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jueves, 19 de enero de 2012

LA POLÍTICA CHILENA SE PARECE CADA VEZ MÁS AL DAKAR

Por Wilson Tapia Villalobos

La política chilena cada vez se parece más al Dakar. Pasan los autos, las motos y la polvareda es tremenda. Hay un ganador por categoría y otros que se encaraman al podio por segundos o terceros lugares. El resto sube o baja sus bonos. Pero el espectáculo siempre se impone, porque da muy buenos dividendos a las empresas. A las que llevan sus vehículos y a las que auspician el show. Sin embargo, en definitiva, baja la polvareda, se apaga el jolgorio en los campamentos de los pilotos, y aquí no ha pasado nada. Si es que no hay algún estropicio en legados ancestrales que en la geografía nortina están tirados sin cuidado. Sí, ese también es un resultado.

Es ver la política chilena. De repente, de acuerdo a los tiempos, se levanta la polvareda. Normalmente es cuando se acercan las elecciones. Y ad portas hay una de concejales y alcaldes. Luego, a fines del 2013 se eligen parlamentarios y a quien ocupará el sillón presidencial. Claro, esta es una carrera un poco más larga que el Dakar. Pero igual de insustancial. Un buen negocio para las empresas y los patrocinantes. En este caso, para los partidos políticos y para quienes manejan el poder económico. El ciudadano común debe conformarse, como el público del Dakar, con tragar un poco de tierra y esperar hasta la próxima edición.

Lo interesante es ver cómo se preparan los políticos chilenos. Ya hay varios que, aceptándolo abiertamente o asumiendo el papel de líderes sin intereses directos, han salido a la carretera. Dejemos de lado a los que han anunciado su decisión de ir a la carrera presidencial. Y también a los que corren en las motos la competencia municipal. Entre los primeros, el ex ministro de Hacienda Andrés Velasco está dándose un gustito. Quizás tenga por ahí alguna carta secreta. Pero hasta el momento sólo se ha visto a un personaje que trata de ser más simpático que cuando era Secretario de Estado. Dejemos de lado igualmente al presidente del Partido Radical (PR), senador José Antonio Gómez. ¿Cuáles son sus méritos para aspirar a ser presidente? Tal vez los mismos que los corredores del montón en el Dakar. Por ahí un golpe de suerte. Perfil bajo, como ha sido el PR desde hace tiempo y, especialmente, bajo su presidencia.

Hay otros que intentan reverdecer laureles. Entre ellos Hernán Büchi, un ex mirista que terminó siendo ministro de Hacienda (1985 – 1989) de la dictadura del general Pinochet. Sostiene que los movimientos sociales que se desataron en el 2011 no son más que una “ola creada por los comunistas” que intentan surfear políticos de oposición. Quizás piensa que podría tener una segunda oportunidad siendo nuevamente abanderado de la derecha -en 1989 fue candidato presidencial por el movimiento Democracia y Progreso, un conglomerado similar a la actual Alianza por Chile. Entre las ideas que lo distinguen, está su rechazo al movimiento estudiantil, a la reforma al sistema binominal y a la posibilidad de subir la tributación a las utilidades de las empresas. Para él todo está bien y ha dado estupendo resultados. La gente protesta por culpa de los comunistas.

Büchi representa un segmento de la derecha chilena. Es cierto que no le fue bien en su anterior carrera. Pero no se puede desconocer que contaría con el respaldo de personajes como el Alcalde de Ñuñoa, el militante de Renovación Nacional (RN) -camarada del presidente Piñera- Pedro Sabat. Éste considera que la ola comunista de Büchi sólo ha servido para transformar al Internado Nacional Femenino, de su comuna, en un “puterío”. Todo esto mientras estaba tomado por unas “tontitas”.

También podría contar con el apoyo de otro alcalde emblemático, el militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Cristián Labbé. Ex integrante de la policía política de la dictadura, la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), tiene como a uno de sus adalides al asesino y torturador convicto brigadier (r) Miguel Krassnoff.

Y uno hasta podría pensar que el presidente de RN, Carlos Larraín, estaría con las visiones de Büchi. El vive todavía en el escenario de la Guerra Fría. Quizás también arrastre a sus filas a quienes hoy hacen profusión de antisemitismo por el incendio de las Torres del Paine. El siniestro, provocado por el turista israelí Rotem Singer, formaría parte de un plan del sionismo. Un reflotar de las ideas de Theodor Herzl de ocupar la patagonia chilena y argentina para crear otro Israel. Demencia dakariana.

Las ideas que aporta este sector son conocidas. Y espeluznantemente conservadoras. Büchi ha sido enfrentado por el ex presidente Ricardo Lagos. Aparte de cuestionar sus análisis económicos, en que los dos se precian de ser expertos, entra en lo que él debe considerar política de fondo. “No se trata de quién “surfea” la ola -dice-. Se trata de comprender que, terminado un ciclo político, económico y social, es tiempo de generar acuerdos junto a la ciudadanía para uno nuevo”. ¿Quién podría oponerse? El problema es ¿cómo se hace eso? ¿Sabe hacerlo él, responsable de graves renuncios ideológicos de la Concertación?

En resumen, en ambos bandos los mensajes son añejos. Pese a que tanto en el mundo concertacionista, como en el aliancista, se habla de equipos sub 40 para generar ideas. Como si todo el secreto estuviera en la edad de los pensantes. Entre los que creen que no hay que cambiar nada, porque todo marcha de maravillas y los que se definen progresistas porque son pragmáticos, se debate la política chilena.

Mensajes añejos que nada tienen que ver con lo que vivimos en el 2011. De allí tampoco ha salido algo preciso, pero existe la convicción de que hay que hacer cambios, aunque el costo a pagar sea alto.

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