Por MARTIN POBLETE
El entusiasmo y determinación de los líderes opositores venezolanos terminaron por contagiar a los observadores del acontecer político en ese país, se habló de vigilar el escrutinio, del compromiso (cual?) de las Fuerzas Armadas con un quimérico reconocimiento del verdadero resultado de la elección; valga recordarlo, el ejército venezolano tiene más de dos mil generales, en severa degradación y distorsión de lo que debiera ser una institución militar profesional . En realidad ha ocurrido lo previsible, el régimen dictatorial encabezado por Nicolás Maduro se ha reelegido a sí mismo en una operación de características fraudulentas.
En días siguientes iremos conociendo los rasgos del enorme fraude perpetrado contra el pueblo venezolano, el conteo adulterado de los votos, las faltas de actas en las mesas, la total carencia de transparencia en la conducta de los funcionarios públicos a cargo del procedimiento electoral. Simultáneamente, las diversas izquierdas latinoamericanas, y la española, se han alineado con el régimen, reconocen la reelección de Maduro, desconocen la operación fraudulenta dirigida a negar hasta la más mínima posibilidad de triunfo de la coalición democrática.
Sin perjuicio del oscuro cuadro a futuro, las fuerzas democráticas venezolanas deberán recurrir a todas las instancias internacionales para denunciar el fraude, y las características del régimen gobernante en Caracas; a veces, la desvergüenza de Maduro, Cabello, y demás secuaces en uniformes y tenidas de negocios, podrían hacer creer que nada les importa ni perturba, pero la experiencia indica, especialmente a los chilenos, que regímenes dictatoriales se molestan y preocupan al verse citados en foros internacionales, y sus principales personeros inhibidos de desplazarse por el mundo ante el temor a ser interpelados, y tal vez detenidos e interrogados, doquiera vayan y/o quieran ir.
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