14-03-2014-KRADIARIO-Nº888
BRASIL EN LA
ENCRUCIJADA: ¿PROLONGAR LA DEPENDENCIA O COMPLETAR LA INVENCIÓN?
Por Leonardo Boff
Observador atento de
los procesos de transformación de la economía mundial en contrapunto con la
brasilera, Celso Furtado, uno de nuestros mejores nombres en economía
política, escribió en su libro Brasil: la
construcción interrumpida: «En medio milenio de historia, partiendo de una
constelación de fechorías, de poblaciones indígenas desgarradas, de esclavos
trasplantados desde otro continente, de aventureros europeos y asiáticos en busca
de un destino mejor, llegamos a un pueblo de extraordinaria polivalencia
cultural, un país sin paralelo por su inmensidad territorial y su
homogeneidad lingüística y religiosa.
.
Pero nos falta la experiencia de
pruebas cruciales como las que conocieron otros pueblos cuya supervivencia
llegó a estar amenazada. Nos falta también un verdadero conocimiento de
nuestras posibilidades y principalmente de nuestras debilidades. Pero no
ignoramos que el tiempo histórico se acelera y que la cuenta de ese tiempo se
hace contra nuestra. Se trata de saber si tenemos un futuro como nación que
cuenta en la construcción del devenir humano o si prevalecerán las fuerzas
que se empeñan en interrumpir nuestro proceso histórico de formación de un
Estado-nación» (Paz e Terra, Rio 1993, 35).
La actual sociedad
brasilera, hay que reconocerlo, ha conocido avances significativos bajo los
gobiernos del Partido de los Trabajadores. La inclusión social realizada y
las políticas sociales beneficiosas para millones de personas que siempre
estuvieron al margen tienen una magnitud histórica cuyo significado todavía
no acabamos de evaluar, especialmente si las comparamos con las fases
históricas anteriores, hegemonizadas por las élites tradicionales que siempre
detentaron el poder del Estado.
.
Pero estos avances no
son aún proporcionales a la grandeza de nuestro país y de su pueblo. Las
manifestaciones de junio de 2013 mostraron que buena parte de la población,
particularmente los jóvenes, está insatisfecha.
.
Estos manifestantes quieren
más. Quieren otro tipo de democracia, la participativa, quieren una república
no de negociados sino de carácter popular, exigen con razón transportes que
no les roben tanto tiempo de vida, servicios básicos de higiene, educación,
que los habilite para entender mejor el mundo y para mejorar el tipo de
trabajo que escojan; reclaman sanidad con un mínimo de decencia y calidad.
Crece en todos la convicción de que un pueblo enfermo e ignorante jamás dará
un salto cualitativo hacia otro tipo de sociedad menos desigual y, por eso,
como la llamaba Paulo Freire, menos malvada. El PT deberá estar a la altura
de esos nuevos desafíos y renovar su agenda o pagar el precio de no continuar
más en el poder.
.
Estamos aproximándonos
a aquello que Celso Furtado llamaba “pruebas cruciales”. Tal vez como nunca
antes en nuestra historia, hemos llegado al momento crítico de las “pruebas”.
Las próximas elecciones tendrán, a mi modo de ver, una característica singular.
Dada la aceleración de la historia, impulsada por la crisis sistémica
mundial, nos veremos forzados a tomar una decisión: o aprovechamos las
oportunidades que los países centrales en profunda crisis nos propician,
reafirmando nuestra autonomía y garantizando nuestro futuro, autónomo pero
relacionado con la totalidad del mundo, o las desperdiciamos y viviremos
amarrados al destino decidido siempre por ellos, que nos quieren condenar a
ser solo abastecedores de los productos in natura que les faltan y así nos
vuelven a recolonizar.
.
No podemos aceptar
esta extraña división internacional del trabajo. Tenemos que retomar el sueño
de algunos de nuestros mejores analistas de la valía de Darcy Ribeiro y de
Luiz Gonzaga de Souza Lima, entre otros, que propusieron una reinvención o
refundación de Brasil sobre bases nuestras, gestadas por nuestro ensayo
civilizatorio, tan enaltecido por Celso Furtado.
.
Este es el desafío
lanzado de forma urgente a todas las instancias sociales: ¿Ayudan a la
invención de Brasil como nación soberana, repensada en los marcos de la nueva
conciencia planetaria y del destino común de la Tierra y de la humanidad?
¿Podrán ser co-parteras de una ciudadanía nueva ―la co-ciudadanía y la
ciudadanía terrena― que articula al ciudadano con el Estado, al ciudadano con
otro ciudadano, lo nacional con lo mundial, la ciudadanía brasilera con la
ciudadanía planetaria, ayudando así a moldear el devenir humano? ¿O se harán
cómplices de esas fuerzas que no están interesadas en la construcción del
proyecto-Brasil porque se proponen incluir a Brasil en el
proyecto-mundo-globalizado de una forma subalterna y dependiente, con
ventajas concedidas a las clases opulentas, beneficiadas con este tipo de
alianza?
.
Las próximas
elecciones van a arrojar luz sobre estos dos proyectos. Debemos decidir de
qué lado estaremos.
.
La situación es urgente pues, como advertía pesaroso
Celso Furtado: «todo apunta hacia la inviabilización del país como proyecto
nacional» (op. cit. 35). No queremos aceptar como fatal esta seria advertencia.
No hay que reconocer las derrotas sin haber dado antes todas las batallas,
como nos enseñaba Don Quijote en su gaya ciencia.
.
Todavía hay tiempo
para hacer cambios que pueden reorientar el país hacia su rumbo cierto,
especialmente ahora que, con la crisis ecológica, Brasil ha adquirido un peso
decisivo en la balanza y el equilibrio buscado por el planeta Tierra. Es
importante creer en nuestras virtualidades, diría más, en nuestra misión
planetaria.
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viernes, 14 de marzo de 2014
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