11-03-2014-KRADIARIO-Nº888
La columna del periodista Fernández
SEÑALES
INQUIETANTES
Por
Enrique Fernández
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Entregamos un país que crece –aseguró Sebastián Piñera en una de sus múltiples
apariciones públicas de los últimos días, el domingo pasado en “Tolerencia
Cero” de Chilevisión. Pero el entonces Presidente una vez más se apartó de la
línea de la verdad, como lo hizo desde que fue candidato y formuló promesas que
no cumplió.
¿Entregó
efectivamente su Gobierno un país que crece, para que la Presidenta Michelle
Bachelet mantenga ese ritmo de expansión?
Si
miramos el Imacec (Índice Mensual de Actividad Económica), en el año 2012 tuvo
un aumento de 5,95%. En 2013 bajó a 4,03% y en enero pasado el índice acumulado
en 12 meses sólo fue de 3,6%, una cifra inferior a la que esperaban los
expertos del mercado. En consecuencia la administración Piñera deja una
economía en franca desaceleración.
A
esta realidad evidente y sin letra chica, hay que agregar otras señales
inquietantes para la vida económica del país: La inflación, que en 2013 fue de 3%,
en enero llegó a 0,2% y en febrero a 0,5%, lo que sobrepasa las expectativas
del mercado. De este modo, en lo que va de este año el aumento promedio de los
precios es de un 0,7%, con un alza acumulada de 3,2% para los últimos 12 meses.
¿Es el fantasma de la inflación o un país que crece?
Pero hay más: El día de la transmisión del
mando presidencial, el dólar se transó en 574,10 pesos, el valor más alto en
los últimos cinco años, con la consiguiente devaluación de la moneda nacional.
Los expertos atribuyen esta depreciación a la caída en el valor del cobre, que
el día en que Piñera entregó la presidencia se transó en poco más de 3 dólares
por cada libra de metal, el precio más bajo de los últimos nueve meses.
Otro
antecedente poco conocido es la magnitud de la deuda externa que dejó la
administración Piñera. Según los informes del Banco Central, el endeudamiento
del país con bancos e instituciones financieras del exterior creció en un 11,2%
en el año 2013, para llegar a 130.965 millones de dólares. Si dividimos esa
enorme cantidad por el total de la población del país, cada chileno debe 7.650
dólares o 3.630.000 pesos a organismos internacionales.
Juzgue
usted si el ex Presidente hablaba con sinceridad cuando afirmo que su
administración entregó “un país que crece”.
Hay además
otras señales que hereda la nueva Presidenta, como la crisis de las
instituciones sumidas en el descrédito. Entre ellas el Poder Judicial, el
Servicio de Impuestos Internos, el Instituto Nacional de Estadísticas y el
Servicio del Registro Civil. Así lo indican las encuestas y las redes sociales,
a cuyas presiones cedió la nueva mandataria cuando aún no iniciaba su gestión y
aceptó las renuncia que presentaron los colaboradores que había designado en las
subsecretarías de Educación, Bienes Nacionales, Minería y Fuerzas Armadas.
Y el
día de la transmisión del mando, antes que se iniciara la ceremonia, grupos de
deudores habitacionales, convocados a través de esas redes, levantaron
barricadas en cinco puntos de Santiago. Una veintena de estudiantes de la ACES
(Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios) irrumpieron por su parte en la sede de la
Democracia Cristiana, con la advertencia de que estas movilizaciones
continuarán en un futuro inmediato.
.
Los
deudores habitacionales, encabezados por la ex candidata presidencial Roxana
Miranda, trataron de hacer la vida imposible a la Presidenta Bachelet durante su
primer Gobierno. Incluso llegaron hasta las puertas de su residencia en la
calla Burgos de la comuna de Las Condes, donde fueron reprimidos por los
carabineros.
Los estudiantes secundarios, a su vez, fueron los primeros en
salir a las calles en abril de 2006, cuando la Presidenta iniciaba su mandato
de cuatro años. Pedían entonces la gratuidad del pase escolar en el transporte
público. Como no fueron escuchados, aumentaron sus demandas y exigieron la
derogación de la LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Educación), herencia de
Pinochet. La LOCE fue derogada, pero los “pingüinos” dejaron la semilla de las
manifestaciones que estallaron cinco años después, bajo el Gobierno de Piñera,
para exigir ahora la gratuidad de toda la educación.
¿Podrá
la nueva Presidenta atender los desafíos que representan estas señales? ¿O
Chile seguirá el camino de otras sociedades, donde las redes sociales a veces
se asemejan a las barras de los clubes de fútbol infiltradas por delincuentes o
encapuchados, que tratan de imponer su voluntad con la fuerza de la violencia, como
en Venezuela?
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