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viernes, 9 de septiembre de 2011

Controversia con un difunto: la falsa conciencia de un empresario caritativo.

Por Hugo Latorre Fuenzalida

La "conciencia verdadera" es la que resiste todas las pruebas de la verdad y la virtud, en medio de una postura frente a la vida.

Así como las damas verdaderas, que son capaces de resistir las más tentadoras propuestas sin perder nunca su centro y su compostura, o los profetas verdaderos, que eran aquellos que nunca equivocaban la ruta doctrinaria.

La "falsa conciencia", es aquella que no resiste la prueba de la blancura ni en lógica ni en doctrina.

Está forjada, esta falsia, por la pura apariencia de verdad, estructurada con una lógica menesterosa y montada sobre una doctrina chirriante y descarriada.

Sócrates, con su "mayéutica" se dedicaba a parir verdades desde la falsa conciencia, en ese caso, de los malos sofistas especulativos (pues, que también los hubo muy buenos), que envolvían sus falsos juicios en una bonita retórica. Algo así como canta el decir latino "Si non e vero, e bien trovato".

El empresario y benefactor, recientemente fallecido en el accidente de Juan Fernández, señor Felipe Cubillos, publicó un artículo que El Mercurio ha difundido a página desplegada y que titulo: "Soy un indignado". El artículo escrito por el empresario señala cosas dignas de discutir, puesto que reflejan una paradigmática "falsa conciencia".
Felipe Cubillos

En primer lugar, Felipe Cubillos señala su indignación porque ellos han hecho un esfuerzo enorme por levantar escuelas, esas mismas que fueron dañadas por el terremoto y maremoto (conciencia), y ahora quienes manifiestan, es decir los mismos estudiantes, vienen a incendiarlas (falsa conciencia).

Bueno, ese juicio no resiste el menor análisis, pues es bien comprobado que no son los estudiantes quienes andan causando desmanes, sino que son provocadores que tienen otros intereses, no propiamente los de la educación y que, además, se ha descubierto hasta policías encapuchados instigando a los desmanes en plena marcha estudiantil, así es que esta acusación se anula en sus propios méritos.

También el malogrado e idealista empresario manifiesta su indignación porque “Ellos” apresuraron el paso de la reconstrucción de colegios para que los muchachos no perdieran el año escolar del 2010; pues esos mismos estudiantes, ahora, están con sus movilizaciones a punto de perder el año escolar.

Ante esta comparación, fuera de toda relación lógica, cabe responder con los dichos de otro prohombre de la labor solidaria, el famoso Benito Baranda, quien al dirigirse a los estudiantes de la Universidad Católica les plantea justamente lo contrario: “Es indignante escuchar decir que si se pierde el año escolar es un tiempo perdido. Al contrario, se trata de una inversión, pues esta educación, de ahora, es una pérdida de tiempo; y si se pierde el año, pero se logran los cambios necesarios, habrá ganado el país”.

Luego dice sentirse indignado por la muerte del estudiante Manuel Gutiérrez, porque ese joven estaba donde no debió estar nunca, es decir protestando. Considero que esta frase del difunto empresario es de las más tendenciosas y absurdas. El peor crimen, según él, es protestar por un sistema injusto de educación, que condena, a los jóvenes, a la marginalidad, de generación tras generación. Para Cubillos no es para nada cuestionable que un policía use balas de verdad contra jóvenes desarmados y asesine a uno y deje a otro herido. Esta es una versión fidedigna de la torcida mente de la derecha chilena, que no resiste ni el análisis de un niño de preescolar. Pues la víctima funge de culpable y el culpable (que incluso pidió público perdón a la familia de su víctima), para el empresario desaparece en un limbo de disculpas.

También indigna al malogrado empresario, por los locales del comercio que se han reconstruido con el esfuerzo suyo (y del Gobierno, se supone) y ahora son saqueados por los manifestantes; como también se indigna porque no se reconocen los avances que se han tenido en este país y a quiénes se deben esos maravillosos logros.

Pareciera no saber, nuestro “idealista empresario” que los desmanes son producto de un sistema que ha abandonado al 40% de los jóvenes que viven en la periferia de las grandes ciudades de Chile, puesto que ellos no trabajan ni estudian, pues no hay oportunidades laborales en una economía transnacionalizada, oligopólica y cupular. Esos jóvenes sí tienen razones para estar “indignados” con los que originaron este modelo de injusticia y abandono. Pero la inocencia de nuestro empresario lo lleva a ignorar este malestar social que no es gratuito ni malévolo.

Se indigna, igualmente, por esos “malos empresarios” que abusan y engañan a los chilenos que son sus clientes (conciencia). Pero tal vez, apreciado y difunto empresario, la culpa no es tanto del “cerdo” que come de ese sucio afrecho, sino del sistema que le abre las puertas y da la licencia total para afanarse al resto.

Su mismo colega empresario, señor Paulmann, lo ha dejado entrever a través de su “indignación” por que el gobierno limita el interés máximo que se puede cobrar a los clientes pobres; tasas de interés que en todas partes sería calificado de usura y en un país normal sería causa de cárcel. Para Paulmann el gobierno nunca debe meter las manos, pero los empresarios sí que pueden meter sus manos impunemente en los bolsillos de la gente más humilde e indefensa (falsa conciencia).

También se indigna, nuestro emérito empresario, por el hecho que el Colegio de profesores se opone a ser evaluados, culpando de paso a los maestros de la pésima educación y se pretende cuestionar a los emprendedores de la educación subvencionada que demuestran preocupación por la calidad.

Pero lo que no supo el empresario Cubillos es que los maestros fueron abandonados a su suerte durante 35 años, donde no se les dio buena formación ni se les perfeccionó con postgrados; pero se les quiere evaluar. ¿Usted aceptaría dar pruebas de suficiencia en natación si nunca se le enseñó a nadar?

La culpa, señor empresario, está en quienes descuidaron la educación de los profesores y no en los profesores mismos, porque no les interesó a los políticos de entonces la cultura ni la calidad de los ciudadano, sino su rendimiento productivo y su sometimiento al poder de turno; porque entre más ignorantes, es más fácil dominarles. Y lo que hemos tenido desde hace cuarenta años casi es un sistema de dominación totalitario y totalista, vía mano militar y vía mercado.

Por otra parte, las pruebas expuesta por especialistas imparciales han dado con la clave del fracaso de este modelo empresarial en la educación, y estos estudios señalan que en igualdad de condición socioeconómica y cultural, sacan mejor puntaje los estudiantes de los colegios municipales que los de los colegios subvencionado. Esa es la base del fracaso de los emprendedores privados en la educación chilena.

Entonces, señor Felipe Cubillos, que Dios lo tenga en su Santo Reino, pues en este mundo terrenal usted  fue un honorable equivocado.

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