Por Xulio Ríos – Observatorio de la Política China
Beijing ha
negado repetidamente el suministro de armas a Moscú y tampoco EE UU ha logrado
presentar pruebas convincentes de lo contrario. Sin embargo, el propio auge de
su comercio bilateral es considerado una violación de las sanciones
occidentales y, por tanto, un comportamiento execrable y, por supuesto, más
condenable, por ejemplo, que el abierto apoyo militar prestado a Israel para
que prosiga con su genocidio contra la población palestina.
La OTAN
apuntala un gran giro en su campo de visión ya que tradicionalmente se ha
centrado en la seguridad en el área transatlántica. China no ha aparecido en un
documento público de alto nivel de la OTAN hasta finales de 2019. Sólo en su
último concepto estratégico, acordado en Madrid en 2022, la alianza describe
las ambiciones de China como un desafío a su seguridad.
Lo que
subyace a todo ello es el propósito de la OTAN de profundizar las relaciones
con sus socios del Indo-Pacífico. Estados Unidos da así un paso de gigante para
fortalecer las alianzas europeas, las coaliciones asiáticas y con otros socios
en todo el mundo para afrontar su mayor desafío estratégico: China. Y en ese
empeño, la estrategia militar avanza.
Contradicciones
clamorosas
La
consideración del comercio como facilitador de la guerra muestra de nuevo la
doble vara de medir de Occidente. Mientras se señala a China, se mira para otro
lado en el caso de India, por ejemplo. En la reciente visita de Modi a Moscú,
acordó con Putin fortalecer los vínculos económicos -también los militares-
para alcanzar en 2030 los 100 mil millones de dólares en comercio bilateral.
Tras la guerra con Ucrania, India se convirtió en el segundo mayor importador
de crudo después de China, contribuyendo a agrandar el Tesoro del Kremlin a
pesar de las prohibiciones occidentales. Y nadie puede alegar ignorancia: lo
refina y lo revende a los países europeos que respetan el embargo.
Y no es
solo India. Otro caso paradigmático es Taiwán, que se ha convertido en el
quinto mayor comprador de carbón ruso, es decir, se ha convertido en
«cooperante financiero del régimen del presidente ruso Vladimir Putin» …. Pero
a la lista negra de Washington van solo las empresas de China continental.
Japón como
ariete principal
Las
declaraciones acusatorias del primer ministro japonés Fumio Kishida sobre el
«apoyo» de China a Rusia, subrayan el papel fundamental de Japón para secundar
la estrategia de Estados Unidos en la construcción de una «OTAN asiática» y
para servir al objetivo de liberarse de las restricciones de posguerra.
Tokio, en
efecto, se afianza como principal referente estratégico de EEUU y la OTAN en la
región. En su libro blanco de defensa de este año, dado a conocer días atrás,
el análisis de la coyuntura y la definición política se alinean totalmente con
las tesis de Washington. El archipiélago alberga más de 50.000 tropas
estadounidenses, cientos de aviones militares y un grupo de ataque de
portaaviones que podría desplegar en situación de crisis.
Complementariamente,
los presidentes Marcos Jr, en Manila, y Lai Ching-te, en Taipéi, parecen
inmersos en una carrera por ver quien se entrona como el Zelenski de Asia.
Tokio negocia con Filipinas la gestión conjunta del desafío chino en las aguas
del Mar de China meridional.
Europa se
deja llevar
Esta fue la
primera vez que la OTAN se une a Washington para censurar a China de forma tan
contundente. Para EEUU representa una victoria diplomática nada desdeñable. Las
presiones para que la OTAN y la alianza Asia-Pacífico converjan con su
«estrategia Indo-Pacífica» van por buen camino, aplicando colectivamente el
cerco sobre China para frenar su ascenso.
Y aun
siendo cierto que los diversos intereses y demandas de los 32 países miembros
de la OTAN conducen a divisiones sustanciales sobre cómo abordar a China, a
esta le crecen las dificultades para atraer diplomáticamente a Europa. Las
palancas de presión de EEUU son más que efectivas, como lo demuestra la
reciente decisión alemana de prescindir de Huawei y ZTE en las redes 5G o en el
seguidismo aplicado en los aranceles a los vehículos eléctricos.
El tono de
la declaración de la OTAN sugiere que puede haber sanciones contra Beijing y
mayores dificultades en la gestión de las relaciones con la UE, que lleva
tiempo tratando de que no empeoren. El influjo de la OTAN en la definición de
la política exterior europea se antoja creciente.
La reacción
de China
En China
crece la preocupación por este pronunciado giro en la estrategia de la OTAN y
que solo puede servir a un propósito: mantener la hegemonía estadounidense y
apoyar el papel dominante de Occidente en los asuntos globales.
China
tendría que manejar esta situación con prudencia, evitando facilitar argumentos
para que la inestabilidad se instale en la región. Idear como respuesta a la
presión occidental en el Pacífico la realización de ejercicios militares en
Bielorrusia, a las puertas de la OTAN, es una muestra de no amilanamiento que
internamente puede resultar, pero no facilitará el diálogo con Bruselas. Lo más
negativo es que se pierdan las esperanzas de mejorar sus relaciones con Europa.
La
estrategia de promoción de la economía, el comercio y la inversión como punta
de lanza de su política es acertada pero quizá necesite avanzar más en la
concrección de iniciativas de seguridad dirigidas a los países de la región sin
que ello les obligue a tomar abiertamente partido, cosa que muy pocos realmente
desean. China ha reclamado a las capitales de la zona que no se embarquen en
los planes de extensión de la OTAN a Asia-Pacífico.
Aporte Others News
……………….
Relacionado:
Ahora es
China, pero antes fue Japón
No es nada
nuevo. En los años ochenta Japón era la China de hoy. Crecía a dos dígitos y se
convirtió en la segunda economía más grande del mundo. Creció el déficit
comercial de Estados Unidos y acusó a Japón de manipular artificialmente de su
moneda; pero, sobre todo insistía en lo mismo que insiste hoy contra China: el
supuesto robo de propiedad intelectual.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario