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lunes, 14 de septiembre de 2015

COLUMNA SEMANAL DE PSICOLOGÍA FAMILIAR Y SOCIAL-KRADIARIO

LOS PREDICTORES DE SEPARACIÓN DE UNA RELACIÓN DE PAREJA

Por Jessika Krohne
www.psicologiaglobal.cl


Casi todas las parejas suelen tener los mismos conflictos.
Casi el 70% de los problemas de pareja no tienen solución.
Los problemas no disminuyen con el tiempo, sino que se agravan.
Las parejas discuten por los mismos temas a través de los años.
Las parejas que se divorcian tienen la misma cantidad de dificultades que las que permanecen juntas.
La similitud de caracteres o de opiniones no son garantía para una relación estable.
No existen parejas que sean incompatibles.
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Estas son algunas afirmaciones que concluye el gran investigador John Gottman, el gurú de los terapeutas de pareja, autor de más de 40 libros y de 160 artículos científicos sobre las relaciones de pareja.
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Si estas afirmaciones son ciertas, ¿por qué hay parejas que se separan y otras no? ¿Para qué sirve realizar una terapia de pareja?
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Bueno, en una terapia tal vez uno no logra solucionar los problemas, pero aprende a ver los problemas con ojos diferentes, aprende a aceptar al otro con sus virtudes y sus defectos, se da cuenta de la dinámica que tiene la pareja, donde uno puede anteponerse a algunas situaciones conflictivas. También se aprende a discutir, a conversar a comunicarse de una mejor manera y a leer los gestos del otro. En una terapia uno se conoce a sí mismo y logra conocer al otro y también logra entender al otro y las reacciones que pueda tener según la historia de vida que ha tenido y eso sirve mucho para enfrentar diversas situaciones. Se aprende a ser empático y asertivo, herramientas valiosísimas en una relación de pareja. En resumen, uno aprende a manejar los conflictos.
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Las parejas que no lo logran y no pueden aceptar las cosas que no se pueden cambiar, terminan separándose, sin necesariamente tener más conflictos que una pareja que permanece junta. Además una pareja con una probabilidad más alta de separarse se ve inserta en una gran cantidad de emociones negativas y según Gottman, ellos utilizan cuatro mecanismos comunicacionales que son literalmente autodestructivos y terminan deteriorando a la pareja a tal nivel que se terminan separando. Gottman los denomina los cuatro jinetes del Apocalipsis y si están presentes en una pareja, pueden predecir un divorcio en un 85% de probabilidad.
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Estos 4 mecanismos autodestructivos son los siguientes:
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Defensividad: que se trata de una actitud en defensa de lo que se ha percibido como un ataque. Una rígida actitud de defensa automática, eludiendo nuestra cuota de responsabilidad. Se recurre a las tácticas de negación, no admitir estar equivocado, buscar excusas, inventar explicaciones, responder con otra queja y/o contraatacar. Con todo lo anterior se está implícitamente culpando en forma indirecta a nuestra pareja e invalidando su queja. El mensaje que emitimos es: “El problema no soy yo”.
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Indiferencia: en vez de emitir señales de estar atentos a la conversación, asumimos una postura evasiva de distanciamiento y superioridad consistente en desconectarse y replegarse en uno mismo, ignorando al otro como si no nos importara.
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Criticismo: a diferencia de una queja, la crítica consiste en descalificaciones o ataques personales excesivos. Implica mucho más que una simple protesta por una conducta específica. Se trata de un atentado en contra de la otra persona, puesto que en el fondo es un juicio dirigido a su carácter y no a sus actos. Generalmente incluye las acciones de culpar y difamar, así como el uso del nunca y del siempre. Las críticas tienen un impacto emocional muy corrosivo, dejando al receptor avergonzado, disgustado y humillado.
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Desprecio : implica una ostensible falta de respeto, de mirar en menos al otro y/o de sentir aversión. Incluye el uso del sarcasmo y del humor hostil, poner cara de desprecio o los ojos en blanco en un gesto de resignación o bien fruncir el labio, señal universal de disgusto. La forma más evidente consiste en la ridiculización mediante la burla y en el insulto directo («idiota», «puta»), aunque el lenguaje corporal puede reflejar grados aun peores de menosprecio. Similar al odio, el desprecio puede relacionarse con la indignación y la amargura, creciendo a medida que vamos almacenando y alimentando durante largo tiempo pensamientos negativos acerca de nuestra pareja. Fuera del rencor, también refleja un sentimiento de superioridad, donde se mira al otro con condescendencia, devaluándolo y considerándolo indigno.
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Estos cuatro mecanismos se van gestando desde los inicios de la relación,  agudizándose en períodos más vulnerables (como la llegada del primer hijo) y cada una de ellos sienta las bases para el siguiente, siendo el desprecio el más destructivo de todos. Si una pareja reconoce algunos de estos cuatro mecanismos en su relación, es de suma importancia que ambos hagan el esfuerzo para extinguirla, ya que si no se hace a tiempo se pueden ir fomentando a lo largo de los años hasta llegar a convertirse en una dinámica incontrolable llevando finalmente a una posible separación.


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