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lunes, 30 de enero de 2012

EL LEGADO DE FRAY CAMILO

Por Abraham Santibañez

El 13 de febrero, en unos días más, se conmemorarán los 200 años de la aparición de La Aurora de Chile. Habían pasado más de tres siglos y medio desde la invención de la imprenta cuando fray Camilo Henríquez se puso a la cabeza de la pequeña empresa, en Santiago. Tenía el apoyo de la Junta de Gobierno que compró la prensa que trajo Mateo Arnaldo Hoevel a fines de 1811 y contrató al sacerdote como “Redactor” por 600 pesos al año.

El hecho es digno de celebración. Los seguidores de fray Camilo, periodista por vocación y por excelencia, hemos procurado servir a la sociedad chilena con su misma dedicación y entusiasmo.

En estos dos siglos, los profesionales de la comunicación y los medios hemos tenido grandes satisfacciones: a mediados del siglo pasado se crearon las Escuelas universitarias de Periodismo y el Colegio de Periodistas. Ambas instituciones fueron recibidas con el aplauso de la sociedad que valoraba su aporte a un mejor ejercicio democrático. Pero no han sido pocas las tribulaciones, especialmente las duras consecuencias de las restricciones impuestas durante la dictadura militar.

A partir de 1973 el periodismo sufrió duramente: se cerraron medios, se censuraron otros y, sobre todo, se persiguió, se encarceló, se desterró y se torturó y asesinó a periodistas. Desde 1990 se avanzó en la recuperación de la libertad y también ha habido un esfuerzo por garantizar la autorregulación ética.

Pero no se ha superado “el miedo a la libertad”.

Lo acaba de demostrar la organización Reporteros sin Fronteras, cuyo informe de 2011 revela que nuestro país cayó 47 puestos respecto a la anterior clasificación de 2010. RSF vinculó el descenso a la represión de las movilizaciones durante el año pasado y sus consecuencias en la prensa.

La revuelta estudiantil, indicó RSF, puso de manifiesto la violencia que sufrieron algunos reporteros. Muchas de las agresiones, dice, “estuvieron acompañados de detenciones forzosas y de la destrucción de material y fueron provocados por los abusos de carabineros que en pocas ocasiones fueron sancionados”.

La protesta social puso en el tapete otra insuficiencia de la mayoría de los medios tradicionales: la reticencia a dar a conocer situaciones socialmente incómodas. Es, entre otras causas, el resultado de la concentración de la propiedad de los medios. Diversos organismos internacionales de derechos humanos sostienen que la concentración restringe la libertad de información. Por ejemplo, en octubre de 2000, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su declaración de principios sostuvo que “los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos”.

En materia legislativa, a lo anterior hay que sumar la paralización en el Congreso de dos iniciativas importantes: el Estatuto del Periodista y la nueva ley de Colegios Profesionales.

El estatuto pretende mejorar la protección del trabajo de los periodistas; la ley establece tribunales de ética con tuición sobre todos los profesionales, incluidos los periodistas, colegiados o no. Ello permitiría, obviamente, aumentar la exigencia en este sentido, sin generar nuevas restricciones de tipo legal.

La vida de Camilo Henríquez no fue fácil. Fue un patriota sin reservas cuando la idea de la independencia recién empezaba a germinar. Fue siempre fiel a la Iglesia Católica pese a haber sido enjuiciado por la Inquisición. Pero, por encima de todo, creía en la responsabilidad del ejercicio periodístico.

Es lo que debemos celebrar en este aniversario.

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