KRADIARIO

COMENTARIO INTERNACIONAL-SIRIA-POBLETE-KRADIARIO

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APERTURA DE POSIBILIDADES EN SIRIA

Por Martín Poblete

La llegada del drama y tragedia de los refugiados del Medio Oriente tratando de ser admitidos en países de la Unión Europea, en su mayoría esos refugiados son sirios con africanos subsaharianos, iraquíes, jordanos, libios y algunos libaneses completando los números,  ha impulsado a los involucrados en la guerra civil de Siria en una nueva etapa de contactos, por ahora buscando aclarar intenciones y posiciones.   En un interesante cambio, por lo menos en el lenguaje de los diplomáticos,  se comienza a vislumbrar un cierto interés de las partes por terminar con el conflicto.

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La realidad en el terreno es la de una partición de facto del territorio de Siria, entre los restos del antiguo gobierno central en Damasco gobernando una franja habitada por la minoría étnica Alauí a la cual pertenece Bashir El Assad, extendiéndose desde Deraa por el sur oeste, pasando por Damasco, siguiendo hacia el nor-oriente la línea del antiguo ferrocarril colonial inglés conectando Bagdad con Al Aqaba en el Mar Rojo, pasando por Damasco y Amman en Jordania;  en este franja están los dos puertos en el Mediterráneo, Tartus y Latakia, y dos ciudades dónde el control del gobierno de Assad es dudoso en el mejor de los casos, Hammah y Aleppo. 

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Los tres cuartos restantes del país continúan en total caos, algunas partes controladas por Estado Islámico, otras partes por el Frente Al-Nusra supuestamente aliado de Al Qaeda, otras por los kurdos en la región nor-oriental colindante con Iraq y Turquía, y por numerosas fuerzas irregulares Suníes;  cruzando transversalmente por todos esos territorios, con excepción de los controlados por fuerzas kurdas, el otro conflicto:  la guerra civil de religión en el Islam.   En este cuadro, restaurar en el corto plazo alguna forma de gobierno central en Siria es una ilusión, pero parece haber una oportunidad de intentar alguna forma de estabilización en el territorio Alauí, con algún grado de control del gobierno en Damasco.

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Sin perjuicio de lo descrito, los actores externos en este drama han comenzado a poner sobre la mesa, cautelosamente, algunas de sus prioridades.   Después de constatar el fracaso del intento de armar una coalición político-militar, supuestamente pro-occidental, Estados Unidos han enfocado su esfuerzo en combatir las fuerzas de  Estado Islámico,  usando aviación lanzada desde portaviones en el Golfo Pérsico y el Mediterráneo oriental.

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El Reino Unido está siguiendo la línea de su principal aliado, con aviones de combate operando desde su base en Chipre  atacando posiciones de Estado Islámico.

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En una variable, por intermedio del Ministro de Relaciones Exteriores Philip Hammond, el gobierno inglés ha propuesto explorar la posibilidad de negociar  con Assad una  transición de seis meses.   Por su parte, Vladimir Putin, ratificando  sus conocidos rasgos de político estratégicamente duro pero tácticamente flexible,  propone una coalición de transición con Assad de presidente, manifiesta su voluntad de cooperar en la lucha contra Estado Islámico, y anuncia el emplazamiento de una base aero-militar rusa ubicada al sur oeste de Latakia, cual complemento de la base naval en Tartus.

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En una interesante novedad, israelíes y sauditas, cada uno por sus propias razones, han hecho explícito su coincidente interés en exigir  la salida de militares iraníes de Siria, y el retorno a sus bases en Líbano de la brigada de Hezbollah peleando la guerra civil junto a las fuerzas de Assad.

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Simultáneamente,  desde Tehran, el gobierno iraní  anuncia su intención de dar a conocer, antes de fines del presente mes, su propio plan  para una transición en Siria; mientras tanto. fuentes de inteligencia occidental  dicen haber detectado la presencia en Moscú, a fines de julio recién pasado, del Mayor General Qassem Suleimani, cuyas andanzas recuerdan las de otra figura mítica de hace un siglo, el Coronel T.E. Lawrence, mejor conocido por Lawrence de Arabia en la espléndida película de David Lean con gran actuación de Peter O`Toole.

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Tal vez algo positivo surja de todos estos intercambios de ideas, intenciones y propuestas.   Cabe recordar dos formuladas cuando era posible impedir el desarrollo posterior del conflicto sirio en cruenta guerra civil. 

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Hacia fines del 2012, el embajador Farouk Al Sharaa, ex-ministro de relaciones exteriores con Assad padre, propuso negociar una transición con Bashir, no en contra de él, pero entonces los americanos y con ellos los israelíes y los sauditas, salieron con la exigencia de cambio de régimen  -regime change-  rechazada por Bashir  y ahí terminó el intento  transicional del Embajador Al Sharaa.   

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Mas o menos paralelamente, hubo otra iniciativa encabezada por el diplomático y político finlandés Martti Ahtisaari, Premio Nóbel de la Paz 2008,  quien había logrado comunicarse con Vlad Putin y su ministro de relaciones exteriores Sergei Lavrov  usando los buenos oficios  del embajador ruso en la ONU, Vitaly Churkin, un veterano diplomático  de tiempos de la Guerra Fría; pero en Washington, Tel Aviv y Riyadh, había una lectura errada de la situación, y como la de Al Sharaa la iniciativa de Ahtisaari  no tuvo éxito.