oficialista⎻ Unión por la Patria.
Las contradicciones inherentes al
ejercicio del poder rápidamente colocaron al entorno de Javier Milei contra un
peculiar espejo. Tuvo que trazar acuerdos con amplios sectores de la “casta”.
Por un lado, en el poder legislativo. Allí, Javier Milei se halló desde el
inicio en notable minoría, consecuencia de su desempeño en las legislativas de
2023 y de su irrelevancia nacional antes de ellas.
Debe señalarse una particularidad del
sistema electoral argentino: cuando Javier Milei asume el poder en 2023, dos
tercios de los senadores habían sido elegidos en 2019 y 2021, y el 50% de los
diputados fueron electos en 2021. El partido de presidente anarcocapitalista no
se constituyó a escala nacional hasta las elecciones de 2023.
Por otro lado, en el poder ejecutivo.
Para conformar un gabinete funcional, Milei debió relegar a buena parte de los
nombres propios de su movimiento político, fundamentalmente por su nula
experiencia en la gestión pública y por ser, en muchos casos, figuras más bien
vinculadas con la estrategia de campaña. Varios fueron, pues, las personas con
amplia trayectoria en gobiernos de la “casta” que fueron incorporadas de
inmediato por el gobierno “libertario” para su gestión.
Patricia Bullrich y Luis Petri, candidatos
a presidente y vicepresidente de Juntos por el Cambio en 2023, rivales por ende
del propio Milei, fueron nombrados ministros de Seguridad, ella, y de Defensa,
él; Federico Sturzenegger, figura clave en los gobiernos neoliberales de Carlos
Menem y Fernando de la Rúa, precedentes inmediatos de la crisis social
argentina del año 2001, fue colocado al frente del ministerio de Desregulación
y Transformación del Estado.
Luis Caputo fue el nombramiento
“estrella”. Ministro de Finanzas del gobierno de Mauricio Macri en 2017 y 2018,
hombre central en el re endeudamiento de Argentina con el Fondo Monetario
Internacional (FMI), fue designado por Javier Milei como su ministro de
Economía. Otros, como Martín Menem, sobrino del expresidente Carlos Menem,
fueron ubicados en posiciones estratégicas, como la presidencia de la Cámara de
Diputados.
Los errores “no forzados” de Milei
Hasta enero de 2025, Javier Milei había
logrado sostener un notable nivel de apoyo, a pesar de las contradicciones
asumidas tras iniciar su mandato. Fundado sobre la base de una expectativa de
crecimiento tras el “amargo trago” del ajuste y los recortes, un porcentaje
reseñable del electorado argentino declaraba en las encuestas que,
efectivamente, consideraban seguir votando al presidente. Aunque nunca fue un
porcentaje enorme, sí consolidaba al líder anarcocapitalista como la opción más
loable de cara a las elecciones presidenciales de 2027.
Por supuesto, era muy pronto para hacer
una predicción así. Con tres años de gestión por delante y un “equilibrio”
macroeconómico frágil y, según analistas económicos, insostenible, las
posibilidades de que el gobierno de Milei viviera altibajos eran altas. Muchas
encuestadoras, además, señalaban su incertidumbre respecto a la “paciencia”
social con el ajuste: ¿cuánto tiempo sostendría el gobierno su apoyo en
sectores que declaraban vivir peor que con el gobierno anterior, pero seguir
apoyando a Javier Milei por la expectativa indefinida de un “rebote” de la
economía?
El reciente escándalo internacional de la criptomoneda LIBRA (en febrero último) que tras subir un 1.300% en horas se desplomó finalmente en cosa de segundos, precipitó las tendencias del oficialismo y el presidente en las encuestas. Según Zubán Córdoba, el episodio LIBRA fue efectivamente el tema central de la discusión pública argentina y fracturó en cierta medida la confianza de sendas capas de votantes de Javier Milei, que puso en jaque tres pilares de su construcción como “mito”: la honestidad, la “limpieza moral” y el expertise en asuntos económicos.
La de Zubán Córdoba no fue la única
encuestadora; todas mostraron, a partir de aquel 14 de febrero, una tendencia
negativa para el oficialismo. Atlas, por ejemplo, estableció una repentina
caída de la imagen de Javier Milei. En enero, un 55% de positiva frente a un
41% de negativa; en febrero, un 45% de positiva frente a un 50% de negativa.
Según Analogías, ese mismo “giro” fue de 5 puntos, la identificación
“oficialista” cayó del 52% al 44% y la confianza en la utilidad a futuro del
“sufrimiento” del ajuste pasó del 45% al 40%.
Opina Argentina registró una caída de 6
puntos en la imagen positiva de Javier Milei y un crecimiento de 7 puntos en la
negativa. Circuitos realizó un trabajo centrado en la Provincia de Buenos Aires
⎻el principal enclave electoral del país, con en torno a un 40% de los
electores⎻ y señaló que La Libertad Avanza está lejos de superar las expectativas
electorales del peronismo. De hecho, Milei apenas retendría al 54% de quienes
le votaron en 2023, y ni siquiera la suma de su espacio y el PRO, principal
socio del gobierno, quedaría por delante de Unión por la Patria.
La represión del 12 de marzo
En el marco de esta generalizada caída
en las encuestas, emergió en el debate público cuestiones como la
sostenibilidad del programa económico de Javier Milei, las consecuencias de un
nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional que el gobierno ha
anunciado sin la aprobación pública del propio FMI, la veracidad de los datos
oficiales sobre la inflación o la inevitabilidad de una devaluación del peso,
cuyo valor está “pisado” artificialmente según numerosos economistas.
Y, además, la oposición ⎻sobre todo aquella inorgánica, sin
vinculación partidaria clara⎻ llamó a apoyar la movilización de los
jubilados, el sector más afectado por el programa de ajuste del gobierno, que
se concentraba desde hace meses cada miércoles. Hasta entonces, la represión de
las fuerzas policiales había sido limitada, aunque sostenida. Varios de estos
miércoles se habían saldado con la lesión de algún anciano empujado o golpeado
por algún policía.
Bajo la premisa de “bancar a los
jubilados”, hinchadas de numerosos clubs de fútbol, así como distintas
organizaciones sociales, acudieron a la convocatoria del miércoles 12 de marzo
en los alrededores del Congreso de la Nación. Bajo las órdenes de la ministra
de Seguridad Patricia Bullrich, fueron desplegados grandes dispositivos de
Gendarmería, Prefectura y la Policía Federal que iniciaron la represión antes
de la hora de inicio de la marcha.
Las cifras de la respuesta de las
fuerzas policiales fueron contundentes. Más de cien manifestantes fueron
detenidos y liberados al día siguiente. Circularon por redes sociales y a
través de las televisiones nacionales imágenes de pensionistas recibiendo
agresiones físicas, menores de edad alcanzados por gas pimienta y, sobre todo,
la imagen de un fotoperiodista, Pablo Grillo, que fue disparado en la cabeza
por la policía con una escopeta de botes de gas lacrimógeno, perdiendo buena
parte de su masa encefálica en la frente y teniendo que ser hospitalizado de
gravedad.
Aunque, aparentemente, el “núcleo duro”
de apoyo al gobierno mostró altos niveles de respaldo al operativo desplegado
por Patricia Bullrich, quien declaró que el ataque contra Grillo estaba avalado
por su condición de “militante kirchnerista”, resta ver el impacto electoral de
la represión del 12 de marzo en los meses posteriores, en especial considerando
que, tal como ocurriera con el caso LIBRA, en este caso el ecosistema digital
libertario no logró dirigir los términos de la discusión sobre la represión en
redes sociales.
2025: año clave para el gobierno de
Milei
De fondo, por supuesto, las elecciones
legislativas del 26 de octubre de 2025. El gobierno de Javier Milei ha logrado
intervenir artificialmente el mercado cambiario argentino para mantener el
valor del dólar bajo, logrando así atrasar un repunte inflacionario que, según
numerosos analistas, será inevitable en el momento en el que el Estado
argentino deje de poner inyectar dólares en la economía.
Para ello, necesita con urgencia un
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La clave del desembolso de
dólares provenientes del organismo ⎻se habla de cifras entre 10 y 20.000
millones de dólares⎻ permitiría al Ejecutivo argentino mantener durante más
tiempo el valor del peso argentino, aspecto clave de cara a las elecciones
intermedias. No obstante, el clima de inestabilidad política y el escándalo
cripto generan dudas en un FMI que ya concedió un gigantesco préstamo al
gobierno de Mauricio Macri en 2018.
Las autoridades de la institución
financiera estarían exigiendo a Javier Milei amplios consensos legislativos
para el préstamo, asegurándose así que, en el evento de una derrota de La
Libertad Avanza en las presidenciales de 2027, Argentina no retoma la postura
contraria al FMI que ya mostraron los gobiernos kirchneristas. Sin embargo,
Milei no tiene los números en el poder legislativo. Hasta ahora, ha gobernado
por decreto, con una escueta minoría de un tercio que impedía que el poder
legislativo –de mayoría opositora– revirtiese sus medidas.
Este equilibrio, complicado desde el
inicio, parece estar viniéndose abajo. El mismo 12 de marzo, en simultáneo con
las movilizaciones en Buenos Aires, el Congreso argentino se disponía a debatir
la retirada de las facultades legislativas extraordinarias que le habían sido
concedidas al presidente a inicios de 2024. El presidente de la cámara levantó
irregularmente la sesión e impidió el debate.
Por el momento, algunas cuestiones
están aún irresueltas como parte de la discusión preelectoral. La oposición,
agrupada mayormente, aunque no por completo, en Unión por la Patria, todavía no
define su liderazgo hacia 2027, aunque se destaca el gobernador de la provincia
de Buenos Aires Axel Kicillof. Otros, como Juan Grabois, Guillermo Moreno o
Cristina Fernández de Kirchner, siguen en las quinielas. En el campo opositor,
el debate radica en el lazo entre La Libertad Avanza y un PRO que cae
sistemáticamente en las encuestas.
El gobierno de Javier Milei ha entrado
en una fase de declive tras el escándalo de LIBRA. Acostumbrado a una relación de
calma tensa con el poder legislativo y a una desmovilización general de la
oposición, el escenario hoy es distinto: los apoyos “críticos” en el Congreso y
el Senado se tambalean y la oposición, tanto la partidaria como la inorgánica,
apunta a un ciclo de movilizaciones que podría perdurar hasta las elecciones.
Las encuestas de los próximos meses
recogerán la suma del escándalo cripto y la represión del 12 de marzo, dando
forma a una lectura más precisa de los apoyos con los que todavía pueda contar
el gobierno anarcocapitalista.
(*) Aporte de la agencia italiana y europea Others News
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