Por Enrique Fernández
A poco más de seis meses de la elección presidencial en su primera vuelta, el 19 de noviembre, dos figuras de la radio y la televisión aparecen entre los candidatos para suceder a la Presidenta Michelle Bachelet. Beatriz Sánchez y Alejandro Guillier dejan el periodismo para entrar de lleno al terreno de la política.
A poco más de seis meses de la elección presidencial en su primera vuelta, el 19 de noviembre, dos figuras de la radio y la televisión aparecen entre los candidatos para suceder a la Presidenta Michelle Bachelet. Beatriz Sánchez y Alejandro Guillier dejan el periodismo para entrar de lleno al terreno de la política.
Puede ser una opción
legítima, pero cualquier ciudadano tiene derecho a dudar.
A fines del año pasado,
cuando ya se proyectaba como candidato, el senador Guillier entrevistó al ex
Presidente uruguayo José Mujica, cuya palabra encuentra amplia acogida en
sectores de la izquierda. Pero más que periodística ésa fue una entrevista
política, “con fines electorales” y apartados de la ética, según afirmó el
conductor de noticias de Televisión Nacional José Manuel Astorga.
- Este joven no es
periodista –respondió Guillier, descalificando de un golpe la crítica de
Astorga.
Y el honorable senador ¿siempre
fue periodista o ya pensaba en ocupar un lugar en la política cuando ejercía
como lector de noticias o entrevistador en la televisión y la radio? Uno de los
preceptos del Código de Ética del Colegio de Periodistas, del que Guillier fue
Presidente, prohíbe a estos profesionales ejercer como publicistas. Pero
Guillier lo hizo, cuando en el año 2006 grabó un spot en favor de las isapres
(Instituciones de Salud Previsional). Convertido ahora en candidato admitió que
esa “fue una imprudencia”, pero más de un elector se preguntará con qué independencia
podrá actuar frente a las isapres un eventual gobierno de Guillier.
Es la delgada frontera
entre lo correcto y lo incorrecto, en el
delicado terreno de la ética profesional.
¿Tiene derecho un
periodista a tomar partido por un bando político o una ideología?
La candidata Beatriz
Sánchez piensa que sí. Cree, como muchos profesionales de su generación, que la
objetividad no existe y que el compromiso político es legítimo.
“Creo que hay ciertos
conceptos del periodismo que me parece que están errados. Se piensa que los
periodistas somos objetivos y la verdad es que la objetividad no existe. A mí
en la universidad me dijeron que tenía que ser objetiva y de a poco, ejerciendo
esta pega, me fui dando cuenta de que uno no es objetivo”.
Lo primero que
sorprende en esta liviana declaración de principios es que la candidata
considere al periodismo como una “pega” y no como una profesión. Una “pega” es
un trabajo transitorio y tal vez por eso ella lo ha utilizado como un peldaño también
temporal, para subir los escalones de la política y llegar al palacio
presidencial de La Moneda, si los electores la apoyan.
Pero tiene razón cuando
evoca a sus maestros de la Universidad de Concepción que le hablaron de la
objetividad como un imperativo ético, aunque parezca imposible. Porque el
periodista es un testigo y no un fiscal. Un testigo objetivo frente a la
realidad, como lo establecen los manuales de estilo de los principales medios
de comunicación.
“El deber de todo
reportero y editor es luchar para conseguir tanta objetividad como sea
humanamente posible", indicaba el manual de “The New York Times” que
preparó su editor Abraham Michael Rosenthal, antes de dejar el diario en 1986
al concluir 55 años de carrera.
“El periodista
transmite noticias a los lectores, y se abstiene de exponer sus opiniones
personales sobre los hechos de los que informa”, señala por su parte el Libro
de Estilo del diario “El País” de Madrid.
Si un informador utiliza
un medio de comunicación para servir un compromiso ideológico se está apartando
de la objetividad. Emilio Filippi, que dirigió en Santiago el semanario
“Ercilla” y fundó la desaparecida revista “Hoy” en tiempos de la dictadura
militar, era contrario a ese tipo de Periodismo.
“Yo creo que a un
periodista profesional, cualesquiera sean sus convicciones doctrinarias, no le
está permitido manipular la verdad en aras de su compromiso ideológico”, señalaba
Filippi en 1985.
Si Alejandro Guillier y
Beatriz Sánchez ya pensaban en dedicarse a la política tendrían que haber
escogido otro camino, como lo hicieron el profesor Pedro Aguirre Cerda, el
ingeniero Jorge Alessandri o el doctor Salvador Allende. Utilizar el
periodismo no parece lo más correcto, si consideramos que un periodista de
farándula es difícil que sea un buen músico y un comentarista de fútbol es
improbable que sea un buen arquero.
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