24-3-2014-KRADIARIO-Nº890
HUENCHUMILLA Y EL PROBLEMA DEL SER
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Con el recién nominado intendente en la región de la Araucanía, Francisco
Huenchumilla, uno cae en la cuenta que hay conversiones posibles, como la de
Saulo de Tarso y del mismo Agustín de Hipona o la de Francisco de Asís y de
tantos hombres que desde el pecado, del error o la ignorancia, de pronto son
iluminados por un destello de fe, razón o verdad que les hace cambiar de
paradigma, de postura existencial y de visión de las cosas.
Es tan sorprendente este cambio que nadie
puede dejar de considerar que “la vida nos da sorpresas” que estremecen.
Huenchumilla es viejo político y de larga
trayectoria en cargos públicos: diputado, alcalde, ministro y ahora intendente.
Nunca antes se le escuchó hablar en los términos que ahora lo hace. Su defensa
de la causa mapuche es tan contundente,
perentoria y total, que uno llega a pensar que éste es otro Huenchumilla, no el
que fue diputado o alcalde o ministro del presidente Lagos. En ese entonces
Huenchumilla, don Francisco, era una persona ponderada, al estilo de la
Concertación, hombre sin voz propia, sino cónsono con las posturas “güavinosas”
y jabonosas, de los líderes máximos de la coalición de entonces.
Pero ahora es otra personalidad ¡Qué
tiempos vivimos!....Ahora se puede hablar sin mirar de reojo o con un tono de
cura en prédica de cuaresma. La voz sale audible y sin aflautamientos; ahora se
dicen las cosas por su nombre y sin rodeos. Eso habla de un cambio cualitativo
muy importante en Chile; este país que
parecía condenado a las medias verdades y a las medias palabras.
Yo pondría a don Francisco Huenchumilla y
su viaje a Damasco en la perspectiva del descubrimiento del Ser, tal cual nos
los enseña el pensador del Ser, es decir Heidegger.
Porque el pensador alemán enseña que la
humanidad ha vivido en el “olvido del Ser”, es decir, ha vivido en la pura
“metafísica”…y la metafísica es una pura especulación con pretensiones de
verdad. La verdad es el SER, dice Heidegger, pero esta verdad no se manifiesta
nunca de manera total. Es como en teología se habla de Dios como la verdad
misma, pero nadie puede conocer la verdad final de Dios, simplemente porque ese
Ser (Dios) es absoluto y nosotros somos relativos, limitados y temporales.
Pero, sin embargo, enseña Heidegger, el
hombre es el “custodio del Ser”, sólo en el hombre “aloja el Ser”; es decir,
solo los humanos podemos dar acogida al Ser. Pero lo hacemos de una manera
parcial, casi involuntaria, casi como una “iluminación”.
Se dan “acontecimientos iluminadores”
(ereignis) que nos trasmiten verdades inesperadas, que los hombres traducen en
conceptos verbalizados. La palabra
es la voz del Ser. Eso parece querer
significar la vieja y misteriosa expresión: “Primero fue el Verbo”, en el
Génesis.
Es eso, esa palabra que nos explica de
pronto lo que antes no comprendíamos; como le debió suceder a Hegel con la
palabra “dialéctica”, o a Darwin con la palabra “evolución” y a Marx con la
palabra “revolución”, o a Vico con “corso y recorso”, o a Nietzsche con “superhombre”,
“pensamiento auroral” o “el eterno retorno” etc.
Palabras claves, que iluminan, como un
destello la realidad y lo llevan del espesor del bosque al “claro luminoso” en
medio de la oscura frondosidad, si deseamos parafrasear al mismo Heidegger.
Don Francisco Huenchumilla ha sido
iluminado, ha recibido un destello del Ser, es decir de la inabarcable verdad.
Eso puede explicar que esta personalidad pública comience a vivir una nueva
época, una era marcada por otra perspectiva del ser, del hombre y del mundo.
Antes vivió la época tenuemente reflexiva de un Ser “en la medida de lo
posible”; ahora está comenzando a residir en la casa del Ser, con iluminación
esplendente y autonomía suficiente para transgredir lo permitido. Por violentar
lo permitido es que se producen en la historia los grandes forjadores del Ser,
como Prometeo, Jesús o Gandhi. Eso lo
llama Heidegger el tensar la verdad del Ser del acontecimiento presente hacia
los acontecimientos iluminadores del futuro. Claro que el Ser, según el pensador
germano, no se desprende del pasado, si no que permanece ligado y acoplándose a
la verdad del momento, por ello se da siempre el riesgo del retroceso o de
freno a la tarea constructiva del Ser.
Es de esperar que sea una conversión
verdadera hacia una nueva era del Ser, con una nueva perspectiva de la
“verdad”, con una nueva voluntad del hacer político, con una “iluminada” pasión
por lo humano. Porque hasta ahora hemos tenido el imperio de la “realidad
técnica”, una era dominada por el Ser tecnológico (verdad técnica), sustentada
en una retórica cuantitativa (el verbo hecho fórmula). Las relaciones se dan
con “La cosa” (título de un ensayo del filósofo Heidegger), con los objetos, en
un sentido de dominación.
Ahora, si
los tiempos son en verdad de un “adviento”, de un imperio del Ser
distinto, que inaugura una nueva era, que supera la verdad del Ser técnico
aliado a “la cosa”, entonces podremos hablar de que se puede instalar (Gestell)
la dimensión y el rostro más espiritual del Ser. Esta dimensión demanda
“pensamiento”, que es el “vehículo del Ser”, y no sólo “acción”, que es el
golpe de puño de lo técnico (Faust…”puño”…Fausto…Goethe).
Pero el Ser se revela ocultándose. Eso
tiene dos dimensiones: el error es un “ocultamiento” que lleva al callejón sin
salida, a la desesperación y a la urgencia de hallar. Entonces se facilita el
pensamiento esclarecedor (a través del equívoco..o el pecado). Pero ninguna
verdad del Ser (por ser parcial y temporal el hombre) define una presencia
absoluta…En cada revelación de una verdad, se genera también un “velamiento”,
un nuevo ocultarse de la verdad…Entonces, cuánto hay de “develamiento” en la
verdad actual de Huenchumilla y cuánto hay de “velamiento” (ocultarse) de la
verdad del Ser.
De ambas está compuesta el transcurrir de
la vida humana, en el tortuoso camino de la búsqueda de la verdad y el Ser
auténtico.
ES UN TREMENDO CAMBIO PARA LOS TIEMPOS DE HOY Y HUENCHUMILLA NO ES LA EXCEPCION.
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