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miércoles, 1 de junio de 2011

Puntos de Vista: El poder Real del Grupo de los Ocho (G-8)

La útima cumbre del G-8 se celebró la seamana pasada en
localidad francesa de Deauville   
¿Cuál es el poder real del G-8 en la actualidad? ¿Es todavía representativo del estado del mundo actual? ¿Cuáles son su legitimidad y su eficacia?

Opinión del  Dr. Pascal Boniface del Instituto de Relaciones Internacional y Estratégicas de España - Publicado por el diario catalán La Vanguardia

Los orígenes del G-8 se establecen en marzo de 1973, cuando, a petición del Secretario de Tesoro estadounidense, George Shultz, se reunieron los ministros de finanzas de las seis potencias económicas mundiales: Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Italia, Francia y el Reino Unido, formando el G-6). En 1976 el Grupo paso a ser de 7 miembros con la incorporación de Canadá, en San Juan, Puerto Rico, naciendo el G-7. En junio de 1997, en Denver (Colorado, EE UU), fue cuando la reunión de líderes fue bautizada como "Cumbre de los Ocho" pues Rusia asistía por primera vez en calidad de socio y no como observador, como venía haciéndolo hasta entonces. A partir de allí, el Grupo se denominó G-7+Rusia o G-7+1. En la Cumbre de Kananaskis (Canadá, 2002), el Grupo se convirtió definitivamente en G8, con la admisión de Rusia como miembro con plenos derechos en todas las discusiones. El G-8 se reune una vez al año.

Opinión del Dr. Pascal Boniface del Instituto de Relaciones Internacional y Estratégicas de España - Publicado por el diario catalán La Vanguardia


Hace todavía unos años, los altermundistas (*) criticaban duramente al G-8 porque, según ellos, se erigía en el directorio ilegítimo del mundo. Hoy parecería que son sus límites y sus debilidades lo que más se hace notar. El G-8 es representativo de lo que se llamaba antiguamente el Norte (por oposición al Sur) o de lo que hoy en día podría ser su equivalente con la presencia de Japón y de Rusia, asimilándose desde un punto de vista estratégico al mundo occidental.

De un mundo que está a punto de perder el monopolio del poder que ejerce desde hace cinco siglos. No hay más que ver la parte relativa del PIB mundial de la que se beneficiaban sus miembros cuando fue creado este organismo a mediados de los años setenta (Rusia se sumó en 1998) y en la actualidad. La idea de que el mundo occidental aún pueda dirigir él solo los asuntos mundiales, o al menos dar sus grandes orientaciones, choca con la realidad del incremento de poder de los países emergentes.

¿Alguien cree que los países que apuestan por la energía nuclear esperarán los resultados del G-8 para modificar su política de seguridad nuclear? ¿Alguien duda de que la impotencia del G-8 respecto al proceso de paz (o quizá de no paz) en Oriente Medio es cada vez más evidente? ¿Qué credibilidad se puede dar a un nuevo llamamiento a la paz en la región sin evocar medidas apremiantes?

La ayuda a los países árabes en transición democrática está económicamente a la altura de las capacidades del G-8. Sus miembros se han comprometido a poner en marcha una ayuda de 20.000 millones de dólares en los próximos años. Sin ser lo mismo, se ha establecido una comparación con la situación en los países del Este de Europa tras la caída del muro de Berlín.

No es del todo exacta. Estos países cambiaban al mismo tiempo de régimen político y económico, pasando de un sistema comunista a un sistema liberal. Egipto y Túnez cambian su sistema político, pero no el económico. La verdadera pregunta es saber si las promesas serán cumplidas realmente o si se producirá, como muy a menudo sucede tras las grandes cumbres, una gran diferencia entre el efecto del anuncio y las sumas que realmente se entregan. Puede parecer curioso que el G-8 se haya permitido prever una ayuda complementaria de 20.000 millones que serían a cuenta de los países del Golfo.

Ciertamente disponen de los medios, pero ¿en nombre de qué el G-8 puede permitirse indicar a estos países el camino que seguir?  ¿Acaso se cree habilitado para tomar decisiones por otros?

Existe un peligro si el G-8 da la sensación de querer arreglar él solo los problemas del mundo sin haber tomado en consideración los formidables cambios del panorama estratégico. ¿No será más difícil la concertación con los países emergentes si se transmite la impresión de un mundo occidental que está perdiendo velocidad pero que al mismo tiempo quiere dirigir los asuntos mundiales?

Rusia es, de hecho, el único auténtico ganadora debido a su actual doble condición de miembro del G-8 y del grupo de los BRIC.

El G-8 puede conservar una utilidad de concertación entre los países miembros, pero no debe dar la sensación de que decide por los demás.

(*) Antiglobalización



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