www.psicologiaglobal.cl
La rama de la psicología positiva, que estudia las emociones placenteras, el desarrollo de las virtudes y la búsqueda de la felicidad, intenta determinar los factores endógenos que el individuo puede manejar para alcanzar ese determinado estado de ánimo. Paralelo a eso han existido muchos científicos, escritores y pensadores que han tratado ese tema que hasta el día de hoy es considerado un fenómeno sin una explicación muy clara.
La felicidad como concepto se define como un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. También es considerada como una condición interna de satisfacción y alegría.
Pero la pregunta que mucha gente se hace ¿Es posible alcanzar la felicidad plena y total? Hace poco leí un artículo del diario El Mercurio, publicado el sábado 28 de mayo, donde decía que era muy difícil alcanzar la felicidad plena, ya que lo que lleva a la felicidad no son las cosas materiales, sino que ésta se encuentra en nuestro interior, en las emociones y sensaciones que uno expresa como persona.
El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.
Según Martín Seligman, fundador de la psicología positiva, está muy comprobado que el dinero no da la felicidad. Además, en todos los países desarrollados se dan diez veces más casos de depresión y han aumentado en menor medida otras patologías como la ansiedad. Sobre ese fenómeno, no hay mucha claridad, aunque él cree que influyen varios factores: uno es que la gente tiende a tomar “atajos” para conseguir el placer: las drogas, el sexo sin amor, la televisión, las compras etc. Y si alguien basa su vida exclusivamente en atajos y descuida los otros aspectos de su vida, como el desarrollo personal o el sentido que da a la vida, acabará sacrificando su felicidad a largo plazo.
El problema es que cuando más rica sea una sociedad, más atajos existen. Otro aspecto relevante que considera Seligman es el tamaño relativo a la dimensión del yo frente a la dimensión del grupo. Cada vez pesa más el individuo y menos las colectividades. La familia cada vez es más pequeña, se desvanecen las ataduras a la nación, a la comunidad, al grupo religioso. Éstas eran las instituciones tradicionales que nos apoyaban en los momentos difíciles, que a lo largo de la historia han sido las medidas antidepresivas más eficaces, y están desapareciendo y por otro lado las ciencias sociales nos han enseñado que somos víctimas de nuestro entorno, que lo importante no es el individuo que está en control de factores externos que lo limitan y lo manipulan. Esto es una fórmula perfecta para la depresión.
Paralelo a esto, bastante más actualizado y una idea diferente de la que fue planteada por Seligman, se encuentra un estudio realizado por un psicólogo analítico inglés Adrian White de la universidad Leicester, quien elaboró un mapa mundial de la felicidad.
A los participantes en los diversos estudios se les hicieron preguntas relacionadas con la felicidad y la satisfacción ante la vida. El metaanálisis está basado en los resultados de más de 100 estudios diferentes de todas partes del mundo, en los que fueron encuestadas 80.000 personas. Para este estudio también se han analizado datos respecto a salud, riqueza y acceso a la educación.
Se verificó que hay muchas más probabilidades de que las personas en los países con buenos programas de salud, un producto interior bruto per cápita más alto, y un acceso mayor a la educación, declaren ser felices, que las de naciones menos favorecidas, algo fácil de intuir pero que no había sido aún constatado en estos términos estadísticos tan rigurosos.
También es notable que muchos de los países más grandes en lo que se refiere a población, se clasifiquen tan bajo. Con China en el puesto 82, India en el 125 y Rusia en el 167, resulta interesante comprobar que las poblaciones más grandes no están asociadas con los países felices.
Según el estudio, las 20 naciones más felices en el mundo son: 1. Dinamarca 2. Suiza 3. Austria 4. Islandia 5. Bahamas 6. Finlandia 7. Suecia 8. Bután 9. Brunei 10. Canadá 11. Irlanda 12. Luxemburgo 13. Costa Rica 14. Malta 15. Los Países Bajos 16. Antigua y Barbuda 17. Malasia 18. Nueva Zelanda 19. Noruega 20. Las Seychelles
Otros resultados notables incluyen: 23. EE.UU. 35. Alemania 41. Reino Unido 46. España 62. Francia 82. China 90. Japón 125. India 167. Rusia.
Chile ocupa el lugar 71 de la lista.
Los tres países menos felices son: 176. República Democrática del Congo 177. Zimbabwe 178. Burundi
Los países pequeños tienden a ser más felices por un sentido de colectividad más fuerte, señaló White.
Seguramente nos encontraremos con muchos otros estudios a lo largo de la vida, unos más interesantes que otros, pero lo más esencial, según mi punto de vista, es no poner la propia felicidad en manos de nadie, sino que cada uno debe hacerse cargo de ella.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario