OPINIÓN-POLÍTICA
EL ERROR DEL GOBIERNO HA SIDO EQUIVOCARSE EN LA FIJACIÓN DE LAS PRIORIDADES
Por Walter Krohne
Decir que en Chile hay una campaña del terror porque una
mayoría se opone a una reforma educacional mal hecha, es bastante exagerado y
dañino para el país, especialmente cuando estas declaraciones se hacen durante
visitas de Estado en países amigos europeos, como ocurrió la última semana con
la Presidenta Michelle Bachelet en Alemania y en España.
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Ya le han dicho
algunas voces de su propia coalición que por esta vía camina por un sendero
equivocado, que lo chilenos no quieren, porque lo que esperan, como lo hemos
dicho antes, es la solución de los problemas que les afectan todos los días y
no complicar los mismos más de la cuenta.
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No se trata de que Chile se convierta en el primer país del
mundo en erradicar el terrorismo como lo dijo hoy el ministro de interior
Rodrigo Peñailillo, sólo los chilenos esperan que no se vuelvan a repetir los
hechos sangrientos que afectaron a varias personas y familias en las estaciones del metro Escuela Militar y Los Dominicos y cobraron la vida de un joven transeúnte en el
barrio Yungay.
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Lo mismo ocurre con la educación, la reforma tributaria y
otros cambios que está impulsando el gobierno de la Nueva Mayoría. Quizá el
error esté en la forma de cómo La Moneda esté comunicando estos cambios, lo que
nada tiene que ver con una campaña del terror como dijo la Presidenta en Europa.
Si el Parlamento no representa realmente al pueblo de Chile por confundir sus
responsabilidades con enredos políticos o imposición de ideologías absolutamente
contrarias al temperamento y a las aspiraciones de la mayoría de los chilenos,
no es un problema de los padres y apoderados, grupo que, como la Confepa (Confederación
de Padres y Apoderados), tienen todo el derecho de publicitar sus planteamientos y difundir sus puntos de vista con los cuales creen estar protegiendo a sus hijos.
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Ya lo dijo el senador Carlos Montes, socialista como la
presidenta Bachelet, al sostener en una
entrevista el último fin de semana que hay que atender la inquietud de los
padres y apoderados frente a la reforma educacional. “No se puede confundir a
la Confepa con la derecha. No son lo mismo que la UDI”, advirtió el
parlamentario.
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“Cuando el padre ve la posibilidad de que se metan con su
hijo se mueve para defenderlo y eso es natural”, aseguró Montes, al tiempo que
acusa que parte importante de esa inquietud fue generada por el diseño de la
iniciativa que lidera Nicolás Eyzaguirre que optó por terminar con el actual
modelo de educación sin optar por fortalecer antes la educación pública.
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Y esto es muy cierto, porque el problema de este Gobierno es haber confundido las
prioridades. El sistema capitalista en Chile, así como está, no ha sido exitoso o efectivo para la gran
masa popular y prácticamente “está haciendo agua”, especialmente por el endeudamiento que afecta dramáticamente a la clase media. La dependencia a la
OCDE (Organización de Cooperación y
Desarrollo Económico) limita la posibilidad de aplicar sistemas efectivos de
fiscalización y de intervención estatal como podría ser la fijación de los
precios y limitar el nivel de ganancias para productos básicos, como por
ejemplo los medicamentos. En Chile lo que se necesita es un modelo económico
más flexible y menos rígido que está regido por formulas internacionales impuestas y que muchas
veces han sido nefastas frente a la solución de problemas económicos en países desarrollados (ver ejemplo del default de México en 1982).
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Nueva Mayoría es un invento de un grupo político que levantó
la candidatura de una mujer con un fuerte capital político que ahora, a sólo
ocho meses de haber asumido como Presidenta, comienza lentamente a perder. Como
dice el dirigente DC Gutenberg Martínez, es una coalición que tiene fecha de
término.
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Esta Nueva Mayoría llegó anunciando con mucha arrogancia un
cambio radical en el país. En las primeras semanas de haber asumido se habló de
comenzar de cero, anulando diversas iniciativas que dejó planteadas el gobierno
anterior en diversos campos, algunas eran perfectamente rescatables, y no faltó quien utilizara el término fuertemente criticado de "aplicar la
retroexcavadora", que tenía el sentido de un cambio radical en todas las estructuras
y políticas de la sociedad y el estado borrando todo lo que se había avanzado en
Chile hasta ese momento, sólo por el hecho de que lo había planteado la derecha. Todo esto quedó rápidamente atrás porque eran promesas
ridículas e inaceptables. Sin embargo, era necesario hacer cambios
fundamentales profundos fallando aquí la fijación de las prioridades correctas.
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Cuando se habló del modelo económico se habló de un cambio,
lo mismo con la educación, donde se prometió calidad. Sin embargo en el primer
ejemplo se continuó con un capitalismo injusto y cerrado, aprobándose una
reforma tributaria consensuada con el capitalismo y la derecha. En educación se
dio preferencia al término del lucro y el copago, y nada se ha hecho para mejorar
la educación pública, que es lo más importante.´
El
problema de los profesores y de las aulas era más importante que el lucro y el
copago, materias que se podrían haber dejado para una segunda o tercera etapa de
la reforma educacional. Todo está siendo consensuado con una derecha capitalista y empresarial que ha continuado con el modelo que dejó el dictador Augusto Pinochet. Igualmente se ha
hablado de una reforma laboral consensuada con el sector empresarial.
Los colegios municipalizados están quedando sin alumnos
porque la enseñanza es anticuada, está a cargo de profesores con métodos anticuados
y escasa preparación y sin suficientes presupuestos para adecuar el
equipamiento de dichos establecimientos con las técnicas modernas del internet
y la informática en general.
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Si se quería cambiar los cimientos del país, el gobierno debería
haber comenzado por la prometida reforma constitucional donde están todos los
pilares que hay que cambiar para impulsar un gran salto hacia la modernización
del país. Allí está el aporte que debería hacer el 5% más rico de Chile al
Estado, o el cambio que debería darse en la educación, en la salud, frente a los
pueblos originarios, frente a la delincuencia y al terrorismo y
fundamentalmente al modelo económico que no puede ser un capitalismo conservador
y cerrado sino un sistema mixto y abierto.
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Una reforma constitucional debería ser como un programa a
largo plazo para impulsar una verdadera revolución democrática que cambie
realmente la estructura estatal como también la relación del ciudadano con el
Estado. El mismo error de prioridad se hace en educación, en salud, en el
sistema de jubilaciones etc. Si queremos mejorar la calidad de la educación,
debemos comenzar por eso, cambiando profesores, modernizando los establecimientos,
para luego ocuparse de las estructuras, como los colegios municipalizados, los
copagos y los privados pagados.
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Estas prioridades deben respetarse también para la reforma
de la jubilación, cambiando este sistema y no creando una AFP estatal, que en
el fondo es más de lo mismo. El mejoramiento de la salud es otra gran
aspiración de los chilenos, pero en este campo no se ha hecho nada, ni malo ni
bueno.
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No es un misterio entonces que la Presidenta esté gastando
su capital político y bajando en las encuestas (baja su aprobación y sube la desaprobación). Como dijo el ministro
Secretario General de Gobierno, Alvaro Elizalde,
lo que se necesita “son menos polémicas y más soluciones a los problemas para
mejorar la vida de los chilenos. Así lo dijo hoy, no sabemos si su declaración fue hecha con convicción
y sinceridad o sólo fueron palabras más o palabras menos que desde hace
ocho años se escuchan casi todos los días en el Palacio de la Moneda.
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