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miércoles, 29 de mayo de 2013

29-5-2013-N°855

Cambio de mando en la Armada
 
 CON LA "FRENTE EN ALTO"
 SE VA EL ALMIRANTE
GONZÁLEZ, PERO DEJA UNA
 CRÍTICA HOJA DE VIDA
POR NEGLIGENCIAS
  COMETIDAS EN EL 
 TSUNAMI
 
Por Walter Krohne
 
Chile es un país donde a los altos mandos militares les cuesta mucho reconocer los errores que cometen sus instituciones e intentan mantenerse hasta las últimas consecuencias en sus puestos, pase lo que pase.

Es el caso del actual comandante en jefe de la Armada, Almirante Edmundo González Robles, quien pasó los últimos años de su carrera militar siendo apuntado con el dedo  como uno de los responsables  de la frustrada protección que el Estado chileno debería haberle dado a muchas vidas humanas que se perdieron por negligencia o actuación equivocada en los minutos inmediatos después de la tragedia (terremoto y tsunami)  del 27 de febrero de 2010.
Nunca estuvo dispuesto a renunciar por su responsabilidad en graves fallas  de su institución, como el Shoa (Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada), entidad encargada de la transmisión de la información sobre un posible registro de tsunami después del terremoto del 27 de febrero, que fue, no solamente equivocada sino que también confusa, y que tras su devastadora ocurrencia dejó un balance de 124 muertos y 56 desaparecidos, según el informe oficial.
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Con mucha razón la senadora Soledad Alvear (DC)  sugirió en su momento la renuncia, al menos del comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González Robles.
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“Ciertamente aquí hay mucho que corregir, pero los responsables deben asumir y renunciar, sean autoridades políticas o de mando y el comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González, debería asumir su responsabilidad y renunciar al cargo por la fallida información de alerta de tsunami entregada por la Armada,  declaró la senadora.
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Tan grave fue todo esto que en el momento mismo en que la entonces presidenta  de Chile, Michelle Bachelet (hoy candidata otra vez a la Presidencia),  decía que no había peligro de tsunami, el archipiélago de Juan Fernández estaba siendo golpeado por fuertes olas de más diez metros de altura y arrasado por una naturaleza enloquecida.
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Hoy, la carrera del almirante González Robles ha llegado a su fin, tras anunciarse en La Moneda que el nuevo comandante en jefe de la Armada será a partir del 18 de junio el vicealmirante Enrique Larrañaga, hasta ahora director general del Territorio Marítimo y Marina Mercante.
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Sin embargo, González no se podía ir sin hacer un mea culpa, especialmente cuando todo el mundo de la Marina conoce su pasado más reciente. Así   asumió  las responsabilidades por el desempeño de su institución durante el terremoto y tsunami. Esperó hasta el último momento  para hacerlo, el  21 de mayo recién pasado  en Valparaíso, ante el Monumento a los Héroes de Iquique, entre ellos  Arturo Prat, y frente al Presidente Sebastián Piñera. Lo hizo en un discurso.
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"Como Comandante en Jefe de la Armada, he tomado las decisiones que a mi saber y entender eran las mejores para recuperar al personal naval, a nuestro material, apoyar a la ciudadanía, reconstruir la infraestructura dañada, y recuperar el aprecio y el respeto de quienes nos juzgaron antes de escucharnos. Toda la responsabilidad es mía y me siento en paz", dijo.
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González subrayó que "he dado mi batalla y he luchado sin descanso y mezquindades por lo que he creído correcto y necesario", y que "hicimos nuestro mejor esfuerzo para enfrentar a ese enemigo sin banderas que tan brutalmente nos golpeó".
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En cualquier escenario  los responsables de casos críticos son siempre los de mayor nivel o rango. Es así casi en todo el mundo, menos  en Chile.  Cuando un funcionario de menor rango de un Gobierno comete un error, quien responde es el ministro. Y en este caso de la Armada el comandante en jefe debería haber respondido y renunciado a su cargo, aunque los errores fueron cometidos por el SHOA,  que esa noche estaba a cargo de un oficial de menor rango, como era el capitán de navío Mariano Rojas Bulnes, quien fue separado de la Armada el 25 de marzo de 2010.
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¿Cómo es posible que en la noche tras el terremoto estuviera de turno en el SHOA un oficial que no sabía inglés y que no pudo comprender lo que le decían desde la Central de Control de Tsunamis de Estados Unidos, que precisamente le advertían de un maremoto?
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“Si no hay consecuencias, como ha sido en el caso de la Marina y también en otras  ramas de las FF AA,  cómo se le puede explicar a la gente lo que realmente ocurrió, especialmente cuando aquí hay muchas vidas humanas comprometidas”, explicó  la senadora Alvear.
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La declaración del almirante González ante la Comisión Investigadora de la Cámara fue criticada por "rudimentaria". Dijo: “Yo me mantuve en mi casa, donde tenía energía y comunicaciones, porque no tenía ningún celular ni teléfono satelital, hasta que fui informado a las 5.10 de que la Escuadra había zarpado, que no había tsunami, que la alerta de tsunami había sido cancelada hacía 5 minutos y obviamente me relajé un poco”.
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Su respuesta desató un fuerte debate político en la Comisión y el diputado UDI, Gustavo Hasbún dijo que “si fuera Presidente le pediría la renuncia”. Sin embargo Piñera no lo hizo.
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Ciertamente que quien está al mando de una institución o es la máxima cabeza visible debe asumir las responsabilidades que le corresponden y el almirante González no lo hizo. Sólo la semana pasada, cuando su carrera llegaba al final, reconoció su responsabilidad.
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Pero esto casi siempre ha sido así en las FF AA chilenas. Ocurrió ya en  la tragedia de Antuco, por ejemplo, en el otoño del 2005, en la montaña a 1.500 metros de altura, donde murieron 45 miembros de un batallón militar como consecuencia de decisiones equivocadas al ordenarse una marcha con conscriptos durante una ventisca cordillerana.
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Sin embargo el comandante en jefe del Ejército de la época Juan Emilio Cheyre, quien fue duramente criticado a nivel nacional, nunca mostró intención alguna de asumir la responsabilidad como hubiese correspondido y haber pedido su pase a retiro.
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Algo similar ha ocurrido con el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, General del Aire Jorge Rojas, quien prácticamente selló su carrera en el trágico accidente de un avión Casa 212, que dejó 21 muertos,  cuando aterrizaba en la isla Juan Fernández, en octubre del año antepasado, quien, a pesar de todos los errores cometidos por la FACH, aún sigue vigente y en su cargo.
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Como vemos no es la primera vez que ocurren accidentes en el ámbito militar y con muchos muertos, y que han pasado a la historia  sin modificar la rígida estructura de los mandos o del comandante en jefe. Siempre han sido los subalternos los que responden o han tenido que responder por los errores cometidos por la institución. Los presidentes no piden renuncias en estos casos, quizá para evitar  roces con las FF AA, como sucedió con Ricardo Lagos en el caso de Antuco o con Piñera en los casos del tsunami y del avión Casa 212.

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