Opinión
PRAGMATISMO VERSUS
ORTODOXIA
Por Lidia Baltra
Qué tiempos aquellos! Cuando confiábamos en nuestros partidos políticos
y acudir a las urnas era el panorama del día.
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Hoy el paisaje ha cambiado radicalmente. Se desconfía de los partidos y
hay que reconquistar la masiva peregrinación a las urnas de que nos ufanábamos
como nación democrática.
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Para conseguirlo y ganar, hay candidatos a la Primera Magistratura que
lanzan como el gran atractivo para atraer votantes, que no pertenecen y
que están lejos de los partidos políticos, con lo cual, no se sabe qué
representan exactamente y sólo nos queda confiar en la persona.
Y es que,
por muy aporreados que estén, partidos políticos y democracia son inseparables.
Ellos canalizan el debate de las diversas visiones del mundo y del
país; nos dan señales de por dónde se avanza y son el alero responsable de sus
acciones.
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Sin embargo, seguimos aportillándolos. Hasta quienes pretenden ser
ciudadanos se dejan llevar por el chiflido fácil de la masa irreflexiva y
gregaria. Está de moda ser anti-partidos. Y celebran cada caída, por desgracia
frecuentes, como diciendo “¿ven que tengo razón?”, en vez de lamentar que se
debilita la democracia.
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Al Partido Socialista se logró tiznarlo con las malas prácticas de
mezclar política y dinero develadas en los últimos años, por el caso aislado de
un senador nortino. Más se regocijó aún la oposición de derecha con la
vociferante acusación al hijo de la Presidenta como presunto cómplice de un
conflicto de intereses por los negocios de su cónyuge, de la cual, tras años de
denostación, ha sido sobreseído.
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Y ahora, curiosamente en medio de los cuestionamientos al candidato
Sebastián Piñera por la declaración insatisfactoria de su fortuna, un
canal de televisión privado denuncia con toques sensacionalistas que el partido
de Salvador Allende había invertido su patrimonio en acciones de empresas,
entre las cuales Soquimich, la del yerno de Pinochet. La revelación cayó como
misil en una escuela.
Todo tiene
su límite, y aunque un ex presidente del partido ordenó eliminar tal ignominia,
la herida por este mal paso tardará en cicatrizar. Todos concuerdan en que no
hay nada ilegal en proteger el patrimonio devuelto tras las expropiaciones
sufridos en dictadura. El problema es el “cómo”.
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Se alzaron las alarmas y tanto militantes sanos y sinceros, pero
desinformados, como partidos procesados por cohecho, pusieron el grito en el
cielo. Se recrimina al PS actuar en contradicción con sus históricos principios
anticapitalistas. Sobre todo por apoyarse en mercados financieros
especulativos como son las acciones, pero también por la eventualidad de
favorecer alguna vez con su voto las actividades de esos grupos
económico-financieros, es decir, de caer en un conflicto de intereses.
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Los más exaltados han condenado a la Comisión Patrimonio que maneja esos
fondos a las penas del infierno. Los menos, lo califican como un error
grave que se debe rectificar.
Aquélla replicó informando irónica y detalladamente la forma correcta y
pragmática con que se ha operado aún antes de existir las leyes actuales de
transparencia y financiamiento de la política. Y todo aprobado en su momento
por los distintos Congresos partidarios.
Por su lado, en declaración oficial, la directiva actual del PS afirma
que hoy no respaldan sus bienes en acciones, sino en instrumentos de renta fija
nacional. La Comisión Patrimonio agrega que nunca las utilizaron, “al menos
entre 2002 y 2010”.
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Las
aclaraciones parecen satisfactorias. Pero a los menos pragmáticos, el embrollo
- que de paso ha dado una tregua a la interpelación a Piñera por transparencia
- nos deja reflexionando.
¿Es ético para un socialista usar los instrumentos del capitalismo para
sobrevivir?
¿Aún navegando en una implacable economía de mercado donde el pez más
grande devora al más chico, debiera usar sólo medios compatibles con su
doctrina? Pero por otro lado, si optando por esto último fracasara, ¿cómo
seguiría luchando contra esta sociedad individualista dominada por los mercados
financieros?
¿Es que el fin, en algunos casos justificaría los medios?
La pregunta sigue abierta.
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