En 1,3 millones se estiman los hogares y empresas afectadas, según la empresa CenterPoint Energy.
Los hospitales también empezaron a sentir la presión: el martes.y las autoridades dijeron que utilizarían un complejo deportivo y de eventos para albergar temporalmente hasta 250 pacientes que están esperando el alta pero que no pueden ser llevados a sus casas porque allí no tienen electricidad.
El martes la comida ya empezaba a descomponerse en los refrigeradores. Largas filas de coches y personas hacían cola en cualquier restaurante de comida rápida, food truck o gasolinera que tuviera electricidad y estuviera abierto.
Beryl, que tocó tierra el lunes temprano como huracán categoría 1, ha dejado un saldo de al menos siete muertes en Estados Unidos (una en Luisiana y seis en Texas) y al menos 11 en el Caribe.
Para muchos, ha sido una repetición de lo sufrido en las tormentas de mayo, que mataran a ocho personas y dejaron a casi un millón sin electricidad en medio de calles inundadas.
La gran cantidad de líneas del tendido eléctrico dañadas explica la magnitud de los cortes de energía, que superaron a los del huracán Ike en 2008, según reseña este miércoles el corresponsal de The New York Times en Houston.
Las temperaturas máximas en el área de Houston el martes volvieron a subir a los 90 grados Fahrenheit (por encima de 32.2 grados Celsius) y la humedad podría hacer que el clima se sintiera aún más caluroso. El Servicio Meteorológico Nacional describió las condiciones como potencialmente peligrosas dada la falta de electricidad y aire acondicionado.
“Podemos manejarlo, pero no los niños”, dijo Walter Pérez cuando llegó a la megaiglesia del famoso pastor Joel Osteen en Houston, que sirvió como centro de enfriamiento y distribuyó paquetes de 40 botellas de agua.
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