El film “La Vida de Los Otros” nos mostró como a principios de los años 80 el Ministro de Cultura del régimen se enamora de la actriz Christa-María Sieland, pareja del exitoso escritor George Dreyman, por lo que el servicio secreto asigna al agente Wiesler para que vigile y grabe las conversaciones de la pareja, tarea que el agente encuentra fascinante…era la vida de los otros.
30 años después en nuestro país el Ministerio Secretaría General de Gobierno descubre lo fascinante que es monitorear las opiniones de los otros…los ciudadanos que participan en las redes sociales, en éste, nuestro sistema democrático renacido justo poco después de la caída del muro que tenía que “proteger” a la Alemania comunista de la “contaminación” democrática y libertaria proveniente del Occidente.
Cada cierto tiempo se desata en alguna parte del mundo la fiebre por controlar la información especialmente cuando ésta se “escapa” del manejo de algún centro de poder y cae “peligrosamente” en manos de los ciudadanos.
Hace menos de un mes fuimos testigos del frustrado intento de Sarkozy de imponer a nivel global una serie de regulaciones a Internet durante la reunión del G8 en París. Los regímenes chino y cubano ejercen un férreo control sobre la comunicación virtual. Chávez en Venezuela clama por normarla con estrictez. O si no se viene el “caos”.
¿Qué es el “caos” en este caso?
Es la pérdida de la hegemonía sobre la información.
Dicho de otra manera, es cuando los ciudadanos se empoderan de su derecho a la comunicación y dejan de ser vulnerables frente a un sistema de información concentrado a veces en poquísimas manos, como en el caso de la prensa escrita en Chile, o simplemente en una sola mano como en la dictadura castrista.
Las redes sociales son una amenaza de “caos” tanto para el derechista Sarkozy como para el izquierdista Chávez. Como siempre, no hay diferencias ideológicas a la hora de aferrarse al poder.
Todas razones suficientes para no acoger con simpatía sino más bien con desconfianza esta operación de monitoreo instruida por el Ministerio Secretaría General de Gobierno de Chile.
Francamente nos gustaría ver a nuestras autoridades de las comunicaciones más empeñadas en construir medios nacionales que garanticen el pluralismo informativo como desde hace 20 años lo hace Televisión Nacional.
En el campo de la prensa escrita sería beneficioso para el País que el Gobierno y el Congreso acojan la propuesta del Colegio de Periodistas de repetir la experiencia de TVN convirtiendo el diario La Nación en un medio público, bajo el título de La Aurora de Chile en el año del Bicentenario del Periodismo nacional.
Sin embargo, desgraciadamente las cosas toman un rumbo distinto. Hoy nos desalienta enterarnos del despido de otro grupo numeroso de profesionales de La Nación.
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