El jefe del gobiereno griego Papandreu |
No importan los “indignados” que se agolpan en la plaza Syntagma de Atenas. Esa es la condición que puso ayer la Unión Europea a Atenas para seguir manteniéndola con vida. Los ministros de Finanzas del euro se reunirán de nuevo el domingo 3 de julio para valorar si Grecia ha hecho lo exigido. De ser así, aprobarán la entrega del quinto tramo del plan de rescate –otros 12.000 millones de euros con los que Grecia aguantará hasta finales del verano– a la vez que empezarán a estudiar las condiciones de un segundo plan.
Si Grecia no cumple lo exigido tal vez los europeos tengan que desdecirse, porque la quiebra de Grecia podría provocar un efecto contagio en Europa que hundiría a los bancos y provocaría otra crisis financiera global.
Evangelos Venizelos, el nuevo negociador griego con Europa |
Así que ni un euro más a Atenas hasta que los diputados helenos voten. El alemán Wolfgang Schäuble recordó “la responsabilidad de Grecia” y el jefe de los ministros de Finanzas del euro, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, habló del “carácter crucial” de la votación del Parlamento griego.
Si todo va bien, Grecia sobrevivirá hasta finales de verano y Europa gana así tiempo para que sus bancos se preparen y los otros países amenazados se alejen de Grecia. En otoño tendría que llegar el segundo plan de rescate, a la vista del fracaso del primero, que sumó 110.000 millones de euros. Lo que sobra de ese dinero –45.000 millones– se uniría a 28.000 millones de privatizaciones helenas, 30.000 millones de la “participación voluntaria” de los tenedores de bonos griegos en una fórmula aún por definir y 20.000 millones de nuevos fondos de la UE y el FMI.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió ayer sobre la grave consecuencia si el Parlamento griego no acepta nuevas medidas de austeridad, lo que significaría un contagio de la crisis helénica a todo el mundo si el debacle llega a la banca europea.
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