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jueves, 16 de abril de 2015

FRANCIA-HOLLANDE-VALLS-KRADIARIO

HOLLANDE FRENA LA AMBICIÓN DE MANUEL VALLS
Por Rafael Poch

El Presidente galo,  François Hollande, tiene dos problemas con su primer ministro. El primero es que de pequeñito Manuel Valls colocaba cada noche sus zapatillas perfectamente alineadas al pie de su cama. El segundo es que Valls quiere ser presidente de Francia, como sea.
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Lo primero lo explica su mamá, Luisa Valls, en un documental hagiográfico sobre el primer ministro que se emitió el lunes por el tercer canal de la tele pública. Lo segundo lo confirman todos los participantes en ese mismo programa, incluido el presidente Hollande implícitamente.
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Tener al lado a alguien que te quiere quitar el puesto y que de pequeñito ya era así de metódico no le hace mucha gracia a Hollande. El problema es que Valls es el niño bonito de recambio de la derecha francesa, una especie de suplente para el caso de que los suyos no ganen en el futuro. Alguien que se ha de potenciar. Y se nota mucho en las sobredosis de Valls que transmiten los medios de comunicación franceses.
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Manuel de Valls
El documental del lunes fue puro periodismo cutre, a cargo de Franz-Olivier Giesbert, un periodista de la corte, cuya incestuosa relación con el poder le confunde con él. Por su boca habla el establishment. La adoración de este por Valls es conocida, así que sus declaraciones de vasallaje al gran empresariado siendo primer ministro o sus expulsiones de gitanos como ministro del Interior son presentadas como arrojo, “ruptura de tabúes” y firmeza. El documental jugaba con el origen español de Valls.
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Giesbert, un prototipo de chien de garde (perro guardián), según el concepto acuñado por Serge Halimi, actual director de Le Monde Diplomatique, en un memorable documental de 1997 sobre la decadencia del periodismo en Francia, sigue anclado al tópico francés de la España de Mérimée (1803-1870) de toreros y mujeres fatales con navaja en la liga. El documental se titulaba El matador, abundaba en referencias al “toreador”, al “picador”, al “torero” y al “regard noir” de Valls.
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El primer ministro no aparecía por los pelos en traje de luces, pero en la visita a la torre de Horta en la que pasó su infancia, el paseo por la Barcelona del procés era con fondo de guitarra flamenca y palmas.
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“Hay en él algo tenebroso que recuerda a su país”, decía con aire de profunda reflexión la periodista Catherine Nay, una de las invitadas al homenaje. “Es catalán, y los catalanes tienen la sangre caliente”, afirma el genial autor, incapaz de meter delante de su cámara a alguien crítico con el personaje, al que no faltan detractores incluso en su propio partido, en el que mereció un apoyo del 5% en las últimas primarias.
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Si todo esto es anecdótico, menos lo fue que veinte medios de comunicación convocaran al público a visionar este Matador, que tuvo una audiencia discreta de menos de dos millones de espectadores. Pero es que al día siguiente, martes, Valls volvía a comparecer en Canal +, en un programa del mismo género, dedicado a potenciar su genial figura de aspirante a Tony Blair a la francesa con una década de retraso con el absurdo e intimista título de Conversación secreta. Y luego el jueves pretendía comparecer en el show político del segundo canal Des paroles et des actes: dos horas y cuarenta minutos en directo, frente a chiens de garde y oponentes bajo la batuta del presentador David Pujadas, otro torero catalán infiltrado en la República.
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"Un jefe de Estado que vela por que su primer ministro no se desgaste, lo que da la medida de lo muy cordial que es la entente de las primeras autoridades del Estado", señalaba con acidez el semanario satírico Le Canard. No ha sido la única ironía al respecto.
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El propio Hollande aparece en El matador elogiando a Valls, en unos términos que más recuerdan a una lista de defectos. Dice que su primer ministro es "nervioso" y "a veces colérico". Está bien, dice con astuta ironía, "a veces hace falta mostrar capacidad de jefatura". 
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Sobre la somera formación de Valls, una simple licenciatura en Historia, el mismo equívoco: "Es un hombre que no ha tenido una trayectoria política común, no hizo grandes estudios, ni pasó por las grandes écoles (donde se forma la tecnocracia francesa), pero está en la escuela de la vida". ¿Se presentará Valls a las presidenciales?, le pregunta el periodista: "Tiene mucha vida por delante, es más joven que yo y que muchos otros...", responde Hollande. Pero, ¿le ve usted de presidente? insiste: "Hay que aprender a hacer bien aquello para lo que uno ha sido nombrado, si se piensa siempre en hacer lo que el destino aún no te ha permitido lograr, no se hace lo que el presidente de la República te ha pedido que hagas: de primer ministro". Recordó la escena de octubre del año pasado en el Elíseo. Entonces Hollande le dijo a Valls ante las cámaras: "Uno puede realizarse en la vida sin ser presidente de la República".
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Mientras el Titanic europeo se hunde en una lenta crisis disolvente, la pareja francesa sigue bailando su tango.

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