El Informe de Desarrollo Social, enfocado en los años más recientes, confirma una “santa verdad” que ya habían afirmado y afirman algunos analistas, como que el levantamiento social de octubre de 2019 no sirvió de nada para mejorar la calidad de la política chilena, que sigue débil, desordenada, falta de acuerdos y de diálogo mediocre.
Es triste, pero al parecer es nuestra realidad
“¿Por qué
nos cuesta cambiar?” es el título de la nueva publicación del emblemático
reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile,
casi una década después de su última edición (2015). La pregunta crucial es:
¿por qué se entrampan cambios largamente demandados por la ciudadanía y cuya
necesidad avala el conocimiento experto?
Según el
informe, estas interrogantes reflejan un desafío clave para avanzar hacia un
Desarrollo Humano Sostenible en el país, ya que “para aprovechar las
oportunidades que Chile ofrece, se requiere con urgencia llevar a cabo los
cambios pendientes y anticipar los desafíos”.
Uno de los
puntos centrales del informe es la identificación de un “espíritu
obstruccionista” en la política nacional. Según el PNUD, “el ímpetu reformista
que hasta mediados de la década de 2010 se apoyaba en la ‘democracia de los
acuerdos’, esa capacidad de construir acuerdos políticos transversales, aun con
múltiples limitaciones, como el empate favorecido por el sistema electoral
binominal, el temor heredado a la ingobernabilidad y la desconfianza ante la
injerencia del Estado en la sociedad, entre otras, ha sido reemplazado por un espíritu
obstruccionista y de revancha política”.
De acuerdo al PNUD, las “oposiciones dicotómicas”, como la de Estado versus mercado, también han influido en el debate público y en la capacidad de avanzar en reformas. Estas oposiciones, que “operan como verdaderas trincheras en el debate público”, complican aún más la búsqueda de soluciones efectivas para los problemas del país.
Según el PNUD, lo que se mantiene es la rabia y las demandas expresadas en el estallido de 2019. El informe revela que, entre las personas que estaban a favor de estas demandas, el 83% lo sigue estando. También persiste la desconfianza hacia quienes ejercen funciones de representación y hacia las instituciones políticas. Permanece también la percepción de que la sociedad no respeta plenamente la dignidad y los derechos de las personas, con valores de 56% el 2013 y 53% en 2023.
“Las personas desean cambios intensamente, pero su capacidad para unirse, organizarse y actuar de manera colectiva por metas comunes parece ser limitada”, concluye el documento.del PNUD.
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