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miércoles, 12 de diciembre de 2012

PUNTO DE VISTA DE UN PERIODISTA PERUANO

A PROPÓSITO DEL DIFERENDO LIMÍTROFE MARÍTIMO EN EL SUR

Por Roberto Mejía Alarcón (*)

Si nos remitimos a los conceptos vertidos por los más encumbrados tratadistas de Derecho Político, podemos llegar a la conclusión que hoy por hoy el pueblo peruano se va consolidando como nación. La tarea no está concluida, aun hay mucho por hacer. Pero eso no quita que siguiendo el pensamiento de Posada, en forma mayoritaria, convivimos en una amplia comunidad espacial -territorial- mantenida como tal merced a la integrada unidad de vida. El proceso por el diferendo limítrofe marítimo entre Perú y Chile que se sigue en la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, así lo confirma. Todo el pueblo sigue anhelante este episodio histórico que debe culminar con el trazado del límite marítimo conforme al derecho internacional y se reconozcan los derechos soberanos exclusivos del Perú del área que está dentro de las 200 millas desde nuestras costas y más allá de las 200 millas desde las costas de Chile.

El deseo que la justicia prime en esta contienda, va acompañada, asimismo, de lo conceptuado por Renán, quien nos dice que nación, y ese es el caso que protagoniza el pueblo peruano, es una gran solidaridad, constituida por el sentimiento de los sacrificios realizados y los que se realizarán en caso necesario, lo cual presupone un pasado y se resume en el presente por un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente manifestado de continuar la vida en común.

Si hubiera que recordar lo acontecido desde 1821 y los esfuerzos de los años siguientes, hasta alcanzar la caída definitiva de la prepotencia colonial ibérica de esos tiempos, para luego remontarnos sobre lo sucedido a lo largo de las décadas subsiguientes, con caídas dolorosas, fracasos estrepitosos, crueles desencuentros sociales, económicos y políticos, podría afirmarse que el Perú ha sabido sumar experiencias, asumir conocimientos y encontrar, a paso lento, el camino de la integración. Repito, no somos aun lo que quisiéramos ser. Existe la marginación y la discriminación. Pero la voz de los excluidos de ayer, ahora no solamente nos convoca a trabajar con denuedo por hacer más nación, sino que repitiendo a Gumplowicz, viene a ser una suerte de dínamo que desarrolla historia, anima la obra genial de una cultura propia, promueve el reconocimiento al conjunto de los bienes materiales de toda la nación, así como de una nueva visión de Estado, al que hay que actualizar y modernizar para que cumpla sus altos fines.



La parte referente a los alegatos ha terminado. Ha quedado claro que no existe un acuerdo de límites marítimos entre Perú y Chile y que la Declaración de 1952 puntualmente reivindica el derecho de Perú, Chile y Ecuador a proteger y conservar los recursos pesqueros; que el convenio de 1954 buscó establecer una zona especial de tolerancia para evitar la imposición de sanciones a embarcaciones de poco porte; y que el Punto Concordia -distante 10 kilómetros del puente del río Lluta- es el punto final de la frontera terrestre, en concordancia con el Tratado de 1929. Los representantes de los dos países que han hecho saber sus puntos de vista, ajustados al derecho internacional, han actuado dentro de los principios del mutuo respeto. Ahora corresponde a los jueces de la Corte Internacional de Justicia el cumplimiento de su deber, ajenos toda presión o cabildeos que no son propios en estos menesteres.

Aquí en Perú, entre tanto, se ha desarrollado pacífica y razonadamente, desde los inicios del proceso, un mismo temperamento, ideas y sentimientos compartidos, conservando la voluntad de toda una nación de permanecer unida en la integridad de su territorio, ofreciendo la continuidad histórica, solidaria en el presente y proyectada al futuro en una acción común de convivencia armoniosa con los pueblos vecinos.

(*) Es Presidente de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) y Director del diario electrónico Crónica Viva de Lima.

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