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miércoles, 8 de mayo de 2013

8-5-2013-Edición: 852

La puerta abierta para una rebelión popular
El paraíso chileno
Por Walter Krohne

Ante tanto desastre registrado en Chile en las últimas semanas, con varios escándalos de fuerte calibre, como son el caso Cencosud, los abusos del BancoEstado  y la manipulación de datos en el INE, Adimark, en su última  encuesta, no refleja la verdadera realidad política que  afecta al país, donde sus habitantes siguen viviendo en una gran incertidumbre, porque nadie sabe bien lo que puede llegar a ocurrir.
El hecho de que el Presidente de la República, Sebastián Piñera,  descienda otra vez en esta encuesta en el índice de apoyo o respaldo a su gestión, no es novedad para nadie, porque esto viene sucediendo casi desde el mismo día en que asumió el 2010, con la excepción del rescate de los mineros en octubre del mismo año. Simplemente no ha conseguido el "arrastre" que ha esperado desde hace casi cuatro años, y punto.
Lo peligroso es  que en este país el Mandatario y su cerrado círculo neoliberal insiste en marchar en una dirección cuando el pueblo real, los trabajadores, la gente de las poblaciones, los estudiantes, la clase media en general, que es mayoritaria en Chile, no desea para nada recorrer este camino. Pero esto la derecha no lo entiende o no lo quiere entender porque para ella lo que le corresponde por naturaleza histórica es velar por los intereses empresariales, la libertad de mercado  y la riqueza y así insiste en la misma “cancioncita” de siempre que involucra sólo el crecimiento, el ahorro y la macroeconomía en general, donde al Estado le está prohibido intervenir, y el trabajador sigue cada vez  con menos garantías.
La desesperación parte de la base de que Chile es un país sin futuro y al final da lo mismo por quién votar o simplemente no votar. Si los políticos no defienden a la gente de sus problemas ni menos trabajan con la gente para proyectar al país hacia una meta común concreta y clara, no tiene sentido el esfuerzo personal en el trabajo que sólo beneficiará a los capitalistas. Esta es la idea dominante.
Tenemos una salud cara y mala. Las isapres golpean los bolsillos de la gente injustamente. La libertad de precios en las clínicas y laboratorios que se coluden para cobrar lo más que puedan, ya no es un secreto para nadie, lo que también sucede con las farmacias. Pero este panorama no está lejos tampoco de empañar el sistema de las  AFP que para la mayor parte de quienes cotizaron  desde que se crearon, podrán ahora sólo disponer de una pensión promedio de 400.000 pesos. Esto significa que los jubilados chilenos tendrán que seguir trabajando después de los 65 años.
Sin embargo, los problemas están a la vista y paciencia de todo el mundo, del Gobierno, de los políticos y autoridades en general,  pero nadie hace nada o ¿no se dan cuenta que las clínicas y las farmacias están coludidas?, ¿No se dan cuenta que la forma que se hace el cobro de las contribuciones es injusta y abusiva?, ¿No se dan cuenta que la existencia de un  transporte público deficiente sólo obliga a la gente a endeudarse para comprar más automóviles que atochan las calles y autopistas de Chile? ¿No son conscientes de que Chile necesita cambios políticos urgentes y una nueva Constitución?
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El drama de los trabajadores en Chile es otro tema. Están obligados a prestar servicios en empresas que no les dan ningún tipo de comodidades, ni siquiera para cambiarse de ropa, existiendo a veces un problema sanitario grave cuando los servicios higiénicos están descompuestos. Pero lo peor de todo es el bajo sueldo que reciben, con el cual les da vergüenza volver aa casa. En este campo, los empresarios hacen lo que quieren, les da lo mismo, porque si pierden a un trabajador lo reemplazan por otro y en las mismas condiciones deplorables. Hacen todo lo posible para evitar la formación de sindicatos, porque no quieren ser controlados por  el mismo personal al que le dan trabajo, cuando lo interesante sería que empresarios y trabajadores tuvieran una relación estrecha que apuntara a la buena convivencia en beneficio de la productividad del país. El Gobierno de Piñera habla de la creación de 700.000 nuevos puestos de trabajo, pero no dice en qué condiciones reales serán contratados los trabajadores.
 
Pero no hacen los cambios porque ni a la derecha ni a la izquierda les interesa realmente. Los parlamentarios están felices de gozar de todas las franquicias que tienen y adicionalmente dedicarse a otros negocios en sectores tan sensibles como la educación y la salud.
 
¿Dónde están los programas del futuro gobierno con los cambios fundamentales que hay que hacer destinados a transformar la situación general del país? No existen porque no les interesa y a partir de marzo de   2014 seguiremos como hasta ahora con un gobierno que hablará maravillas sobre el desarrollo que viene, pero que no se ve, y con los estudiantes nuevamente en las calles.
 
Para que hablar de las demandas en educación, sector en el cual siguen los problemas, también con la actual ministra, la cuarta en ocupar el cargo en esta cartera del actual gobierno. El trabajador estará obligado a seguir pagando por la educación de su hijos, porque la demanda de una educación fiscal gratuita es sólo una hermosa leyenda y nada más, lo que, contrariamente,  es defendido como un derecho irrenunciable en países europeos en crisis.

¿Esta es la felicidad que el mundo de la política le ofrece a los chilenos?
Es decir, el paraíso chileno que se difunde en todo el mundo a través de la llamada “Imagen  de Chile” es un tremendo bluff. Este y también el .caso de varios otros países latinoamericanos debe ser enfrentado con mucha prudencia, ya que la realidad es completamente distinta a la de los países desarrollados en crisis con los cuales a las autoridades chilenas les encanta compararse. Evitemos lamentos para el futuro cuando los movimientos sociales sean cabecillas de una verdadera  rebelión popular, lo que es muy posible que ocurra, porque la injusticia llama a la larga al levantamiento.
 

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