12-3-2014-KRADIARIO-Nº888
LAS PRIORIDADES
DEL CANCILLER
Escribe y
comenta Martín Poblete
En artículo publicado en El Mercurio del miércoles 12/3, haciendo gala de
su respetada vitalidad intelectual, y de paso marcando inmediata diferencia respecto
al estilo de su predecesor y, en cierta medida, también con sus otros
antecesores en los gobiernos concertacionistas, el Canciller Heraldo
Muñoz nos ofrece en lúcido detalle sus prioridades para la gestión
que recién se inicia.
Empieza por fijar "Prioridad a Latinoamérica", con énfasis
en América del Sur. No resultará de fácil implementación. En
Latinoamérica han proliferado gobiernos de limitada confiabilidad en el manejo
de sus relaciones exteriores y notorias tendencias a faltar al cumplimiento
de sus compromisos aún en presencia de acuerdos y tratados bilaterales. Tal
vez por ello y consciente de la realidad, el Canciller califica de
inmediato sus ideas: "Convergencia en la diversidad es la política que
Chile buscará promover en América Latina", esta es una suave
sutileza para manejar con fluidez las prioridades.
En seguida, propone buscar el fortalecimiento de la presencia de Chile en
las instancias de integración existentes, sin perjuicio de "Avanzar
pragmáticamente hacia una región mas integrada". Esto de la
integración es una de las asignaturas pendientes en Latinoamérica, ya que en distintas
épocas sus gobiernos se han mostrado incapaces de asumir los compromisos de
largo plazo y medidas creadoras de mutua confianza, indispensables para tener
un sólido proceso de integración, nada indica hoy cambios en esas actitudes,
cabe desearle buena suerte al Canciller Muñoz en su esfuerzo
integracionista.
En una formulación ambiciosa de largo aliento, Heraldo Muñoz se
plantea llevar nuestra diplomacia "hacia una perspectiva integral
que otorgue similar peso a las dimensiones políticas, sociales y
culturales de nuestros lazos externos"; en tiempos recientes, el único
Canciller capaz de manejar bien esas tres variables fue Gabriel Valdés
Subercaseaux, siéndole de singular ayuda su relación personal con el
Presidente Eduardo Frei Montalva y su permanencia en el cargo durante todo un
período de gobierno.
Sin duda, don Heraldo tiene las condiciones intelectuales
y personales para conseguir similar objetivo, mucho dependerá de su
relación con la Presidenta Bachelet así como de la dinámica en la
coalición gobernante.
En el asunto de la Alianza del Pacìfico, el Canciller Muñoz pareciera
buscar ponerse el parche antes de la herida cuando nos
dice " Chile no compartirá pretensión alguna de concebir
dicha Alianza como un bloque ideológico excluyente o antagónico con otros
proyectos de integración"; curioso, a la fecha ninguno de los integrantes
de la Alianza del Pacìfico se han propuesto semejantes líneas de acción, las
diferencias con los miembros de Mercosur y tangencialmente con el grupo
ALBA, han surgido simplemente porque la Alianza es un acuerdo de libre
comercio incluyendo la liberalización de los servicios bursátiles
y financieros, rasgos distintivos de la Alianza del Pacìfico que podrían
generar reticencias en una coalición de gobierno predominantemente de izquierda
como la Nueva Mayoría. Heraldo Muñoz puede estar solo en una
maniobra preventiva.
De alguna manera relacionado con lo anterior, los lineamientos
avanzados por el Canciller Muñoz incluyen "...discutir la posibilidad de
materializar una convergencia de la Alianza del Pacífico con el
Mercosur". El camino al infierno está pavimentado de buenas
intenciones. Tal como están las cosas hoy, no parece posible convergencia
alguna entre un acuerdo de libre comercio, rebajando aranceles en un 92% de
productos intercambiados entre sus miembros, la Alianza del Pacífico; y un
régimen de unión aduanera, Mercosur, con numerosas limitaciones en cláusulas
proteccionistas y restrictivas, cuyo funcionamiento lo marca su
miembro predominante, Brasil.
Chile tiene condición de miembro asociado a Mercosur, cuando Ricardo Lagos
propuso a su amigo Fernando Henrique Cardoso hacer del Mercosur un
verdadero tratado de libre comercio, y así facilitar el ingreso de Chile en
calidad de miembro pleno, recibió un portazo en las narices; por ahora, la
mejor opción hacia el Atlántico es mantener y mejorar la relación bilateral con
Brasil.
Finalmente, en ánimo más bien soñador, el Canciller nos pide
considerar la opción de "concentrarnos (los latinoamericanos) para
impulsar respuestas como bloque", y pone por ejemplo la agenda del
desarrollo post-2015 de las Naciones Unidas.
Como grupo de naciones y gobiernos, Latinoamérica nunca ha sido capaz de
formular propuestas políticas en organizaciones internacionales, la única
excepción es el Consenso de Viña del Mar, de mediados de la década del 1960,
llevado a los Estados Unidos por el entonces Canciller Gabriel Valdés, mal comprendido
en tiempos de la Guerra Fría. ¿Quizá ahora en otros tiempos?
La cuestión de los derechos humanos resalta notoria por su ausencia en las
prioridades del Canciller Muñoz; no ayudan en este punto las llamadas
diferencias irreconciliables entre dos partidos de la coalición gobernante, la
Democracia Cristiana y el Partido Comunista, claramente un tema generador
de divisiones al interior de la Nueva Mayoría con implicancias para el
diseño de una diplomacia efectiva.
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