Reflexión sobre el pasado y el futuro
Por Mario Briones R.
Disponer de una visión global para ver
cómo va el mundo y hacia donde podría derivar, requiere examinar en una breve
cronología, ciertos sucesos que parten a principios de los 70´s. Es un
período de cambios estratégicos en la economía Norteamericana que modifica la
economía y el de los principales países desarrollados, en especial, los grandes
países en desarrollo que empiezan a ser receptores de los cambios que
rediseñaron una nueva concepción industrial, basada en la tecnología, que
incorporo los fuertes aumentos de precio del petróleo.
Los estándares legados por la II G.M.,
son abandonados lentamente cuando países como Japón se ven
obligados a repensar una concepción más económica de la industria. Estados
Unidos se demoró en hacer los cambios y transcurrieron varios años antes de
hacer ajustes.
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Los automóviles con motores V8 de 425 Hp, que apenas rendían 3,5 Km por litro, eran el símbolo de una cultura del esplendor y de la superioridad para producir y consumir con altos niveles de consumo energético. El cambio fue modificando la estructura del PIB, y la industria que en 1970 aportaba un 24,3 % del PIB, cayó en el 2010 a un 12,8 % según datos de la ONU.
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Los automóviles con motores V8 de 425 Hp, que apenas rendían 3,5 Km por litro, eran el símbolo de una cultura del esplendor y de la superioridad para producir y consumir con altos niveles de consumo energético. El cambio fue modificando la estructura del PIB, y la industria que en 1970 aportaba un 24,3 % del PIB, cayó en el 2010 a un 12,8 % según datos de la ONU.
Precios de la energía
Los efectos de los precios de la
energía, obligó a buscar una solución que permitiera enfrentar el
desequilibrio. Impusieron dos cambios de gran importancia. El primero fue
iniciado por R. Nixon quién decidió el 15 de agosto de 1971 terminar con la
convertibilidad del oro por dólares, lo cual eliminaba las restricciones
para emitir dólares en grandes cantidades, sin respaldo y poder aumentar
sustancialmente las reservas, gracias a la “creación de los
petrodólares”. Esta
política fue aplicada en los gobiernos de R. Nixon, G. Ford, J. Carter,
R. Reagan, G.H. Bush, G.W. Bush y B. Obama, quienes siguieron
incrementando la deuda fiscal y financiaron las guerras en el Medio Oriente,
Irak, Afganistán, además de sostener las tropas estacionadas en Japón,
Alemania, Corea del Sur, etc. Con excepción del período de B. Clinton, que redujo
la deuda, el monto de la deuda fiscal escaló desde menos de ¼ de billón de
dólares en 1970 hasta los actuales US$ 20 billones.
El segundo factor de gran relevancia
fue diseñado en el período de Bill Clinton, quien propuso el reto: ¿Cómo podía
EE.UU. crecer año tras año, sin crear inflación, manteniendo la hegemonía del
dólar, colocando su deuda en el mercado, aumentando la “riqueza” de las
familias...etc.? La respuesta se atribuye al ingenio de Robert Rubín, un
abogado que trabajó en Goldman Sachs durante 25 años, muy ligado a la alta
banca y al mundo financiero que propuso, la globalización de la economía, la
desregulación financiera junto con la importación de productos baratos y un
déficit comercial financiado por el superávit de capital. La parte
financiera la pondría la reserva Federal emitiendo dólares y la parte comercial
e industrial sería un rol que se dejaría a la UE, China y otros países. En 1999
el presidente Bill Clinton ordeno anular la Ley Glass-Steagall, que
separaba la banca de inversión de la comercial, cambios indispensables para
cumplir el objetivo.
Para quienes están más alejados de la
economía, es importante distinguir que un déficit comercial significa que un
país está importando más bienes y servicios que los exportados. Ahora, lo usual
es que los grandes mercados como el de Estados Unidos sean atractivos para los
privados y otros gobiernos donde invertir en bonos, en el mercado bursátil,
etc., lo cual creó un excedente de capital. En los inicios de la
ingeniería financiera se focalizaron en cruzar estos dos puntos para crecer sin
inflación y detener el crecimiento de China.
Los sucesos que ocurren después de los
70´s, comprenden diversas recesiones, guerras, crisis bancarias, cambios de
gobiernos, etc., que sería muy extenso detallar. En lo fundamental podemos
destacar que bajo el mandato del ex Presidente Ronald Reagan, en 1981 se
inician los 3 decenios siguientes más fuertes en desregulaciones, donde
destacan hombres muy ligados a Goldman Such, la gran banca y todo aquellos que
formaron el nuevo imperio financiero, dejando atrás al sector industrial. Entre
ellos, Donald Reagan, Alan Greenspan, Robert Rubin, Lawrence Summers y varios
más que pusieron la lápida a toda la legislación reguladora que surgió en el
periodo de F. D. Roosevelt como consecuencia de la gran depresión de 1929
y de las décadas posteriores.
Amplificación de la crisis
Los aspectos descritos, forman la base
de la matriz que amplifico la crisis y fue exportada al resto del mundo hasta
crear una deuda mundial monumental que hoy es de US$ 200 billones impagable y
que, como veremos, se acrecentará con el nuevo gobierno de Donald J. Trump. La
tendencia de incrementar la deuda es tan alta que las estimaciones de los
técnicos señalan que es necesario inventar casi 2,5 dólares para generar 1
dólar de PIB (ley de retorno decreciente). El principal componente de esta
matriz está basado en la fe de una deuda estructurada en dólares sin respaldo,
que estará garantizada en la medida que Estados Unidos mantenga la supremacía
hegemónica de la economía y sea creíble por el resto de los países. Esta
condición los obligó comprometerse en numerosos acuerdos y TLC, que
permitirían ampliar el libre comercio y la globalización, sin embargo, la
economía continuó con bajo crecimiento y aumentó el déficit, que en 2016 fue de
US$ 502.300 millones.
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China dejó de comprar deuda de EE UU y
cambió su posición a vendedora neta, con reservas que han bajado en cerca de
US$ 1 Billón, casi un 25% para quedar con aproximadamente US$ 3 Billones. Es
parte de una política que integra con los países BRICS, (Brasil, Rusia, India
China y Sudáfrica), destinada a construir sus propias instituciones y
estructuras capaces de rivalizar con el FMI, el Banco Mundial y otros que
permitan cambiar la supremacía del dólar.
Para estimular la economía
norteamericana reforzaron las finanzas mediante los QE´s (Expansiones monetarias)
con la compra de bonos por más de US$ 4,5 billones de dólares, inyectando más
dinero a la economía, con tasas de interés de casi cero. Los recursos se
concentraron en el sector más rico de la élite financiera, quienes lo
utilizaron para recomprar sus acciones y aumentar la especulación
financiera. Crearon un mercado de capitalización en acciones sobre
valorado de 130,8 % del PIB, y además formaron la burbuja más grande de
la historia mundial en el mercado de bonos globales, que subió de los $
10 billones de dólares en 1990 a los US$ 100 billones actuales.
Las economías en desarrollo de China e
India, con una población casi 8 veces superior a Estados Unidos tienen tanto
potencial para crecer como para producir 20 millones de personas consideradas
genios, y es lo que está golpeando la hegemonía de Norteamérica con usinas que
concentran el 60 % de la producción mundial de acero, y a la vanguardia de la
industria manufacturera en números rubros para abastecer a todo el mundo a
precios muy bajos. El problema real para EE UU, es que pese a la crisis en
occidente, China sigue avanzando a casi un 6% en su PIB.
La matriz creada por la ingeniería
financiera instaló un poder que adolece de fallas estructurales como son la
excesiva concentración de capital, la caída en la demanda y la innovación
tecnológica que dará el golpe final al neoliberalismo. En estos días se publicó
el resultado del PIB de Estados Unidos correspondiente al primer trimestre
del 2017, el cual registró un magro 0,7%, un resultado más débil que lo
proyectado por la mayoría de los economistas, que comprende un aumento del
consumo de apenas 0,3%. La demanda no crece y hace temer que en Estados Unidos
cierren más de 8.600 tiendas de cadenas de ropa y decenas de centros
comerciales. Escribe Francisco S. Jiménez en, “El Economista” de España,
“Estados Unidos asiste en tiempo real al fin de un modelo económico y
estilo de vida que llevan instalados en el país desde los años setenta: la
muerte de las cadenas minoristas y los centros comerciales. En lo que va del
año, han cerrado 2.880 establecimientos, más de la mitad que en todo el año
2016”.
Hemos llegamos a Donald Trump y su
retórica de hacer grande América otra vez. Reducir o eliminar del presupuesto
numerosos gastos de ayuda social, terminar con el Obamacare en salud, sacar o
revisar a Estados Unidos de los TLC, y reducir los impuestos. Reducirá el
impuesto de sociedades del 35% al 15%. Repatriará los ingresos extranjeros
estimados en US$ 1,2 billones (empresas Norteamericanas que mantienen sus
utilidades fuera de EE UU), reemplazando el impuesto de 35% por un 8,75%
sobre el efectivo y un 3,5% sobre los ingresos ya reinvertidos en activos.
Además de lo anterior, anuncia que reducirá los 7 tramos del impuesto
sobre la renta individual a 3 niveles. El máximo será de 35% y los otros serían
del 25% y 10%, dejando a las parejas casadas exentas por los primeros 24.000
dólares (anuales). Se elimina el impuesto a las herencias de más de US$ 5,5
millones que sólo afecta a los más ricos, la élite del 1%.
Todas estas medidas, más el aumento del
gasto militar, generaría según los cálculos de especialistas una caída en los
ingresos fiscales de hasta US$ 7 billones de dólares en el mediano plazo. El
gobierno de D. Trump, espera compensar el déficit con un aumento del PIB sobre
el 3%. Es importante mencionar que las empresas afectas al 35% en Estados
Unidos, según un estudio reciente de la Oficina de Presupuesto del Congreso,
determinó que la tasa impositiva (real) de las empresas en Estados Unidos
es apenas 18,6%, la mitad respecto de la tasa superior del 35%, por lo tanto la
rebaja es más aparente que real. No sólo es falso que la rebaja de
impuestos vaya a beneficiar a la gran mayoría de los estadounidenses. Es un
plan diseñado para apoyar a los que ya son inmensamente ricos, a las grandes
empresas, acelerando la concentración de la riqueza y sin conocer los detalles
aún de cómo van a financiar la caída de los ingresos fiscales. ¿Trasladar las
fábricas a EE UU, cuando un trabajador mexicano cobra seis veces menos que uno
en EE UU?, no es razonable. El salario promedio de un trabajador mexicano en
Estados Unidos fue de US$ 1.870 dólares mensuales a fines del 2016, en cambio,
el salario medio en México fue US$ 291 mensuales, seis veces menor.
Podemos aceptar que la tendencia
mundial sea que la proporción de la producción manufacturera respecto del PIB
haya caído a la mitad en estos 40 años, pasó del 42% al 21%.
Alemania y Japón producen bienes industriales de alta complejidad tecnológica,
y eso puede implicar una mayor proporción dentro del PIB, pero el resto de la
industria barata se fue a los países de menores ingresos. Así es como los
trabajadores de países desarrollados están enfrentados a competir con
trabajadores de otros países con un diferencial de costo laboral de magnitud
6 o mayor, pero además, están compitiendo con los robots
en su propio país y lo seguirán haciendo aceleradamente, lo que implica un
vuelco de las naciones más desarrolladas e incluso las en desarrollo hacia los
servicios, un proceso irreversible. Patrick Schwarzkopf, director
general del departamento de robótica y automatización de la compañía alemana
VDMA, señala que “el número de empleados en la industria automovilística
alemana se incrementó un 13% entre 2010 y 2015, mientras que los robots
industriales aumentaron un 17% en ese periodo, lo cual desmiente el beneficio
de regresar las industrias a Norteamérica inventado por Trump, para engañar a
quienes votaron por él.
¿Dónde está el gran peligro?
El gran peligro no sólo puede venir de
una gran recesión, como la que podría estar incubándose debido a la caída por
cuarto mes consecutivo de las ventas de automóviles y un débil PIB de 0,7 % del
primer trimestre 2017. El envejecimiento de la población, el
encarecimiento de la mano de obra especializada, el cambio en la industria por
la globalización, provocará el paso siguiente que los especialistas llaman la “fase
terciaria”, y que Nick Bostrom, filósofo sueco, director y fundador
del Future of Humanity Institute de la universidad de Oxford nos advierte del
futuro, “creo que si hay algo que puede cambiar fundamentalmente la
naturaleza de la vida en la Tierra, eso es la transición hacia la era de la
inteligencia de las máquinas”. En Japón inauguraron el “Hen na Hotel” que
dispone de 72 habitaciones atendido enteramente por robots, donde no se ve a
ningún humano prestando servicios.
Richard
Baldwin, economista académico en Ginebra señala, “la tecnología acabará por llevar
la globalización al sector servicios, muy intensivo en mano de obra y este
sector terciario es el principal sustento del empleo en los países
desarrollados”, incluidos los que hoy están en fase de desarrollo. La
conclusión brutal es que caerá otro mito, “el concepto de que el desarrollo se
da con la industrialización”, la inteligencia artificial eliminará más
empleos que lo que ha hecho la robótica en el sector manufacturero en las
últimas décadas.
El plan del gobierno de Donald Trump,
nació muerto. Fue producto de los gritos desesperados de parte de la población
que vivió en la cultura del consumo. En una de sus últimas declaraciones
a Bloomberg, el presidente de EE.UU dijo que considera recurrir a una ley de la
época de la Gran Depresión que separó la banca de depósito de la banca de
inversión, la Ley Glass-Steagall, adoptada en 1933 y anulada en 1999 por
el presidente Bill Clinton. Llegará atrasada, la burbuja ya está instalada.
¿Humos al norte de recesión?, el riesgo es real, lo que se está haciendo
es erróneo. Si un fabricante estadounidense es forzado a fabricar en suelo de Estados
Unidos, eso lo hará más ineficiente que la competencia y ésta acabará
llevándose de una forma u otra sus puestos de trabajo.
Baldwin afirma que no debemos intentar
proteger los trabajos, que eso no tiene sentido. Por mucho que lo hagamos, sólo
podemos aspirar a retener temporalmente unos trabajos que se acabarán yendo
igual dentro de unos años. Baldwin por el contrario es partidario de
proteger a los trabajadores, no a los trabajos y tanto el plan de Donald
Trump como el que desea instalar Sebastian Piñera si lo elijen presidente,
están destinados al fracaso, son del pasado. Los incentivos
a las empresas con rebajas tributarias, reducciones de tasas o protección de
las fuentes laborales son simples subterfugios para traspasar riqueza a los
ricos sin ninguna eficacia ni eficiencia porque el modelo está agotado. Solo
quedará proteger a las personas de un grave colapso social mundial, sobre la
base de entregar una renta adecuada para vivir, que incluya a todos quienes
vayan perdiendo el empleo o sin empleo.
Quiero concluir esta nota citando a una mujer a quién no debemos perder de vista en el futuro, podría ser quien desplace a D. Trump en el próximo período, la senadora Elizabeth Warren por Massachusetts. Respondiendo al presidente Obama en el verano de 2016, dijo, “se equivocó, no presidente Obama, el sistema es tan amañado como pensamos, de hecho, es peor de lo que la mayoría de los estadounidenses se dan cuenta.”
El gran
peligro que acecha al mundo es un presidente como Donald Trump, que vive en el
mundo de la opulencia semejante a la corte de un rey, con gran inestabilidad y
contradicción en sus decisiones. Su falta de condiciones como estadista lo deja
sujeto a ser sobrepasado por los acontecimientos, donde el pentágono y
sus asesores son quienes parecen estar a gusto tomando decisiones para el
desplazamiento del aparato militar y desterrando el camino diplomático.
Quiero concluir esta nota citando a una mujer a quién no debemos perder de vista en el futuro, podría ser quien desplace a D. Trump en el próximo período, la senadora Elizabeth Warren por Massachusetts. Respondiendo al presidente Obama en el verano de 2016, dijo, “se equivocó, no presidente Obama, el sistema es tan amañado como pensamos, de hecho, es peor de lo que la mayoría de los estadounidenses se dan cuenta.”
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