TRUMP HA TIRADO A LA BORDA 70 AÑOS DE AMISTAD CON ALEMANIA
Tras la
fracasada visita de Donald Trump a Europa y las palabras ayer de la canciller
alemana Angela Merkel sobre que “Washington ha dejado de ser un aliado y Europa
debe empezar a tomar las riendas de su futuro”, el mandatario estadounidense
respondió hoy con un twitter de 140
caracteres: “tenemos un déficit comercial MASIVO con Alemania, además ellos
pagan MUCHO MENOS de lo que deberían a la OTAN. Muy mal para USA. Esto va a
cambiar”.
El corresponsal
del diario El País de España en Washington , Jan Martínez Ahrens, comentó que la
respuesta muestra al desnudo la ideología de la Administración estadounidense.
Ya no hay intereses comunes por encima de los nacionales. Una clave que afecta
a todas las relaciones multilaterales. El acuerdo sobre cambio climático está
en duda, la estrategia de defensa mutua de Occidente dependerá del gasto que
cada uno haga y las alianzas se supeditan al beneficio económico propio, un
elemento que en la visión de Trump no se puede disociar del mantenimiento del
voto en las comunidades deprimidas por la globalización que le apoyaron frente
a la demócrata Hillary Clinton.
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En este
horizonte, el patriotismo económico propugnado por el presidente y su estratega
jefe, Steve Bannon, tiene en Alemania su blanco perfecto. La nación que
resurgió de las cenizas a partir de 1945 de la mano del Plan Marshall ve ahora
cómo su prosperidad desata los peores humores de su hermano trasatlántico.
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Agrega el corresponsal del diario
español que Alemania es el país con mayor superávit comercial del planeta
(253.000 millones de euros el año pasado). La cifra saca de quicio a Trump y a
su consejero comercial, el extremista Peter Navarro. Para ellos representa, más
que un triunfo de un aliado, un fracaso propio. EE UU sufre un déficit en su
balanza de 470.000 millones (50.000 millones con Alemania). La Casa Blanca, en
su ardor proteccionista, ha llegado a acusar a Berlín de forzar un euro débil
para favorecer sus exportaciones y ha amenazado con levantar barreras fiscales
a los productos alemanes.
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Ante este pulso,
Merkel ha mostrado los dientes y su Gobierno ha dejado caer que está dispuesto
a emprender una guerra comercial. La sangre no ha llegado al río, pero el
desencanto no ha dejado de crecer.
La visita de la
canciller a Washington en marzo ya dio un anticipo de este
glaciación. Merkel llegó con la idea de que era “mejor hablar uno con otro, que
uno de otro”. Bajo esta argumento, recordó la larga amistad
germano-estadounidense y los intereses compartidos. De nada sirvió. El viaje se
saldó sin avances y en la retina del mundo sólo quedó una imagen: Trump
evitando (o eso pareció) dar la mano a la canciller. Tampoco la primera gira al
exterior del presidente de Estados Unidos no ha mejorado en nada la relación.
Por el contrario, Trump ha salido al extranjero para demostrar que donde mejor
se encuentra es en casa, ejerciendo de gran patriota económico.
Trump, con 140
caracteres, ha tirado por la borda 70 años de amistad, escribió Martínez Ahrens.
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