Comentario internacional
TRUMP: BALANCE DE UN VIAJE
Por Martín Poblete
Después de nueve días en Riyadh, Tel Aviv, la Santa Sede, Bruselas y
Taormina, el Presidente Donald Trump se halla de regreso en el agitado
ambiente de Washington, lleno de intrigas y especulaciones; conviene darle un
vistazo a los resultados de su primera gira en calidad de Presidente de Estados
Unidos.
Pareció sentirse particularmente cómodo en Riyadh, en los ornamentados
palacios de arquitectura árabe clásica, se lo pudo ver animoso, a ratos
expansivo.
En el evento ante más de cincuenta dignatarios, jefes de
estado y gobierno, convocados por la Casa Real saudita para escucharlo, su
discurso estuvo centrado en la contención y eventual destrucción del
terrorismo, en forma similar al introductorio del presidente
egipcio. Sin embargo, en la compleja y a ratos retorcida realidad
del Medio Oriente, los gestos y palabras de Trump se comprendieron como
amplio apoyo a la política regional del Reino de Arabia Saudita,
involucrado en la guerra de Yemen además de su confrontación por ahora diplomática,
política y religiosa con Iran.
El acuerdo de cooperación estratégica y militar con Arabia Saudita, al
tenor de 110 mil millones de dólares en transferencias de armas y sistemas
de diversa sofisticación, refuerza el alineamiento de Estados Unidos con
las políticas de ese régimen monárquico.
En Washington, como en otras capitales, no se ha entendido bien la
guerra civil de religión remeciendo al Islam. Las diversas iglesias
musulmanas tienden a proclamarse únicas auténticas interpretes de la verdadera
palabra del profeta, todas las otras vistas como herejes; este marco de
referencia se agrava por la condición de la secta Wahabí erigida en
iglesia oficial del Reino de Arabia Saudita, situación similar se repite en Irán
respecto a la iglesia Chía.
En este cuadro, el terrorismo entre musulmanes, contra otras religiones
en países de mayoría musulmana, y en países de Europa Occidental con
masiva inmigración islámica reciente, va en expansión. Las
potencias occidentales harían bien retirándose del Medio Oriente, pero eso no
es posible, considerando las razones geoestratégicas y geopolíticas
usadas para justificar la prolongación de su presencia en esa convulsionada
región.
En Tel Aviv, la predecible confirmación del sólido apoyo del Presidente
Trump al gobierno del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, fue acompañada del
también predecible eludir compromisos serios en la cuestión de Palestina;
mientras no se aborde la terminación del represivo régimen de ocupación israelí
en Cisjordania, es muy difícil avanzar en soluciones creíbles
al conflicto separando a israelíes y palestinos por cincuenta años.
La retórica confrontacional, dura, de Trump en Bruselas en la reunión de
la OTAN, podría revelar falta de comprensión de más de setenta años de historia
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, o bien la intención de cambiar
los términos de las relaciones en la OTAN.
Cualesquiera sea la finalidad perseguida por Trump, quedó empujada a
segundo plano por la reacción negativa de la mayoría de los aliados
europeos de Estados Unidos, cuando se les reprendió su presunta falta de
cumplimiento con las obligaciones financieras en la alianza, todo lo anterior
agravado por la renuencia de Trump a ratificar su propio compromiso
con las obligaciones de asistencia recíproca.
De Bruselas a Taormina, o de mal en peor, la reticencia de Trump a
respaldar los Acuerdos de París en materia de conservación del medio ambiente,
y medidas para contrarrestar los efectos del cambio climático, remataron en la
situación sin precedentes en reuniones del G-7, de terminar emitiendo
comunicados separados.
Salvo análisis muy estrechos en función de intereses también específicos
del actual gobierno americano, el primer viaje presidencial
internacional de Donald Trump puede ser considerado un fracaso.
Finalmente, en corolario tan inesperado como impactante, la Canciller
Angela Merkel, hablando el domingo en Múnich en reunión de dirigentes de la
Unión Social Cristiana de Baviera, llamó a Europa y los europeos a tomar su
destino "en sus propias manos".
De inmediato surgieron variadas interpretaciones, Gideon Rachman
escribiendo en el Financial Times de Londres, no vacila en denunciar "el
fin de Occidente", otros en Berlín y París hablan del fin del
"Atlanticismo" y de la Alianza Atlántica forjada por
Winston Churchil y Franklin D. Roosevelt. Este debate
recién comienza, sin duda será parte de la campaña en las elecciones generales
alemanas de septiembre próximo.
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